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ienvenidos a Darkness Revival.Estais a punto de adentraros en Londres, año 1890, una época tan peligrosa como atrayente. La alta sociedad se mueve entre bailes oficiales, bodas, cabarets y fumaderos de opio. Las prostitutas y mendigos se ganan como pueden la vida, engañando, robando o estafando. Pero hay algo mucho mas oscuro en las calles de la ciudad del Támesis, más oscuro aún que el terrible Jack. Seres sobrenaturales como brujas, vampiros, metamorfos y malditos se esconden entre los miembros de la sociedad, temerosos de la sangrienta hermandad que les persigue: la Black Dagger Brotherhood. ¿Sobrevivirás? .
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Eleanor Grosvenor
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Eleanor Grosvenor
Eleanor Grosvenor
Vampira | Nobleza | 500 años | Pansexual | PB: Simone Simons |
Descripción Psicológica
Eleanor es una mujer que ha vivido muchos años. Muchos es exactamente eso, muchos más de los que cualquier ser humano podría imaginar. Eso la lleva a ser una mujer que ha visto y vivido demasiadas cosas. Es la voz de la experiencia. Es una mujer sabia, inteligente y culta. En realidad, algo tiene que ver su procedencia. Creció en una España en formación, en una familia que actualmente se consideraría pobre pero que en la época era similar a la actual nobleza.
Durante los cinco siglos que lleva vividos, Eleanor se ha dedicado a cultivar su carácter y su mente a tiempo que el mundo cambiaba y así lo hacía ella. Una mujer adaptable, versátil y con facilidad para ver el mundo evolucionar. Cree realmente en la evolución del mundo y no hay nada que más ansíe que ver los cambios que depare el futuro.
Es una mujer calmada que se deleita de actividades intelectuales, tales como la lectura, jugar al ajedrez, la música o la pintura. Es un alma de artes, pero aun ama con más fervor la filosofía. Ha visto evolucionar tanto arte como ciencia y filosofía y cree que no hay nada más interesante que el aprendizaje.
Una mujer amable, accesible y con alma caritativa. Piadosa y amigable. Es extraño verla enfadada o fuera de sus casillas. Siempre suele tender una mano a quien se la pide y ayuda a todo aquel que pida ayuda y merezca dicha ayuda. No suele juzgar a nadie ni por su clase ni por su nombre, si no por sus hazañas.
Es una mujer diseñada para ser madre, o eso ha dicho ella con mucha frecuencia. Ya perdió a un hijo y ha perseguido el sueño de poder cuidar de otro durante toda su vida. Protectora, cariñosa y cálida, es alguien que fácilmente puede ganarse la confianza de los demás.
Pero no todo es bueno. Eleanor es una mujer vengativa, como ha demostrado en ocasiones. No suele montar en cólera, pero eso no significa que no lleve por dentro enfado, rencor e ira. Sabe disfrazad muy bien sus emociones, pero si alguien le hace daño, se vengará. Puede que no al momento, ni siquiera al día siguiente, pero la venganza llegará. Es paciente y no perdona.
Durante los cinco siglos que lleva vividos, Eleanor se ha dedicado a cultivar su carácter y su mente a tiempo que el mundo cambiaba y así lo hacía ella. Una mujer adaptable, versátil y con facilidad para ver el mundo evolucionar. Cree realmente en la evolución del mundo y no hay nada que más ansíe que ver los cambios que depare el futuro.
Es una mujer calmada que se deleita de actividades intelectuales, tales como la lectura, jugar al ajedrez, la música o la pintura. Es un alma de artes, pero aun ama con más fervor la filosofía. Ha visto evolucionar tanto arte como ciencia y filosofía y cree que no hay nada más interesante que el aprendizaje.
Una mujer amable, accesible y con alma caritativa. Piadosa y amigable. Es extraño verla enfadada o fuera de sus casillas. Siempre suele tender una mano a quien se la pide y ayuda a todo aquel que pida ayuda y merezca dicha ayuda. No suele juzgar a nadie ni por su clase ni por su nombre, si no por sus hazañas.
Es una mujer diseñada para ser madre, o eso ha dicho ella con mucha frecuencia. Ya perdió a un hijo y ha perseguido el sueño de poder cuidar de otro durante toda su vida. Protectora, cariñosa y cálida, es alguien que fácilmente puede ganarse la confianza de los demás.
Pero no todo es bueno. Eleanor es una mujer vengativa, como ha demostrado en ocasiones. No suele montar en cólera, pero eso no significa que no lleve por dentro enfado, rencor e ira. Sabe disfrazad muy bien sus emociones, pero si alguien le hace daño, se vengará. Puede que no al momento, ni siquiera al día siguiente, pero la venganza llegará. Es paciente y no perdona.
