Darkness Revival
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ienvenidos a Darkness Revival.Estais a punto de adentraros en Londres, año 1890, una época tan peligrosa como atrayente. La alta sociedad se mueve entre bailes oficiales, bodas, cabarets y fumaderos de opio. Las prostitutas y mendigos se ganan como pueden la vida, engañando, robando o estafando. Pero hay algo mucho mas oscuro en las calles de la ciudad del Támesis, más oscuro aún que el terrible Jack. Seres sobrenaturales como brujas, vampiros, metamorfos y malditos se esconden entre los miembros de la sociedad, temerosos de la sangrienta hermandad que les persigue: la Black Dagger Brotherhood. ¿Sobrevivirás? .


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Into the wild | Aisha Siddhart

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Rol Privado Into the wild | Aisha Siddhart

Mensaje por Ahren von Kleist Sáb Oct 03, 2015 11:41 am

Aún no caía la noche, sin embargo, no se podía decir que fuese de día. Ahren, en su lengua natal, lo llamaba «am späten Nachmittag» un término que podría traducirse como «en la tarde del atardecer» o alguna locura así de enrevesada pero que a él le parecía mucho más exacta que el mero término de «atardecer». De hecho, consideraba que el inglés era un idioma burdo y poco exacto y que frente a su lengua materna en muchas ocasiones dejaba mucho, muchísimo, que desear. Precisamente por eso la Doctrina había sido escrita en alemán y después traducida a diversos idiomas entre los que se contaba el español, el inglés y el finés. Como fuera, en aquel momento que los burdos y poco civilizados ingleses consideraban «atardecer» un viejo noble inglés le invitó a cierto gentleman’s club.

Era la primera vez que iba a uno, para ser sinceros, y sabía que no siempre serían así. En realidad, la idea no era meramente casual, si no que se trataba de una fiesta. Además, Ahren era el Duque de Kleist que, si bien era un ducado de Prusia, era un ducado más importante que la mitad de los títulos de la nobleza inglesa. En pocas palabras, el Duque de Kleist en un gentleman’s club era equivalente a tener a un rey, solo que añadiendo el elemento exótico a su característica presencia. Y eso era lo que había hecho que le invitasen. No había sido su carisma ni su simpatía, ni si quiera había sido cosa de su dinero. Había sido todo por su apellido y por su condición de primogenitura. De hecho, aquel hombre había insistido en que fuese Adler e incluso el pequeño de los Von Kleist, su heredero, pro él prefería no inmiscuir a tantos licántropos en un lugar tan… jugoso. Y menos teniendo en cuenta que estaban en el culmen del ciclo lunar, en la Luna Llena. En aquel tiempo sentían la ira con más facilidad. La Rabia se apoderaba de ellos sorprendentemente fácil. Era mejor prevenir.

Como fuese, llegó al club en cuestión. El sol brillaba en el horizonte y, por lo que a él respectaba, tenía por lo menos un par de horas para seguir allí, en aquella fiesta. Era una fiesta de carácter colonial. Los ingleses llevaban unos años con poder sobre la India y habían traído desde allí una serie de bailarinas, o eso le habían dicho. Sin embargo, Ahren sabía que esas bailarinas eran londinenses en su mayoría. Muchas llevaban allí años y otras cuantas eran nacidas allí. ¿Por qué lo sabía? El olor de Londres estaba impregnado en ellas hasta las trancas. No le importaba. De hecho, era probable que ni si quiera lo supiesen los propios caballeros del club.

Sin embargo, había un tema por el cual sí que sentía cierto interés. Al parecer no todas eran meras bailarinas, si no que su trabajo iba mucho más allá. Por su cuenta, jamás había visitado a una prostituta, ni si quiera cuando era soltero, ni cuando se quedó viudo, por supuesto. Había amado a su esposa con la intensidad suficiente como para no necesitar a nadie más, sin embargo, ahora otro gallo cantaba. Y el gallo que cantaba era aquel. No. Ahren no iba a contratar a una prostituta para deleitarse con los placeres carnales. No le hacía falta. Sin embargo, sí había una serie de cuestiones que quería trabajar.

Cogió una copa de ginebra de la barra, que le sirvió un camarero. Había una banda con instrumentos típicos entre los que Ahren contó un sitar, el único que era capaz de reconocer. Se maldijo a sí mismo por su incultura, pero ignoró aquel defecto con un trago de la ginebra. Y después, oteó la sala Todos estaban muy ocupados con sus bailarinas o sus charlas sobre nimiedades pseudopolíticas. Él… él no se interesaba por tales asuntos. Tenía algo sobre lo que pensar.

Se acercó a una de las damas en cuestión, por llamarlas de alguna forma, y la saludó con una inclinación de cabeza. — ¿Podríamos charlar un momento?— preguntó mientras le ofrecía el brazo para que se agarrase—.
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Rol Privado Re: Into the wild | Aisha Siddhart

Mensaje por Aisha Siddhart Sáb Oct 03, 2015 5:42 pm

Aquella noche tenía que ser especial, diferente y exótica. Todo a la vez, y sin desentonar ni exagerar. Azalea era exgiente con sus chicas cuando veladas como aquella tenían lugar, pero Aisha lo comprendía perfectamente. De esas fiestas dependía mucho la fama del Nimbooda, pues en ellas se demostraba la calidad del servicio del lugar.
Y, como parte de ese servicio, Aisha debía estar a la altura en todo momento.
Espalda erguida, sonrisa amable, vestidos impolutos y pasos suaves y delicados. Todas debían aparentar ser extranjeras y exóticas, pero no todas lo conseguían. Algunas simplemente se quedaban en parecer, como mucho, de las afuera de Londres.

