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ienvenidos a Darkness Revival.Estais a punto de adentraros en Londres, año 1890, una época tan peligrosa como atrayente. La alta sociedad se mueve entre bailes oficiales, bodas, cabarets y fumaderos de opio. Las prostitutas y mendigos se ganan como pueden la vida, engañando, robando o estafando. Pero hay algo mucho mas oscuro en las calles de la ciudad del Támesis, más oscuro aún que el terrible Jack. Seres sobrenaturales como brujas, vampiros, metamorfos y malditos se esconden entre los miembros de la sociedad, temerosos de la sangrienta hermandad que les persigue: la Black Dagger Brotherhood. ¿Sobrevivirás? .
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Un mal comienzo no significa que esté todo perdido (Erika)
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Un mal comienzo no significa que esté todo perdido (Erika)
La actuación finalizó cuando sus pies, descalzos, se posaron contra la madera del suelo, tras haber realizado un gran salto hacia atrás. Sus piernas flaquearon y sus rodillas se hundieron en el suelo mientras su espalda se arqueaba hacia atrás en un arco perfecto hasta que su cabeza llegó a chocar contra la madera, con los brazos abiertos hacia el cielo. Los aplausos envolvieron su cuerpo mientras sus labios se curvaban en una sonrisa y una gota perlada de sudor resbaló por su porcelanosa piel. El rojo y pesado telón cayó, separando a espectadores y acróbata y finalmente la muchacha dejó caer todo su cuerpo, dolorido. Se quedó unos segundos así, tirada sobre el suelo de madera, descansando y retomando el aliento, hasta que finalmente se puso en pie. Aún se escuchaban los últimos aplausos y la chica sonrió para sus adentros y asomó uno de sus violaceos ojos por una ranura, contemplando cómo la gente se levantaba de las butacas para retirarse.
El número había acabado y la gente se retiraba de nuevo para vivir sus vidas. Ya no habría más actuaciones por aquel día, así que danzó contenta por el escenario y se dirigió hacia la cocina, o el local que empleaban para la cocina. Había varios pedazos de pan blando y caliente que Cery había traído de la panadería de Betssy que estaba a la vuelta de la esquina. Esa panadería estaba abierta hasta la noche y siempre ofrecía los más deliciosos bollitos calientes que la joven albina había probado. Incluso había algunos que eran dulces... Era la cosa más exquisita que ella había probado hasta su llegada a Londres. Cogió tres o cuatro de los que quedaban, pues no eran muchos y sabía que el resto de sus compañeros ya habían dado buena cuenta de ello. Pegó un gran mordisco a uno de ellos, sonriendo contenta y casi dejando escapar un jadeo de placer al sentir el calorcito del bollo reconfortar el interior de su cuerpo. Era una sensación tan agradabe... Caminaba por los estrechos pasillos de la parte trasera del teatro cuando se quedó parada en medio de este, con los ojos mirando la puerta de su cuarto. Ella la dejaba siempre cerrada. Y esta vez estaba ligeramente abierta. Lo cual era muy extraño pues todos sus compañeros se respetaban entre ellos. Era una norma primordial en la convivencia de los funambulistas. El respeto. Pero esta vez alguien había entrado en su cuarto. La pregunta primordial era quien.
Sin soltar los bollitos horneados, pues se moría de hambre, abrió la puerta con la mano libre. Dentro estaba oscuro, aunque entraba una ligera luz por la ventana que provenía de las farolas de la calle. Escuchó un ligero ruido y giró la cabeza, sobresaltada. -Cery... ¿Eres tú? Ya sabes que no me gusta que entres en mi cuarto.. -rezongó ligeramente molesta mientras giraba la ruedecilla que proporcionaba el gas a una pequeña lámpara pegada a la pared. Cogió una cerilla, aunque para eso tuvo hacer malabares para que los bollos no se cayeran y encendió la lámpara de gas. No es que fuera mucho pero al menos era más luz que la que entraba de la calle. -¿Cery...? - su voz empezó a temblar ligeramente hasta que finalmente sus ojos captaron a una mujer escondida en una esquina, cobijada entre las sobras que no habían sido engullidas por la luz. ¿qué hacía allí? ¿Qué quería... o qué buscaba?