Historia
La España del 1300 era una España sombría, una España sucia. Las ciudades olían mal y la pobreza era lo más usual, como en casi todas las sociedades medievales. Pocos eran los señores, y muchos los plebeyos. Eleanor nació en esa España bajo el nombre de Carmen. Era la hija de un señor feudal, así que nunca conoció la mala vida de los plebeyos. Las tierras de su padre se situaban al noreste de la península ibérica. Una buena zona, con plebeyos que trabajaban las tierras. Comida abundante, un servicio fiel… Carmen no conoció penurias. Su infancia fue cómoda y tuvo una educación católica. Aprendió a leer, a coser y a ser una buena futura esposa.
No tardó en llegar el momento que su padre parecía estar esperando desde que su hija naciese. A los 14 años, su padre le informó de que debía empacar sus cosas y que un carro la llevaría al sur de la península donde un hombre con el que se había carteado durante meses, la desposaría. Un buen negocio para los padres de Carmen, pero algo que no agradó en lo mas mínimo a la pequeña que, con 14 años tuvo que abandonar su casa para viajar al sur, a tierra extraña y sola.
Cuando cumplió los quince años un hombre quince años mayor que ella la desposó y Carmen engendró a su hijo, pues era todo lo que él quería de ella. No puede decirse que fuese infeliz, nunca fue estúpida y bien sabía que su marido ocupaba su tiempo con otras mujeres. Por su parte, Carmen se centró en su hijo. Durante diez años, disfrutó de ver crecer a su pequeño Juan, hasta que lo atacaron unas fuertes fiebres. Juan murió cuando casi iba a cumplir 11 años, y Carmen quedó desolada.
Durante un año entero se acogió al luto para no tener que engendrar otro hijo. Hasta que se le acabaron las excusas que dar a su marido, y este la obligó a intentar engendrar uno nuevo. Pese a los muchos intentos, nunca surtió efecto. Por muchas veces que lo intentaban nunca concebían y su marido perdió la calma hasta acusarla a ella de ser la culpable. Fue precisamente durante esa época cuando conoció a Lázaro, el Maestre de la Orden de Santiago. Pero Lázaro era más que lo que fingía ser. No lo supo de inmediato, igual que tampoco sabía de la enemistad que su marido y él se profesaban. Sin embargo, su marido empezó a molestarse por las constantes salidas de su esposa, y más cuando descubrió con quien empleaba su tiempo. Amenazó a su mujer delante de Lázaro y la avergonzó públicamente. No era un secreto que su marido tenía amantes para cada día de la semana, pero que acusasen a una mujer de adultera era otro tema. Lázaro se las ingenió para sacar a Carmen de la ciudad y le contó que era. Fascinada ante la promesa de poder seguir viendo las maravillas del mundo, Carmen pidió a Lázaro ser inmortal. Lázaro aceptó, con una única condición, a cambio de la inmortalidad ella le debería un favor. Sin siquiera saber el precio que debería pagar, Carmen aceptó.
Lázaro la llevó a las mazmorras del castillo de la Orden sin contarle nada sobre el proceso que estaba a punto de sufrir. Carmen estaba convencida de que sería un proceso rápido, algo sin demasiada importancia, así que le siguió sin pedir explicaciones. Lázaro mordió la muñeca de Carmen y bebió de ella, casi hasta vaciarla. Lo que empezó como un leve cosquilleo se tornó mareo, debilidad y luego dolor. Un dolor horrible. Primero la quemazón subiendo por el brazo, en el cuello y finalmente en el pecho. Ni siquiera recuerda el tiempo que estuvo en aquellas mazmorras entre la vida y la muerte, gimiendo por el atroz dolor que la invadí sin remedio. Quiso dejarse morir, pero al final pasó. Y despertó, como un ser nuevo y sediento.
Lázaro no tardó demasiado en reclamar el favor que Carmen le debía. Dada la enemistad con el marido de Carmen, Lázaro pidió a Carmen que fingiesen su asesinato. Carmen, que nada tenía en contra de aquel plan, accedió sin reparos. Hacer a su marido perder la honra no pintaba mal, y que ella pudiese desaparecer tras su “muerte” tampoco le parecía mala cosa.
Pero aquella era una mala época para una neófita. La Santa Inquisición había empezado a perseguir a los infieles y no fue complicado seguir el rastro de Carmen. Una noche, descontrolada por la sed, unos agentes de la Inquisición la cazaron. Fue directamente a prisión donde la tuvieron cerca de un mes. Las influencias de Lázaro fueron las que, una vez más, consiguieron sacarla del lío en que se había metido y la obligó a huir de España. Carmen subió a un barco que la llevaría a Italia. Y fue allí donde empezó su vida. Llegó a Italia sin demasiados recursos, pero no le fue complicado mezclarse entre las cortes.