Pero ella lo conseguía con facilidad. No necesitaba esforzarse demasiado para moverse como una auténtica joven india, así como tampoco necesitaba arregalrse demasiado. Aquella noche, Azalea había insistido en que vistieran sus mejores galas, pues al parecer figuras importantes iban a presentarse allí, por lo que Aisha había escogido su túnica granate con rebordes dorados. Iba descalza, y en sus tobillos tintineaban, a su paso, un par de pulseras doradas.
Lo estaba haciendo bien, sonriendo a todos los asistentes, ofreciendo bebidas con anticipación y pronunciando las palabras adecuadas en el momento adecuado.
Sin embargo, la mente de la bailarina estaba lejos, muy lejos del Nimbooda. Concretamente, en aquella calle londinense en la que aquel hombre le había revelado, o más bien preguntado, la naturaleza de su empatía.
Aisha había descubierto que era especial, que poseía un don diferente, pero era incapaz de comprenderlo o incluso de creérselo.

Las brujas no existían, sólo eran cuentos de viejas para asustar a niños. Todos lo sabían. Entonces, ¿por qué veía aquellas sombras en las personas que parecían ser como ella? Aquel hombre tenía una, y había manifestado que ella también la poseía. El mundo de Aisha estaba cabeza abajo y no sabía por donde empezar para ordenar sus pensamientos.

Al estar tan distraída, la figura del hombre que la llamó no le había llamado la atención hasta aquel momento. Portaba una bandeja con copas vacías que acabó en el suelo en cuanto ella le observó. Por suerte, ninguna se rompió, por lo que rápidamente las recogió y las poso sobre una de las mesas.-Le pido perdón, no le había visto.-Esbozó una de sus mejores sonrisas, al menos la mejor que pudo fingir, y asintió con la cabeza ante sus palabras.- Será un placer acompañarle.- No sabía de qué se trataba, pero aquel hombre también tenía una sombra, un aura especial como las que ya había visto anteriormente. Y no pudo evitar aceptar aquella invitación.-¿Quiere que busquemos un lugar más tranquilo para charlar?
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Rol Privado Re: Into the wild | Aisha Siddhart

Mensaje por Ahren von Kleist Sáb Oct 03, 2015 6:03 pm

El olor de aquella mujer le intrigaba. Era un olor extraño, aunque sin duda parecía llevar en Londres varios años. Posiblemente ese olor tuviese que ver con las especias y con los perfumes. ¿Quizás un afrodisiaco? No podía definirlo con exactitud, pero sin duda era un olor interesante. Un olor que se acrecentó cuando se dispuso a recoger las bandejas. Al parecer la había asustado. Eso no le sorprendió lo más mínimo. No por ella, si no por él. Pese a ser un hombre alto y fuerte, se movía con una delicadeza digna de un depredador, capaz de sortear obstáculos complicados casi sin realizar ningún ruido y, aunque en aquel momento iba calzado, como es lógico, caminar por una superficie lisa y cuidada no era precisamente complicado para él.

Así que cuando ella recogió los vasos que se habían caído, aprovechó para inspirar con tanto disimulo como le fue posible. Es difícil determinar el origen de alguien solo por su olor, ya lo había intentado otras veces, pero eso no quería decir que fuese imposible. En aquel caso era endiabladamente complicado. Su piel olía a flores y especias, pero eso era normal. Su pelo estaba aceitado con algo similar, aunque olía ligeramente diferente a la loción corporal. Eran aromas tenues, casi suspiros en el aire que mezclaba todos los olores de un Londres industrial, pesado, y cargado de humos de tabaco.

Si hubiese tenido que decidir, probablemente hubiese optado por decir que, si no era india realmente, lo más probable es que se hubiese criado rodeada de indias. Pero no le dio más importancia. Prefirió ignorar ese tema y centrarse en aquello que quería conseguir. En gran medida, la idea de buscar un lugar personal y privado le pareció bien. Probablemente muchos de los compañeros aceptasen la idea de que el Duque de Kleist, viudo desde hacía varios años, frecuentase alguna que otra meretriz. Respecto a esa opinión él no tenía ninguna opinión propia. No le importaba lo que los humanos pensasen. Su maldición, y su don, le hacían completamente inmunes a las opiniones de los demás, y su status estaba por encima de ellos que en muchas ocasiones ni si quiera era capaz de verlos. De hecho, ni si quiera recordaba el nombre de muchos de ellos.

Clavó la mirada en los ojos de la bailarina y trató de analizarla. ¿Qué estaría pensando en aquel instante? Era algo que no podía saber pero eso era, también, algo que ni le iba ni le venía. La duda había sido suscitada tan solo por su curiosidad natural. Por otro lado, prefirió cambiar el gesto y poner una sonrisa amable, aunque no por ello su voz sonó más cálida. — Por supuesto. Agradecería un poco de privacidad— confesó. Probablemente, si aquellos hombres supiesen que en realidad tenía intención de charlar con ella, les resultase extraño o incluso excéntrico, pero, de nuevo, él no le dio importancia—. Tengo unas cuantas preguntas que me gustaría hacerle y, en este ambiente, probablemente su libertad esté coartada. ¿Me equivoco?