La miró, sin acercarse, sin moverse ni un ápice siquiera.. No parpadeó, no habló siquiera... Pero sus ojos captaron el baúl abierto que ella dejaba siempre cerrada. -¿Estabas...? ¿Estabas robándome?- preguntó sorprendida, casi dejando escapar una carcajada en su voz. ¿Quien querría robarle a una pordiosera como ella? No tenía nada, apenas unas pocas monedas, y los objetos de valor que guardaba eran más por sentimentalismos que por su valor material.. A excepción, claro, del reloj de bolsillo de plata con el escudo de la familia que la abandonó, claro.
El número había acabado y la gente se retiraba de nuevo para vivir sus vidas. Ya no habría más actuaciones por aquel día, así que danzó contenta por el escenario y se dirigió hacia la cocina, o el local que empleaban para la cocina. Había varios pedazos de pan blando y caliente que Cery había traído de la panadería de Betssy que estaba a la vuelta de la esquina. Esa panadería estaba abierta hasta la noche y siempre ofrecía los más deliciosos bollitos calientes que la joven albina había probado. Incluso había algunos que eran dulces... Era la cosa más exquisita que ella había probado hasta su llegada a Londres. Cogió tres o cuatro de los que quedaban, pues no eran muchos y sabía que el resto de sus compañeros ya habían dado buena cuenta de ello. Pegó un gran mordisco a uno de ellos, sonriendo contenta y casi dejando escapar un jadeo de placer al sentir el calorcito del bollo reconfortar el interior de su cuerpo. Era una sensación tan agradabe... Caminaba por los estrechos pasillos de la parte trasera del teatro cuando se quedó parada en medio de este, con los ojos mirando la puerta de su cuarto. Ella la dejaba siempre cerrada. Y esta vez estaba ligeramente abierta. Lo cual era muy extraño pues todos sus compañeros se respetaban entre ellos. Era una norma primordial en la convivencia de los funambulistas. El respeto. Pero esta vez alguien había entrado en su cuarto. La pregunta primordial era quien.
Sin soltar los bollitos horneados, pues se moría de hambre, abrió la puerta con la mano libre. Dentro estaba oscuro, aunque entraba una ligera luz por la ventana que provenía de las farolas de la calle. Escuchó un ligero ruido y giró la cabeza, sobresaltada. -Cery... ¿Eres tú? Ya sabes que no me gusta que entres en mi cuarto.. -rezongó ligeramente molesta mientras giraba la ruedecilla que proporcionaba el gas a una pequeña lámpara pegada a la pared. Cogió una cerilla, aunque para eso tuvo hacer malabares para que los bollos no se cayeran y encendió la lámpara de gas. No es que fuera mucho pero al menos era más luz que la que entraba de la calle. -¿Cery...? - su voz empezó a temblar ligeramente hasta que finalmente sus ojos captaron a una mujer escondida en una esquina, cobijada entre las sobras que no habían sido engullidas por la luz. ¿qué hacía allí? ¿Qué quería... o qué buscaba?
La miró, sin acercarse, sin moverse ni un ápice siquiera.. No parpadeó, no habló siquiera... Pero sus ojos captaron el baúl abierto que ella dejaba siempre cerrada. -¿Estabas...? ¿Estabas robándome?- preguntó sorprendida, casi dejando escapar una carcajada en su voz. ¿Quien querría robarle a una pordiosera como ella? No tenía nada, apenas unas pocas monedas, y los objetos de valor que guardaba eran más por sentimentalismos que por su valor material.. A excepción, claro, del reloj de bolsillo de plata con el escudo de la familia que la abandonó, claro.
La debil luz de la habitación
iluminó sus ojos verde esmeralda..
No tenía miedo de ella,
pero me preguntaba que era lo que quería de mi
o porqué estaba allí..
iluminó sus ojos verde esmeralda..
No tenía miedo de ella,
pero me preguntaba que era lo que quería de mi
o porqué estaba allí..