En Italia, fue donde empezó a vivir como lo que realmente era y, sorprendentemente, descubrió que Lázaro y ella no eran los únicos. Conoció a otros vampiros en Italia y poco a poco se acostumbró a la vida nocturna, a la alimentación y aprendió a no llamar la atención. Por aquel entonces conoció a Stefano y a Margheritta, su compañera. Junto con ellos pasó muchos años, pero nunca más de cinco o seis en cada ciudad. Stefano era un noble italiano, adinerado, y podía permitirse cambiar de localidad con facilidad.
Fue hacia 1840, tras la muerte de Margheritta, cuando Stefano y Carmen se separaron. Carmen había cambiado su nombre hacía tiempo. Habían llegado a Gran Bretaña durante la primera década del 1700 y en aquellos 100 años había sido capaz de perfeccionar su inglés hasta tal punto que sonaba nativo. Llegó a Londres bajo el nombre de Eleanor Barnes que decía ser una muchacha de 25 años de buena familia, que, por desgracia había perdido a sus padres no hacía demasiado. No le costó enamorar al Duque de Westminster y contrajeron nupcias un par de años después de conocerse. Varios meses tras la boda, Eleanor empezó a tener síntomas (falsos, cabe destacar) de estar enferma y su sirvienta personal dio al conde de Westiminster la noticia de que su esposa estaba embarazada y que se marcharían a la casa familiar de la señora Grosvenor para cambiar de aires y relajarse. Obviamente, Eleanor no podía dar a luz, pero su sirvienta conocía a una mujer que saldría de cuentas en nueve meses y que, debido a su bajo poder económico no podría mantener a su hijo. Eleanor adoptó al bebé en cuanto nació y volvió con él a Cheshire, para criarlo junto a su marido.
Sin embargo, un desafortunado accidente de saludo se llevó al duque de Grosvenor cuando el pequeño solo tenía cinco años. Eleanor, como madre del futuro Duque, asumió el ducado hasta que su pequeño fuese mayor de edad.
No tardó en llegar el momento que su padre parecía estar esperando desde que su hija naciese. A los 14 años, su padre le informó de que debía empacar sus cosas y que un carro la llevaría al sur de la península donde un hombre con el que se había carteado durante meses, la desposaría. Un buen negocio para los padres de Carmen, pero algo que no agradó en lo mas mínimo a la pequeña que, con 14 años tuvo que abandonar su casa para viajar al sur, a tierra extraña y sola.
Cuando cumplió los quince años un hombre quince años mayor que ella la desposó y Carmen engendró a su hijo, pues era todo lo que él quería de ella. No puede decirse que fuese infeliz, nunca fue estúpida y bien sabía que su marido ocupaba su tiempo con otras mujeres. Por su parte, Carmen se centró en su hijo. Durante diez años, disfrutó de ver crecer a su pequeño Juan, hasta que lo atacaron unas fuertes fiebres. Juan murió cuando casi iba a cumplir 11 años, y Carmen quedó desolada.
Durante un año entero se acogió al luto para no tener que engendrar otro hijo. Hasta que se le acabaron las excusas que dar a su marido, y este la obligó a intentar engendrar uno nuevo. Pese a los muchos intentos, nunca surtió efecto. Por muchas veces que lo intentaban nunca concebían y su marido perdió la calma hasta acusarla a ella de ser la culpable. Fue precisamente durante esa época cuando conoció a Lázaro, el Maestre de la Orden de Santiago. Pero Lázaro era más que lo que fingía ser. No lo supo de inmediato, igual que tampoco sabía de la enemistad que su marido y él se profesaban. Sin embargo, su marido empezó a molestarse por las constantes salidas de su esposa, y más cuando descubrió con quien empleaba su tiempo. Amenazó a su mujer delante de Lázaro y la avergonzó públicamente. No era un secreto que su marido tenía amantes para cada día de la semana, pero que acusasen a una mujer de adultera era otro tema. Lázaro se las ingenió para sacar a Carmen de la ciudad y le contó que era. Fascinada ante la promesa de poder seguir viendo las maravillas del mundo, Carmen pidió a Lázaro ser inmortal. Lázaro aceptó, con una única condición, a cambio de la inmortalidad ella le debería un favor. Sin siquiera saber el precio que debería pagar, Carmen aceptó.