Sabía que no se equivocaba. En realidad, estaba comprendía bien el juego de aquellas situaciones. Ella no podía decir la verdad en público, ni tampoco en privado. Afortunadamente él podía ser muy… convincente cuando quería. Y como abogado, aunque nunca hubiese ejercido, había aprendido a sacar la información que de vez en cuando requería.
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Mensaje por Aisha Siddhart Dom Oct 04, 2015 8:16 am

Aisha no entendía muy bien qué podría querer charlar un hombre como aquel con ella.  Sin embargo, no tardó mucho en recordar que no se trataba de un hombre corriente; después de todo, poseía aquel aura a su alrededor que lo identificaba como diferente, como especial. Como ella, en cierta manera, aunque no del todo. No sabía decir muy bien qué era, pero había algo en él que le recordaba a algo, o a alguien... Pero era incapaz de determinarlo con exactitud.
Como solía pasarle a menudo con la gente, era capaz de sentir, de alguna manera, lo que sentía aquel hombre. Empatía, lo llamaba Azalea. Don, lo había llamado Benjamin.

Fuera lo que fuera, Aisha sentía algo extraño en ese hombre. Algo inusual, algo diferente. Una especia de calma contenida, como si realizase todos los movimientos de forma automática, como si analizase toda la sala con una sola mirada. Era extraño e interesante a la par, y ella siempre había sido una persona muy curiosa.-Acompáñeme por aquí, entonces.-Guió los pasos de aquel hombre hacia una pequeña sala cercana al bar principal, donde se realizaban bailes privados y otro tipo de negocios, que contaba con un amplio sofá y una mesa en el centro. La postura de su acompañante no le indicaba ningún tipo de deseo hacia ella, por lo que adoptó un tono de voz más suave y menos sinuoso que el que había utilizado con anterioridad.
No quería incomodar a posibles clientes, fueran cuales fuesen sus intenciones.

-Aquí podrá hacerme todas las preguntas que quiera. Le garantizo que trataré de responderlas con la mayor sinceridad posible, aunque le adelanto que no me gustaría poner en ningún compromiso a este local, ni a su dueña.-Soltó una suave carcajada después, pues si bien aquel hombre no se había equivocado al comentar la libertad de expresión de aquel local, lo último que quería era poner en un aprieto a Azalea. Desconocía por completo cuales eran las intenciones de aquel desconocido pero, como siempre, lo trató de la mejor forma que su mentora le había enseñado.-¿Quiere tomar algo primero, o prefiere comenzar directamente con la charla?.-Era una mujer muy directa, y nunca se andaba con rodeos, por lo que optó por aquella vía.

No le pasó por alto el hecho de que no le había preguntado su nombre, por lo que ella decidió hacer lo mismo. De todas formas, ya había adivinado que se trataba de alguien con algún tipo de reputación, por la forma en la que había aceptado acudir a un lugar más apartado.
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Rol Privado Re: Into the wild | Aisha Siddhart

Mensaje por Ahren von Kleist Dom Oct 04, 2015 8:39 am

Llegados a la sala Ahren decidió no entretenerse con los detalles que habían sido así dispuestos. Aquella habitación era ciertamente acogedora y desde la luz hasta su aroma parecía incitar a lo que era obvio que debía responder. No se molestó en parare a olfatear la sala. Tampoco le hizo falta. Además, ya había olfateado lo suficiente, al menos por ahora, para parecer un completo chiflado. Era preferible disimular su sangre lobuna y seguir manteniéndose al margen, aunque fuese mediante el subterfugio y el engaño, o incluso escondiéndose de la mirada de todos los humanos que le rodeaban. En cierta medida, aquella situación era perfecta, pues Ahren despreciaba la condición humana a la par que la envidiaba.

Como fuera, se sentó en uno de los asientos dispuestos para que las bailarinas trabajasen con lo que era su principal herramienta de trabajo. Echó una mirada, por primera vez, a la mujer, tratando de analizar no su pique si no su cuerpo. Efectivamente, era una mujer bella, y aquel aire exótico que era evidente para humanos y mucho más que evidente para él… Como fuese, no se deleitó con su visión más de un instante, si no que decidió mirarla al rostro directamente y volver a hablar con su tono comedido, calmado y en exceso educado. — Por favor, siéntese— le indicó con un ademán que se colocase en cualquier punto del asiento. Era un asiento lo suficientemente amplio para dos personas, y permitía que hubiese cierta distancia—.

Una vez se hubo sentada, él volvió a hablar. Había rechazado las copas con un ademán anteriormente. No le gustaba beber vino fuera de su casa, debido a que rara vez comprendían que lo ansiaba caliente y no frío. Era una de tantas manías que había desarrollado durante la peor de las épocas de su vida. Cuando la sangre manchaba sus labios noche sí y noche también, cuando recordaba en cada instante lo que le habían obligado a hacer. Cuando no podía apartar de su vista el cadáver de su esposa. Y sin embargo, el vino caliente era algo que no podía olvidar. Era como tener sangre en la boca, pero con un sabor mejor. Se sentía mal y se daba asco, pero era algo que no quería abandonar.