Re: Un mal comienzo no significa que esté todo perdido (Erika)
No era el primer teatro en el que me colaba, pero era el primero que me sorprendía y no solo por sus actuaciones. Introducirse en un teatro no era tan complicado como muchos podrían pensar, pues eratan habitual que no se conocieran todos entre ellos -sobre todo en los grandes teatros donde los actores no se dignarían a mirar a los técnicos- así como que hubiera caras nuevas ya fuera entre el cuadro de actores, directores o personal que realizaba las actuaciones del tipo que fueran -más si venían de forma temporal para realizar su espectáculo durante algunas semanas- o, sobre todo, entre el equipo técnico como los tramoyista, utileros, iluminadores,.. Pero por si todo eso no era suficiente, lo mejor era escabullirse cuando tenían las puertas abiertas y el público disfrutaba de la función, ya que los trabajadores estarían nerviosos y agobiados con sus respectivas tareas y no estarían pendientes del resto de personas.
En las ocasiones anteriores, cuando me había colado en uno de esos grandes teatros, me había llenado los bolsillos sin preocupación. No importaba en que camerino entrase, casi siempre había algo interesante para coger; ya podían ser pequeñas joyas por las que sacaría un buen dinero en el perista adecuado, o podría encontrar algunas monedas, alguna carta del amante de alguna de las actrices o bailarinas al que podría chantajear por mi silencio para que la buena sociedad o, peor, su esposa conociera esa relación. También podía darse el caso de encontrar alguna bandeja con comida o algo de beber. Sea lo que fuera lo que encontrase, siempre había algo con lo que llenar mis bolsillos y, una vez fuera, lo cambiaría para llenar mi estómago. Pero en este lugar no había nada o, al menos, nada que me pudiera servir.
Había entrado en un par de habitaciones y todas parecían estar amuebladas de forma austera y la cantidad de objetos de valor era casi irrisoria. Acababa de revisar la última habitación; no es que fuera la última, sino que había decidido que allí no iba a encontrar nada de valor y lo mejor era marcharse a "trabajar" a otro lugar. Dejé escapar un suspiro frustrado mientras salía al pasillo, dispuesta a seguir mis nuevos planes cuando escuché que alguien se acercaba por ese mismo pasillo y no me quedó otra opción que volver a entrar en la habitación. Había pensado cerrar la puerta pero era posible que quien se acercaba escuchase el ruido y no quería llamar la atención de forma alguna. El problema era que allí no había donde no esconderse y lo único que podía hacer era mantenerme entre las sombras, pegada a la pared y rezar para que quien fuera pasara de largo.
Maldije en mi pensamiento para no emitir sonido alguno cuando la puerta se abrió un poco más y la voz de una muchacha se escuchó, estaba claro que el de ahí arriba tenía cosas más importantes en las que pensar que en ayudar a una muchacha como yo. Miré a aquella muchacha mientras me debatía pensando en cómo actuar. La habitación solo tenía dos salidas: la ventana por la que se colaba la luz de la calle y la puerta por la que había entrado la chica. Podía ignorarla y dirigirme hacia la ventana, abrirla y salir pero, por rápida que pudiera ser, ella podría intentar retenerme y acusarme de robo mientras me paraba a abrir esa salida. La opción de la puerta también estaba descartada pues tendría que correr hacia ella, empujarla para salir por la puerta y esperar que ella no emitiera algún ruido que pudiera delatarme frente a sus compañeros de escenario, sería la opción que escogería si no fuera porque era o estaba tan pálida que parecía demasiado enferma y suponía que un golpe así podría dañarla de alguna forma. El daño físico no entraba en mis planes cuando trabaja salvo que realmente no hubiera otra opción y siempre que no fuera a personas más pobres, enfermas o desvalidas que yo; estaba claro que en esta ocasión, ella era alguien así. Sólo me quedaba enfrentarme a la situación e intentar escapar de la mejor forma posible y, si me retenían, sabía que antes o después Jack me sacaría del apuro.
Al escuchar la pregunta y el amago de carcajada, gruñí levemente. Estaba molesta tanto por no haber pillado nada como porque me hubieran pillado a mí. Hacía mucho tiempo que algo así no me ocurría, Jack se preocuparía si se enteraba. - Claro que no - protesté con firmeza aunque eso no explicase en absoluto qué más podía estar haciendo en esa habitación - No se puede robar cuando no hay nada - añadí mirando toda la habitación con desilusión. Me mantuve pegada a la pared y la observé desde los pies hasta la cabeza - Estás muy pálida - comenté con cierta curiosidad, -me parecía más adecuado que preguntarle directamente si estaba enferma-, mientras lanzaba una fugaz mirada a los bollos que cargaba la muchacha en una de sus manos. Tenía hambre y esos bollos olían deliciosamente. Le pediría alguno pero si estaba enferma, ella los necesitaría más que yo.