Lázaro la llevó a las mazmorras del castillo de la Orden sin contarle nada sobre el proceso que estaba a punto de sufrir. Carmen estaba convencida de que sería un proceso rápido, algo sin demasiada importancia, así que le siguió sin pedir explicaciones. Lázaro mordió la muñeca de Carmen y bebió de ella, casi hasta vaciarla. Lo que empezó como un leve cosquilleo se tornó mareo, debilidad y luego dolor. Un dolor horrible. Primero la quemazón subiendo por el brazo, en el cuello y finalmente en el pecho. Ni siquiera recuerda el tiempo que estuvo en aquellas mazmorras entre la vida y la muerte, gimiendo por el atroz dolor que la invadí sin remedio. Quiso dejarse morir, pero al final pasó. Y despertó, como un ser nuevo y sediento.
Lázaro no tardó demasiado en reclamar el favor que Carmen le debía. Dada la enemistad con el marido de Carmen, Lázaro pidió a Carmen que fingiesen su asesinato. Carmen, que nada tenía en contra de aquel plan, accedió sin reparos. Hacer a su marido perder la honra no pintaba mal, y que ella pudiese desaparecer tras su “muerte” tampoco le parecía mala cosa.
Pero aquella era una mala época para una neófita. La Santa Inquisición había empezado a perseguir a los infieles y no fue complicado seguir el rastro de Carmen. Una noche, descontrolada por la sed, unos agentes de la Inquisición la cazaron. Fue directamente a prisión donde la tuvieron cerca de un mes. Las influencias de Lázaro fueron las que, una vez más, consiguieron sacarla del lío en que se había metido y la obligó a huir de España. Carmen subió a un barco que la llevaría a Italia. Y fue allí donde empezó su vida. Llegó a Italia sin demasiados recursos, pero no le fue complicado mezclarse entre las cortes.
En Italia, fue donde empezó a vivir como lo que realmente era y, sorprendentemente, descubrió que Lázaro y ella no eran los únicos. Conoció a otros vampiros en Italia y poco a poco se acostumbró a la vida nocturna, a la alimentación y aprendió a no llamar la atención. Por aquel entonces conoció a Stefano y a Margheritta, su compañera. Junto con ellos pasó muchos años, pero nunca más de cinco o seis en cada ciudad. Stefano era un noble italiano, adinerado, y podía permitirse cambiar de localidad con facilidad.
Fue hacia 1840, tras la muerte de Margheritta, cuando Stefano y Carmen se separaron. Carmen había cambiado su nombre hacía tiempo. Habían llegado a Gran Bretaña durante la primera década del 1700 y en aquellos 100 años había sido capaz de perfeccionar su inglés hasta tal punto que sonaba nativo. Llegó a Londres bajo el nombre de Eleanor Barnes que decía ser una muchacha de 25 años de buena familia, que, por desgracia había perdido a sus padres no hacía demasiado. No le costó enamorar al Duque de Westminster y contrajeron nupcias un par de años después de conocerse. Varios meses tras la boda, Eleanor empezó a tener síntomas (falsos, cabe destacar) de estar enferma y su sirvienta personal dio al conde de Westiminster la noticia de que su esposa estaba embarazada y que se marcharían a la casa familiar de la señora Grosvenor para cambiar de aires y relajarse. Obviamente, Eleanor no podía dar a luz, pero su sirvienta conocía a una mujer que saldría de cuentas en nueve meses y que, debido a su bajo poder económico no podría mantener a su hijo. Eleanor adoptó al bebé en cuanto nació y volvió con él a Cheshire, para criarlo junto a su marido.
Sin embargo, un desafortunado accidente de saludo se llevó al duque de Grosvenor cuando el pequeño solo tenía cinco años. Eleanor, como madre del futuro Duque, asumió el ducado hasta que su pequeño fuese mayor de edad.
Otros Datos Gustos: ✦ La sangre, como es obvio. ✦ Los libros, una buena lectura es algo de lo que Eleanor disfrutaría sin lugar a dudas. ✦ Todo tipo de arte, ya sea literatura, música o pintura. ✦ Los niños. Disgustos: ✦ Los fanáticos de cualquier tipo. Tuvo que enfrentarse a la Inquisición, a los que considera un grupo de fanáticos, y no le gustó demasiado. ✦ A ese tipo de personas que por una razón u otra pretende despreciar a la gente, humillarla o dejarla en ridículo. ✦ Los licántropos, por lo obvio. Fobias: ✦ Perder al único hijo que le queda, aunque no sea biológico. Enfermedades: ✦ -- Animal (sólo Thyra) ✦ -- |
- Mrau:
- I've crossed oceans of time
Eleanor Grosvenor- Nobleza y Aristocracia
Re: Eleanor Grosvenor
Bienvenida a Londres, Hija de la Oscuridad. En esta ciudad marchita encontrará el destino que Lucifer le tiene reservado y pobre de aquellos que se interpongan en el camino de un ser vengativo como vos.
Puedes proceder con los registros para obtener color.
Jack el Destripador- Ambientación
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