Mi nombre es Ahren von Kleist— aún hablaba con cierto desenfado, aunque era un desenfado premeditado y eso también podía notarse—. Técnicamente, soy el Duque de Kleist, en el ahora conocido como Reich Alemán— se notaba que aquel discurso estaba preparado—. Como sea, mi título nobiliario existe pero no es algo que me defina. Para usted seré señor, herr, o cualquier título civil que quiera imponerme. No me importa— el único título que en realidad le importaba era el de Alfa, y ese era un título que no podía usar en público. Por ahora—. ¿Cuál es su nombre, si no es molestia?— el protocolo exigía que se presentase al igual que él había hecho, pero se imaginaba que daría un nombre falso—.
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Rol Privado Re: Into the wild | Aisha Siddhart

Mensaje por Aisha Siddhart Lun Oct 05, 2015 3:57 pm

La situación en sí no era demasiado incómoda, pero la evidente naturaleza diferente de aquel hombre enrarecía el aire y porovocaba que Aisha se sintiese algo más inquieta de lo normal. Al encontrarse frente a alguien ta contenido, tenía que meditar y sopesar muy bien sus palabras y sus actos para no provocar ningún tipo de ofensa, y eso chocaba con la impulsividad de la bailarina.
Seguía sin ser capaz de determinar las intenciones de su interlocutor, pero era evidente que la había escogido a ella por pura casualidad, por lo que las probabilidades de que la hubiese identificado de la misma forma en que lo hizo Benjamin eran prácticamente inexistentes. O eso, o realmente tenía una gran capacidad para controlar no sólo sus actos, si no también sus emociones.

Porque eso era en lo que Aisha era una experta, en emociones. Benjamin se lo había explicado de forma general, pero según él, ella era capaz no sólo de adivinar las emociones de los demás, si no también de controlarlas. Por supuesto, ella jamás había probado tal cosa, y estaba segura de que sería incapaz de conseguirlo incluso si se lo proponía.
Tomó asiento a su lado, dejando un espacio entre ambos lo suficientemente amplio como para que no se tocasen en ningún punto, y colocó su falda para evitar tirones indeseados si cambiaba de postura.-Gracias.- No sabía por qué debía de estar agradecida, pero sabía, por el trato que había tenido con hombres de clase alta, que disfrutaban de una mujer agradecida. Y aunque no estaba muy segura de encontrarse ante un hombre común, decidió por el momento tratarle como a un cliente más.

-Mi nombre es Aisha.- Respondió ella, con total sinceridad.- Carezco de un apellido importante como el suyo, al igual que de un título. Y mi nombre tampoco define quién o cómo soy, por lo que puede llamarme como quiera.-Sonrió para quitarle importancia a sus propias palabras, y habló de nuevo.- Le trataré de usted en todo momento, y le llamaré señor cuando sea preciso, si le parece bien.-Siempre exponía sus preferencias teniendo en cuenta las de los clientes, para dar a entender que los tenía en cuenta, incluso cuando no era así.
Alzó suavemente las cejas, expectante por escuchar las preguntas que aquel duque alemán tenía para ella.
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Rol Privado Re: Into the wild | Aisha Siddhart

Mensaje por Ahren von Kleist Lun Oct 05, 2015 4:50 pm

Por un instante, estuvo a punto de dejarse llevar por la curiosidad. Abordar el tema que con tantas ganas quería asaltar y terminar de una vez por todas con aquella pantomima. En cierto modo, odiaba toda aquella retórica de la que los humanos cargaban las situaciones sociales. Sentarse convenientemente apartados, pero aun así cerca, mirarse a los ojos, pero en realidad querer ver más allá de ellos, escuchar su voz, pero querer escuchar su mente, y todas las demás fórmulas que apenas era capaz de pensar en todas ellas. Casi le parecía una broma. Él había sido tan humano como el que más y no hacía tanto tiempo desde aquello. Sin embargo, llevaba tanto tiempo viviendo en manada que muchas veces todo aquello se le olvidaba por completo. Y eso le divertía.

Aunque no sonrió ni demostró esa diversión, la sintió. Y aquel instinto que le guiaba en la luna llena también. Ambos se regodearon en aquella sensación de desprecio por la humanidad. Le gustaba, en cierta forma, estar tan alejado de aquellos seres que le habían dado la vida y que ahora solo le buscaban para acabar con él. Aquella relación era más o menos recíproca, cabe decir. Si bien Ahren era un firme defensor de la humanidad, tan solo la defendía como un medio para lograr lo que consideraba óptimo. Así que, en realidad, era una relación bastante equitativa. Como fuera, en aquel foro no iba a hablar de tales cosas, sino de otras consideraciones algo más mundanas.