Volví a recorrer la habitación con la mirada antes de centrarme en la puerta por un instante. Lo esencial era salir de allí y cuanto antes mejor. Tendría que convencerla para que me dejase salir sin más - No he cogido absolutamente nada ni en esta ni en ninguna otra habitación. - afirmé con sinceridad antes de añadir - Si prometes no hacer ruido y delatarme, me iré sin causar ningún daño a nadie - Era cierto en parte, es decir, aunque ella no accediera yo no iba a causar ningún daño o, al menos, no a ella. Pero ella no lo sabía y quizás la sutil amenaza la asustaría lo suficiente para que estuviera de acuerdo con el trato y me dejaría el camino libre para salir sin mayor contratiempo de allí.
En las ocasiones anteriores, cuando me había colado en uno de esos grandes teatros, me había llenado los bolsillos sin preocupación. No importaba en que camerino entrase, casi siempre había algo interesante para coger; ya podían ser pequeñas joyas por las que sacaría un buen dinero en el perista adecuado, o podría encontrar algunas monedas, alguna carta del amante de alguna de las actrices o bailarinas al que podría chantajear por mi silencio para que la buena sociedad o, peor, su esposa conociera esa relación. También podía darse el caso de encontrar alguna bandeja con comida o algo de beber. Sea lo que fuera lo que encontrase, siempre había algo con lo que llenar mis bolsillos y, una vez fuera, lo cambiaría para llenar mi estómago. Pero en este lugar no había nada o, al menos, nada que me pudiera servir.
Había entrado en un par de habitaciones y todas parecían estar amuebladas de forma austera y la cantidad de objetos de valor era casi irrisoria. Acababa de revisar la última habitación; no es que fuera la última, sino que había decidido que allí no iba a encontrar nada de valor y lo mejor era marcharse a "trabajar" a otro lugar. Dejé escapar un suspiro frustrado mientras salía al pasillo, dispuesta a seguir mis nuevos planes cuando escuché que alguien se acercaba por ese mismo pasillo y no me quedó otra opción que volver a entrar en la habitación. Había pensado cerrar la puerta pero era posible que quien se acercaba escuchase el ruido y no quería llamar la atención de forma alguna. El problema era que allí no había donde no esconderse y lo único que podía hacer era mantenerme entre las sombras, pegada a la pared y rezar para que quien fuera pasara de largo.
Maldije en mi pensamiento para no emitir sonido alguno cuando la puerta se abrió un poco más y la voz de una muchacha se escuchó, estaba claro que el de ahí arriba tenía cosas más importantes en las que pensar que en ayudar a una muchacha como yo. Miré a aquella muchacha mientras me debatía pensando en cómo actuar. La habitación solo tenía dos salidas: la ventana por la que se colaba la luz de la calle y la puerta por la que había entrado la chica. Podía ignorarla y dirigirme hacia la ventana, abrirla y salir pero, por rápida que pudiera ser, ella podría intentar retenerme y acusarme de robo mientras me paraba a abrir esa salida. La opción de la puerta también estaba descartada pues tendría que correr hacia ella, empujarla para salir por la puerta y esperar que ella no emitiera algún ruido que pudiera delatarme frente a sus compañeros de escenario, sería la opción que escogería si no fuera porque era o estaba tan pálida que parecía demasiado enferma y suponía que un golpe así podría dañarla de alguna forma. El daño físico no entraba en mis planes cuando trabaja salvo que realmente no hubiera otra opción y siempre que no fuera a personas más pobres, enfermas o desvalidas que yo; estaba claro que en esta ocasión, ella era alguien así. Sólo me quedaba enfrentarme a la situación e intentar escapar de la mejor forma posible y, si me retenían, sabía que antes o después Jack me sacaría del apuro.
Al escuchar la pregunta y el amago de carcajada, gruñí levemente. Estaba molesta tanto por no haber pillado nada como porque me hubieran pillado a mí. Hacía mucho tiempo que algo así no me ocurría, Jack se preocuparía si se enteraba. - Claro que no - protesté con firmeza aunque eso no explicase en absoluto qué más podía estar haciendo en esa habitación - No se puede robar cuando no hay nada - añadí mirando toda la habitación con desilusión. Me mantuve pegada a la pared y la observé desde los pies hasta la cabeza - Estás muy pálida - comenté con cierta curiosidad, -me parecía más adecuado que preguntarle directamente si estaba enferma-, mientras lanzaba una fugaz mirada a los bollos que cargaba la muchacha en una de sus manos. Tenía hambre y esos bollos olían deliciosamente. Le pediría alguno pero si estaba enferma, ella los necesitaría más que yo.
Volví a recorrer la habitación con la mirada antes de centrarme en la puerta por un instante. Lo esencial era salir de allí y cuanto antes mejor. Tendría que convencerla para que me dejase salir sin más - No he cogido absolutamente nada ni en esta ni en ninguna otra habitación. - afirmé con sinceridad antes de añadir - Si prometes no hacer ruido y delatarme, me iré sin causar ningún daño a nadie - Era cierto en parte, es decir, aunque ella no accediera yo no iba a causar ningún daño o, al menos, no a ella. Pero ella no lo sabía y quizás la sutil amenaza la asustaría lo suficiente para que estuviera de acuerdo con el trato y me dejaría el camino libre para salir sin mayor contratiempo de allí.
Erika Shadow- Clase Baja
- Ocupacion : Ladrona
Localización : Donde menos lo esperes
Re: Un mal comienzo no significa que esté todo perdido (Erika)
-No tengo nada de valor aquí... -respondió Charlotte con tranquilidad pese a que debería estar asustada. Era la primera vez que alguien se colaba en su cuarto, un desconocido. Desconocida más bien en este caso. Estrechó la mirada tratando de captar más de la voz de aquella mujer. No le importó el tono de fiereza, a la defensiva, que utilizaba aquella mujer. Sabía que lo hacía para defenderse por haberla pillado, pero a Charlotte no le importaba.. Sabía que no se había llevado nada... El reloj estaba demasiado bien escondido y en cuanto al resto... Nadie querría llevarse unos viejos y ajados vestidos que usaba para sus funciones. Aún así, Lottie le sonrió ante aquel comentario.
-Estoy pálida, señorita... Pero me temo que soy así.. no es que esté enferma, si es lo que está pensando.. Todo el mundo lo piensa en realidad.. - encogió sus finos y delgaduchos hombros, sin borrar la sonrisa de su rostro.
Si algo la caracterizaba, es que era amable. Siempre. Aún en la peor de las circunstancias, Charlotte trataba de ser amable con todo el mundo, era su naturaleza, su carácter..
-No voy a delatarte, tranquila. Sé que no has cogido nada... Nosotros no tenemos nada de gran valor material.. Quizá unas pocas monedas, y las gastamos en alimentos, o en pagar el alquiler de teatro para poder vivir, poco más... Lo demás que tenemos son todos viejos objetos que no valdrían ni un penique... Lo lamento... -se disculpó con una sonrisa, casi divertida, contenta. -Lo lamento... Aunque si necesitas dinero... Quizá pueda ofrecerte unas monedas.. Aunque... - Miró los bollos que aún tenía en sus manos y dando varios pasos hacia la mujer, que todavía permanecía en las sombras, extendió una mano, tendiéndole uno de los bollos que se iba enfriando poco a poco. -Toma... Come algo, quizás te venga bien...- le sonrió de nuevo, con una sonrisa sincera. -¿Cómo te llamas? Yo soy Charlotte... Aunque puedes llamarme Lottie..- esperó a que tomara el bollito. No le había mentido, no la iba a delatar... Y si por casualidad, la chica había mentido y se había llevado algo... no iba a decir nada. Ella no lo había hecho, pero si es cierto que alguno de sus compañeros, eventualmente hacía uso de unos dedos largos para robar algunos objetos a los espectadores. -¿Tienes hambre? Podría darte algo de cenar... Creo que hoy han cocinado estofado... No es gran cosa, pero al menos las patatas y la verdura están buenas..