Sonrió al escuchar que le trataría de señor y por usted. De nuevo una sonrisa comedida. Le gustaba que le tratasen con respeto y eso sí que se notó en su rostro. Pero no dijo nada. Toda su expresión fue la sonrisa sincera y una pequeña inclinación de cabeza. No pudo evitar relajarse ligeramente tras aquello. El hecho de saber que le iban a tratar con el respeto que consideraba merecido, hacía que no se mantuviese tan alerta… aunque sí que se mantenía alerta. Como fuese, hizo un pequeño ademán para cambiar de tema y echó una mirada a la mujer. Definitivamente era bella, aunque no sabía hasta qué punto podía tacharla de ello. Si la comparaba con algunas de las hembras de la manada, tampoco era remarcable.

Supongo que sentirá curiosidad— su marcado acento alemán le hacía sonar mucho más duro de lo que realmente trataba de ser— por lo que quiero preguntarle. Cualquiera lo haría, no tiene que preocuparse— la informó de aquello con cierto tono paternalista—. Pero tampoco se preocupe, son preguntas de carácter profesional, no personal… Al menos no estrictamente. Espero que no se sienta ofendida, Aisha, por nada de lo que estoy a punto de decir ahora, pues mi intención está más lejos de eso que de cualquier otra cosa— dejó un breve lapso de tiempo para que la muchacha asumiese aquellas palabras—. Por último, me gustaría acordar algo con usted. A parte de la obvia confidencialidad de esta conversación. Absoluta confidencialidad. Me gustaría que, de querer saber algo, usted lo pregunte. ¿Está bien?
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Mensaje por Aisha Siddhart Mar Oct 06, 2015 4:01 pm

Pese a que la expresión del hombre era inescrutable, Aisha  sabía que se estaba divirtiendo por algún motivo que ella desconocía. Jamás sería capaz de explicar por qué podía saber cómo se sentía, pero podía hacerlo. Y ardía en deseos de preguntarle qué era aquello tan divertido, pero se contuvo. Aquella contención con la que Ahren actuaba era muy extraña, y parecía muy meditada. Como si llevase mucho tiempo trabajando en su autocontrol. Y todo aquello creaba una pregunta en su cabeza, que luchaba contra su sentido común por salir a la superficie. ¿Por qué?
¿Qué podía estar ocultando un hombre con aquel título tan importante? En aquellos momentos, Aisha se sentía como un gato atrapado por la mayor de las curiosidades, y en su cabeza no podía dejar de oír aquel estúpido refrán. “La curiosidad mató al gato”. Y, si ella era el gato, Ahren era la curiosidad que acabaría con ella.
Continuaba sentada en la misma postura, con las piernas cruzadas y la mirada puesta en el rostro de su interlocutor. Era un rostro que, de no estar conteniendo tantas emociones de aquella forma, habría sido incluso más hermoso. Sin duda, el Duque de Kleist era un hombre atractivo que en cualquier otra situación habría despertado otro tipo de atención en ella.

“La verdad es que sí”, quiso contestar, pero dejó que el hombre terminase su explicación antes de intervenir ella. Enarcó una ceja cuando mencionó que su intención no era ofenderla, y asintió cuando hizo una pausa. ¿Qué demonios querría preguntarle, que para ello antes tenía que advertirla? La impulsividad de Aisha estaba tan controlada que se sentía a punto de explotar en cualquier momento, aunque no lo exteriorizase. Era una experta en ocultar sus verdaderas emociones, pues su labor en el Nimbooda así se lo había exigido.

-Está bien. Expongamos esto como una especie de contrato, para simplificarlo todo. Yo le prometo responder a todas y cada una de sus preguntas con total sinceridad, sin tapujos, y además le garantizo que nada de lo hablado aquí saldrá a la luz.-
Aquello era más bien una forma de que ella misma pudiese entender un poco mejor qué estaba a punto de suceder en aquella habitación.-Digamos que, a cambio, usted permitirá que yo haga las preguntas que vea necesarias, aunque ni por asomo se me ocurriría exigir una respuesta para todas ellas.-Realizó una pausa y después sonrió suavemente.- ¿Le parece un buen trato, señor?
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Rol Privado Re: Into the wild | Aisha Siddhart

Mensaje por Ahren von Kleist Mar Oct 06, 2015 5:13 pm

Sin duda alguna, ese trato era espléndido. Posiblemente ni él lo hubiese expresado de una forma más exacta y hablando en términos tan bajos. No se podía decir que aquella mujer no captase las ideas rápido y las sintetizase bien. Eso supuso una sonrisa amable por parte del licántropo, que casi ni contuvo. Sonrió con naturalidad al ver que la mujer había captado su idea, y entonces se dispuso a realizar otra serie de cálculos para su trato. Por supuesto, no iba a desvelar su condición de Licántropo, ni si quiera aunque aceptase el trato. Aquello hubiese sido romper la doctrina, y era algo a lo que no estaba dispuesto, ni muchísimo menos. Él, tenía que dar ejemplo a toda la manada y ser precisamente lo que él esperaba de todos sus hermanos.

¿Qué pasaría si rompía así la Doctrina? No se planteaba aquella opción, por supuesto, sin embargo, se imaginaba la posibilidad. Si rompiese la doctrina, y teniendo en cuenta sus últimos actos, probablemente tratarían de relegarle del cargo. No. No sería Ahren, ni tampoco Alarik. Pero alguien lo haría. ¿Quizás uno de los hermanos Ovesen? Lo dudaba mucho, pero se imaginaba que podría ser. El más joven, Amund, era endemoniadamente listo y parecía más de lo que decía. No era santo de su devoción, si bien se fiaba de él como hermano. A fin de cuentas, ¿Qué podía decir si toda la manada pensaba que él ya no era bueno para ser el Alfa? Desde luego, no podría negarse, aunque dudaba que ninguno fuese tan capaz para gobernar como lo era él.