-Estoy pálida, señorita... Pero me temo que soy así.. no es que esté enferma, si es lo que está pensando.. Todo el mundo lo piensa en realidad.. - encogió sus finos y delgaduchos hombros, sin borrar la sonrisa de su rostro.
Si algo la caracterizaba, es que era amable. Siempre. Aún en la peor de las circunstancias, Charlotte trataba de ser amable con todo el mundo, era su naturaleza, su carácter..
-No voy a delatarte, tranquila. Sé que no has cogido nada... Nosotros no tenemos nada de gran valor material.. Quizá unas pocas monedas, y las gastamos en alimentos, o en pagar el alquiler de teatro para poder vivir, poco más... Lo demás que tenemos son todos viejos objetos que no valdrían ni un penique... Lo lamento... -se disculpó con una sonrisa, casi divertida, contenta. -Lo lamento... Aunque si necesitas dinero... Quizá pueda ofrecerte unas monedas.. Aunque... - Miró los bollos que aún tenía en sus manos y dando varios pasos hacia la mujer, que todavía permanecía en las sombras, extendió una mano, tendiéndole uno de los bollos que se iba enfriando poco a poco. -Toma... Come algo, quizás te venga bien...- le sonrió de nuevo, con una sonrisa sincera. -¿Cómo te llamas? Yo soy Charlotte... Aunque puedes llamarme Lottie..- esperó a que tomara el bollito. No le había mentido, no la iba a delatar... Y si por casualidad, la chica había mentido y se había llevado algo... no iba a decir nada. Ella no lo había hecho, pero si es cierto que alguno de sus compañeros, eventualmente hacía uso de unos dedos largos para robar algunos objetos a los espectadores. -¿Tienes hambre? Podría darte algo de cenar... Creo que hoy han cocinado estofado... No es gran cosa, pero al menos las patatas y la verdura están buenas..
Re: Un mal comienzo no significa que esté todo perdido (Erika)
Me sorprendió que la chica no se mostrase asustada o desconfiada, entre otras opciones. Hacía mucho tiempo que no me pillaban, desde hacía ya varios años cuando estaba aprendiendo; pero en aquellas ocasiones las damiselas con las que me había cruzado se habían puesto a gritar como ratoncillos asustados e incluso habían caído desmayadas, posiblemente porque con el cuerpo comprimido con los corsés y los pulmones vacíos por el grito, no les quedaba posibilidad para respirar. Hasta ahora, sólo los de clase media habían hecho algo más que asombrarse o asustarse al verme.
Ladeé la cabeza un poco ante sus palabras y examiné la piel que se podía ver - No pretendía ofender, sólo que no había visto nunca a nadie tan pálido. - comenté a modo de disculpa aunque el tono seguía siendo de curiosidad - Parece que fueras como esas muñecas de porcelana. - pensé en voz alta - Si no es por enfermedad, ¿Por qué tu piel es tan blanca? - pregunté intentando comprender qué le pasaba.
Si ya había estado sorprendida por su falta de miedo que además se disculpase por no tener nada de valor para robar me dejó totalmente anonadada, con la mandíbula a punto de abrirse sin poder reaccionar. Una de dos, o esa muchacha era demasiado inocente o era su forma de manipular a los demás. No me lo iba a decir pero igual, lo mejor era preguntarle - ¿Qué clase de persona se disculpa por no tener algo que le puedan robar? - pregunté con cierta desconfianza mientras meneaba la cabeza - No voy a quitarte las pocas monedas que tengas, sólo pensé que en el teatro habría algo más.. como en los otros. - afirmé mientras la seguía observando sin entender porqué parecía estar tan tranquila junto a mí.
No tenía pensado aceptar el bollito cuando lo acercó en ofrenda pero su aroma alcanzó mi nariz y se introdujo lentamente en mis pulmones. Olía tan bien, un poco dulce y caliente.. que antes de darme cuenta alargué el brazo y lo cogí para llevarlo hasta mi nariz y poder olerlo mejor. Acto seguido lo guardé en el bolsillo de mi chaqueta, se lo llevaría a Jack; puede que estuviera frío cuando se lo diera pero seguiría estando mejor que muchas de las comidas que solíamos tener. - Gracias - murmuré aún desconfiada - Yo soy.. sombra. - respondí automáticamente como siempre que preguntaban mi nombre pues no me gustaba dar mi nombre hasta estar segura que se podía confiar en la otra persona. Después de todo, no era del todo mentira pero tampoco era del todo cierto.