Efectivamente. Palabra por palabra— confirmó con una sonrisa—. Por cada pregunta que yo haya, usted tendrá una oportunidad para hacerme una pregunta. Y no se preocupe, creo que podré contestar cada una de las preguntas que me haga. A fin de cuentas, no tenemos nada que temer— «pero la información es poder» completó mentalmente—. Bien, entonces tenemos un trato— concluyó—.

Se tomó unos instantes para empezar aquel juego. En gran medida, quería hacerlo cuanto antes, pero no quería abordar el tema como si aquello fuese algo trivial. En realidad, se imaginaba que cualquiera de sus preguntas podría suscitar una reacción agresiva y en ese caso, tendría que controlarse bien- Había dominado sus instintos hasta aquel momento, sin embargo, la Luna Llena todavía estaba reciente y sabía que, de estar en peligro, no se podría controlar mucho tiempo.

Bien, comencemos… Mi primera pregunta es la siguiente: ¿De dónde procede usted? ¿Es nativa de la india o tan solo lo son sus padres?— la pregunta era sutil, posiblemente la mejor forma de abordar el tema que estaba a punto de sacar a colación—.
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Mensaje por Aisha Siddhart Miér Oct 07, 2015 7:58 am

Efectivamente, y como ella había pensado desde un primer momento, cuando el Duque se relajaba parecía otra persona completamente distinta. Quizás cualquier otra persona no habría sido capaz de identificar esos detalles, pero para Aisha eran evidentes. El rostro del hombre había cambiado mucho desde que aquella conversación comenzara, aunque siguiera siendo el mismo.
Con paciencia, parecían estar llegando a un punto intermedio en el que ambos no tenían por qué fingir tanto. Después de todo, eso iba implícito con el trato y la sinceridad que se habían prometido mutuamente.

En su mente ya se había formado una pregunta, una forma de sonsacar algo más de aquel misterioso hombre. Cualquier otra persona habría identificado su pregunta como insolente, atrevida e incluso como parte de su trabajo, pero para Aisha no era así. Era curiosidad, nada más, y esperaba no ofenderle. Habían conseguido bastante, como para echarlo a perder con una estúpida pregunta.
-De acuerdo. Sólo le pido que no se alarme ni ofenda por la primera pregunta que tengo en mente para realizar. Si no la quiere contestar, puede decírmelo con total libertad. Lo comprenderé.-Aclarado aquello, asintió ante sus palabras para hacerle ver que lo comprendía todo a la perfección. Siempre había sido una muchacha inteligente y avispada pese a no tener estudios y apenas saber leer, por lo que no le costaba en absoluto retener las palabras de Ahren.
Era un trato comercial, en el que la mercancía parecía ser la información, y la moneda de camnbio, la sinceridad.
A esas alturas, a Aisha ya no le importaba sacar tajada económica de aquello. La recompensa que se le ofrecía, información, era suficiente para esa noche. Y quizás para las demás.

La primera pregunta no le pilló demasiado de sorpresa. La mayoría de los hombres que acudían al Nimbooda jamás llegaban a preguntarse si de verdad las jóvenes bailarinas eran tan exóticas como aparentaban, o por el contrario eran pura fachada. La respuesta era fácil, por supuesto, aunque algo tediosa.-Soy nativa de la India, sí, pero según me contaron en el orfanato donde me crié, mis padres emigraron a Londres poco después de que yo naciera en busca de una mejor vida. Es lo único que se de mi familia y mi pasado.-Ahorró los detalles acerca de su orfandad, pues ella misma los desconocía. No sabía si sus padres seguían vivos o no, y tampoco le importaba demasiado. No se puede echar de menos algo que no se tuvo nunca.
-Espero haber contestado lo que esperaba, señor.-Comentó, alzando de nuevo una ceja.-Mi turno. Como le he dicho al principio, no busco su incomodidad con esta pregunta, y no quiero que saque conclusiones precipitadas de ella. Simplemente quiero saciar al gato de la curiosidad que me está maullando mentalmente desde que usted solicitó mi compañía.-Hizo una pequeña pausa para ver la reacción del Duque y después continuó.-¿Está usted casado?
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Rol Privado Re: Into the wild | Aisha Siddhart

Mensaje por Ahren von Kleist Miér Oct 07, 2015 9:44 am

Ofender a Ahren puede resultar sencillo en mil y una formas. La primera, probablemente, sea la falta de respeto, quizás por su posición o quizás por su persona en sí misma. Pero en aquel momento, no iba a ser el caso. Las formalidades no entraban en su trato, y eso él lo tenía en cuenta. Sus conocimientos de derecho le dejaban claro que, de querer algo, tendría que remarcarlo en el contrato expedido. Como en aquel caso era un acuerdo verbal, debería haberlo dicho en voz alta cuando expresaban los términos del pacto. No había sido así, pues no le interesaba respetar la intimidad de la mujer, por lo que ella tenía tanto derecho a hacer las preguntas que le diese la gana. Donde ella pusiese el límite él presionaría ligeramente… O esa había sido su idea inicial.