Fruncí el ceño cuando me ofreció algo de comer. No creí que me fuera a envenenar, aunque nunca se sabía; no, mi reticencia se debía más al teatro en si mismo. Con lo poco que tenían, no estaba segura si tendrían tal cantidad de comida como para repartir platos gratis alegremente y una de mis pocas normas era precisamente no robar a los que tenían tan poco como yo. Volví a mirar hacia la puerta, quizás podía decirle que sí y en cuanto saliera por la puerta tendría el hueco necesario para escapar de allí, sólo que ella se estaba mostrando amable y, ya fuera por la falta de costumbre o por su aspecto inocente y enfermizo, no me parecía bien hacerle algo así. Hice una mueca de rechazo hacia mí misma por esos pensamientos y miré la puerta una vez más. - No quiero quitaros vuestra comida, pero si tenéis de sobra.. no me importaría probarlo - confesé un poco reticente de mis propias palabras.
Ladeé la cabeza un poco ante sus palabras y examiné la piel que se podía ver - No pretendía ofender, sólo que no había visto nunca a nadie tan pálido. - comenté a modo de disculpa aunque el tono seguía siendo de curiosidad - Parece que fueras como esas muñecas de porcelana. - pensé en voz alta - Si no es por enfermedad, ¿Por qué tu piel es tan blanca? - pregunté intentando comprender qué le pasaba.
Si ya había estado sorprendida por su falta de miedo que además se disculpase por no tener nada de valor para robar me dejó totalmente anonadada, con la mandíbula a punto de abrirse sin poder reaccionar. Una de dos, o esa muchacha era demasiado inocente o era su forma de manipular a los demás. No me lo iba a decir pero igual, lo mejor era preguntarle - ¿Qué clase de persona se disculpa por no tener algo que le puedan robar? - pregunté con cierta desconfianza mientras meneaba la cabeza - No voy a quitarte las pocas monedas que tengas, sólo pensé que en el teatro habría algo más.. como en los otros. - afirmé mientras la seguía observando sin entender porqué parecía estar tan tranquila junto a mí.
No tenía pensado aceptar el bollito cuando lo acercó en ofrenda pero su aroma alcanzó mi nariz y se introdujo lentamente en mis pulmones. Olía tan bien, un poco dulce y caliente.. que antes de darme cuenta alargué el brazo y lo cogí para llevarlo hasta mi nariz y poder olerlo mejor. Acto seguido lo guardé en el bolsillo de mi chaqueta, se lo llevaría a Jack; puede que estuviera frío cuando se lo diera pero seguiría estando mejor que muchas de las comidas que solíamos tener. - Gracias - murmuré aún desconfiada - Yo soy.. sombra. - respondí automáticamente como siempre que preguntaban mi nombre pues no me gustaba dar mi nombre hasta estar segura que se podía confiar en la otra persona. Después de todo, no era del todo mentira pero tampoco era del todo cierto.
Fruncí el ceño cuando me ofreció algo de comer. No creí que me fuera a envenenar, aunque nunca se sabía; no, mi reticencia se debía más al teatro en si mismo. Con lo poco que tenían, no estaba segura si tendrían tal cantidad de comida como para repartir platos gratis alegremente y una de mis pocas normas era precisamente no robar a los que tenían tan poco como yo. Volví a mirar hacia la puerta, quizás podía decirle que sí y en cuanto saliera por la puerta tendría el hueco necesario para escapar de allí, sólo que ella se estaba mostrando amable y, ya fuera por la falta de costumbre o por su aspecto inocente y enfermizo, no me parecía bien hacerle algo así. Hice una mueca de rechazo hacia mí misma por esos pensamientos y miré la puerta una vez más. - No quiero quitaros vuestra comida, pero si tenéis de sobra.. no me importaría probarlo - confesé un poco reticente de mis propias palabras.
Erika Shadow- Clase Baja
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