La respuesta de la mujer no se hizo esperar. De hecho, fue una respuesta concisa y aclaratoria en todos los aspectos. Decir que ella era india de nacimiento había sido un acierto, sin embargo había sido criada en Inglaterra. Quizás aquello era lo que le había desconcertado ligeramente. Era más india que algunas, pero no tanto como otras, quizás. Como fuese, aquello solo era pie a una conversación más intensa. Aceptó su respuesta sin mayor comentario, pues tras la respuesta que le daría él en breves, sería su turno para comentar lo que ella había dicho.

No sabría decir si le pilló por sorpresa o no. En parte sí, pues creía que le preguntaría por sus intenciones o su relación con los caballeros de la fiesta, sin embargo, en otra parte no. Había dejado claro que no quería ser visto cerca de ella, mas no fue por el motivo que ella creía. Obviamente, era una cuestión de reputación, sin embargo, una muy distinta a la que ella creía, al parecer. Soltó una ligera carcajada y rechazó la idea con un manotazo al aire. — No, para nada, Aisha— aquello sí que había sido divertido—. Oh, siento que haya malinterpretado mi actitud. Soy viudo. Mi mujer murió hace unos años, cuando yo aún vivía en Prusia. Supongo que tanto secretismo la ha llevado a esa conclusión— en ningún momento había pensado que la mujer fuese, ni mucho menos, estúpida y esa conclusión le había confirmado esa idea. Aisha, como decía llamarse, era una mujer bastante inteligente y observadora. Aquello era agradable—.

Bien, ahora es mi turno— su tono seguía siendo comedido, aunque más afable que unas intervenciones antes. Estaba empezando a coger confianza en aquel juego que habían puesto sobre la mesa—. Si fuiste criada en un orfanato, asumo que no sabrás leer ni escribir. Quizás sepas escribir tu nombre, no lo dudo, pero no podrías leer un libro completo…— se mantuvo pensativo un momento. Aún no había formulado su pregunta, aunque ya la tenía pensada. Aquello era un golpe de efecto meramente dramático, para aparentar que aquella conversación no estaba premeditada—. Mi siguiente pregunta es: ¿A qué os dedicáis tus compañeras y tú exactamente?

Quizás aquello llegaba ligeramente de sopetón, pero debido a la pregunta que Aisha había puesto sobre la mesa, de índole personal y especialmente importante para Ahren, decidió que no hacía falta andarse con medias tintas. Además, el trabajo de las chicas era bastante obvio a todas luces, y negarlo hubiese sido absurdo. Él ya se imaginaba en gran medida cuál era el punto, sin embargo quería asegurarse.
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Mensaje por Aisha Siddhart Lun Oct 12, 2015 3:00 pm

Aisha no era una mujer dada a los rodeos a la hora de hablar, por lo que tendía a ser realmente franca cuando se encontraba en situaciones de ese tipo. Él le había pedido sinceridad en todo momento, y ella se la había dado incluso en la pregunta que había formulado. Tenía más cuestiones preparadas, por supuesto, pero volvía a ser su turno de responder.
Creía entender por dónde iba a encaminarse aquella conversación, pero no quería adelantar acontecimientos ni sonar pretenciosa. No lo era, por supuesto, pero cualquiera habría malinterpretado aquella situación. ¿Un Duque que muestra interés en una vulgar meretriz? La respuesta, en aquella ocasión, era mucho más complicada de lo que cualquier persona normal habría imaginado. Sin embargo, ella prefería aquella incertidumbre a la rutina a la que estaba acostumbrada.
Rutina que en pocos días se había ido desmoronando poco a poco.

Sintió que su pregunta había sido recibida con agrado y suspiró, aliviada. Sin embargo, comenzaba a sentirse bastante incómoda con los otros sentimientos del Duque. Parecía tratarla como si su presencia e incluso su vida no fuesen lo suficientemente importantes, y estaba segura de que solamente la veía como una simple fuente de información. Y Aisha podía ser muchas cosas, pero no toleraba ser fruto de una diversión en la que ella no era partícipe, sino más bien causante. Él había aclarado que su título era meramente burocrático, pero en aquel momento no actuaba como tal. El genio de la bailarina estaba a punto de salir a relucir en aquella conversación.-Cualquiera habría malinterpretado su actitud. Aunque lamento mucho su pérdida.-Esperó unos segundos de cortesía antes de realizar su réplica, para demostrar que tambien sabía ser educada, y después continuó.-Espero, señor, que eso que le parece divertido no sea a mi costa.

Echaba de menos una taza de té para calmar sus ánimos, y se arrepentía de no haber ido a por un poco pese a la negación del hombre ante su invitación. Por lo menos, así podría mentener las manos ocupadas en algo y no las tendría reposando en su regazo, temblando ligeramente debido a la intensidad que había tomado la conversación.
Volvió a levantar una ceja ante las suposiciones del hombre respecto a su cultura y conocimientos, pero no dijo nada. Simplemente aguardó por la pregunta.
-En realidad, Azalea me ha enseñado a leer y a escribir. Aunque razón no le falta, creo que sería capaz de leer un libro. Quizás me llevase más tiempo que a usted, probablemente el doble, pero creo que conseguiría acabarlo.-La pregunta en cuestión sí que la pilló por sorpresa, y no pudo evitar soltar una suave carcajada al oírla.-Creía que mi oficio era más que evidente, señor. Sin embargo, permítame que le diga que el nombre con el que se nos conoce en la calle es un poco... ofensivo.- Permaneció pensativa durante unos segundos y después finalizó su respuesta.- Aquí bailamos, cantamos, servimos bebidas y, además, ofrecemos compañía a personas solitarias que la necesitan. Puede llamarlo como quiera, aunque a mí me gustaría decirle que soy bailarina.

Quizás había dado la respuesta de forma algo enigmática, pero no le cabía la menor duda de que el hombre entendería perfectamente sus palabras. Hizo otra pausa antes de formurlar la siguiente pregunta, y colocó una de sus manos sobre la mesa, para tambolirear ésta con las uñas, de forma rítmica.-¿Cuál es el verdadero motivo de su visita a este local?
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Rol Privado Re: Into the wild | Aisha Siddhart

Mensaje por Ahren von Kleist Sáb Oct 17, 2015 8:41 am

No se permitió perderse en los recuerdos de su pasado. No quiso perderse en la imagen de su mujer, muerta, destrozada, en su salón. Ni si quiera recordaba cómo había pasado, pero sabía que lo había hecho él. Muchas veces se preguntaba si había habido otros licántropos. Soñaba que los hubiese habido, y que él hubiese sido tan solo un espectador de aquel crimen. Pero en el fondo sabía que no había sido así. Sabía que la sangre había bañado sus labios, y sabía que la sangre había sido la de su mujer y la de su hijo menor. Por supuesto, no podía ser de otra manera. Y por eso se odiaba… Aunque recientemente hubiese conseguido asumir aquellas muertes y no sufriese con la sola mención de las mismas. Pese a todo, seguía siendo un tema que prefería evitar. Así que cuando la conversación siguió su curso, lo agradeció.

Incluso después de la falta de respeto de la mujer. Notó que el vello de la nuca se le erizaba, y que su rabia se erguía en él. Sintió su instinto clamar por la violencia. Tenía que hacerse respetar. Una bofetada. Una sencilla y directa bofetada… Pero no. No lo haría. ¿Por qué lo iba a hacer? Su comentario era lícito… él había dicho que le tratase como un igual, aunque con cierto respeto, y él haría lo mismo. Entendía el sentimiento de la mujer. Así que decidió reprimir su mal humor e, incluso, hacer caso a la falta de respeto que había tenido para con su persona. Sí, esa conversación trataba de ser distendida, pero no iba a aguantar a una mujer incapaz de hablar con el respeto que cualquier conversación se debe.

Su sonrisa desapareció por completo, y dejó lugar a un semblante frío, solo marcado por el mal humor que Ahren estaba reprimiendo. No quería ni si quiera pensar en aquellas palabras, pues la Luna Llena estaba reciente y su instinto era más fuerte que él en demasiadas ocasiones. Aquellas fechas eran peligrosas, y él, pese a que tenía una gran capacidad de control, sabía que era algo que podía pasarle factura. «Recuerda la Doctrina» se dijo a sí mismo, y vio cómo su instinto reculaba, frustrado. Sabía que la Doctrina era la mejor manera de controlarse. No quería decepcionar a sus hermanos. Debía ser fuerte.

Comprendo— dijo al segundo comentario de la mujer. Decidió que aquel era un caso particular. Quizás las mujeres de ese local en concreto estuviesen mejor educadas que otras, pero eso no imponía una norma, ni mucho menos—. Sin embargo, podemos aceptar que la mayor parte de sus compañeras de profesión, aunque trabajen para otra… mujer, carecen de esa formación— completó para sí, después de escuchar la pregunta que Aisha tenía que hacerle. Esa pregunta fue interesante y reveladora. Sin duda, cualquiera se podría haber dado cuenta de que Ahren no había ido  allí con la intención de practicar sexo. Ni mucho menos. Sin embargo, probablemente ninguno se hubiese atrevido a preguntar aquello. Volvió a sonreír, ligeramente—. Uhm…— tenía muchas cosas en las que pensar, como la respuesta de Aisha. La sutileza era algo que agradaba a Ahren, a la vez que la despreciaba. Era una forma muy hábil de expresar las cosas que no debían ser expresadas en sociedad. Muy inteligente—.

Bien, mis motivos son varios. El primero, quizás, sea aparecer como quien se supone que debo ser, Ahren Von Kleist, Duque de Kleist y una de las mayores fortunas de Prusia. Como sea, mi fortuna está un tanto… desmejorada y eso me lleva a mi segundo motivo. Tengo que mantener una extensa familia y, por ende, necesito dinero. Así que estoy buscando un sector en el que invertir. Probablemente el textil o el ferrocarril, si quieres mi consejo… Y respecto a nuestra reunión, digamos que siempre he sentido debilidad por las causas perdidas— bromeó, pese a que era verdad. Se consideraba un socialista utópico, y prefería evitar que esa utopía con la que soñaba fuese tan solo eso. Una utopía—.
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