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ienvenidos a Darkness Revival.Estais a punto de adentraros en Londres, año 1890, una época tan peligrosa como atrayente. La alta sociedad se mueve entre bailes oficiales, bodas, cabarets y fumaderos de opio. Las prostitutas y mendigos se ganan como pueden la vida, engañando, robando o estafando. Pero hay algo mucho mas oscuro en las calles de la ciudad del Támesis, más oscuro aún que el terrible Jack. Seres sobrenaturales como brujas, vampiros, metamorfos y malditos se esconden entre los miembros de la sociedad, temerosos de la sangrienta hermandad que les persigue: la Black Dagger Brotherhood. ¿Sobrevivirás? .
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Ni olvido ni perdón [Javert]
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Ni olvido ni perdón [Javert]
La madame se había acercado aquella mañana a Picadilly , vestida sencillamente con un vestido malva vaporoso, de corte imperio, que se adornaba con una cinta rosa bajo el pecho. Su larguísima cabellera recogida en una trenza y un chal de raso también rosa sobre los hombros. Quería pasar desapercibida, pero tampoco estar tan incómodo como hacía unos días cuando fue a ver a Evelyn Wolfe.
Aún le duraba la angustia y el shock de todo cuanto le había contado la viuda, pero se veía tan impotente ante el asunto que sólo podía ocupar su mente en los quehaceres del negocio y en mantenerse ocupada, por lo que se fue a comprar unos vestidos que iba a necesitar para la Temporada, ya que probablemente tuviera que asistir a bastantes fiestas e incluso a la ópera o el teatro. Encontró un par de vestidos que le parecían hasta ponibles, y renovó todo su arsenal de medias de seda y guantes. En elegir los colores, los retoques de costura y el empaquetado de todo ello se le fue gran parte de la mañana y se hallaba satisfecha de haber podido pensar en otra cosa que no fuera la naturaleza de su hija y el peligro que la misma representaba. Mientras pagaba, notó una presencia al otro lado del escaparate, alguien que la miraba. Pero al girarse, la sombra desapareció.
Inquieta de nuevo, salió rápido de la tienda para encontrar un coche de caballos que la llevara al Soho cuando vio una figura ante ella. Una figura muy conocida, que le impedía el paso . Hubiese sido imposible no reconocerlo, era como si todos los fantasmas de su vida se presentasen allí a la vez, sólo faltaban sus padres. Javert seguía siendo el mismo. Con aquella expresión de derrota, de sarcasmo ante la vida, los profundos ojos marrones, su pelo oscuro y su piel tan blanquísima, como la de su hija Ceanna. El miedo recorrió a la india. Javert venía a por la niña, y estaba segura ahora que sabía lo que sabía, pero no sería ella la que se lo fuera a permitir. No podía hacer nada más que mirar intensamente a Javert, en una mezcla entre el odio, el rencor y el amor más incondicional. Su alma se debatía entre tirar los paquetes que llevaba y lanzarse a los brazos de aquel hombre, decirle que las noches sin él habían sido un abismo de tristeza, que le necesitaba para vivir y que nunca pensó que pudiera amar de aquella manera, o bien tirarlos y pegarle un puñetazo y echarle en cara que la hubiese dejado tirada sin ninguna explicación, con el corazón roto y una vida creciendo en su vientre. De todo eso solo le salió un
-Javert... déjame irme, por favor. Déjame en paz, bastante he sufrido ya
Aún le duraba la angustia y el shock de todo cuanto le había contado la viuda, pero se veía tan impotente ante el asunto que sólo podía ocupar su mente en los quehaceres del negocio y en mantenerse ocupada, por lo que se fue a comprar unos vestidos que iba a necesitar para la Temporada, ya que probablemente tuviera que asistir a bastantes fiestas e incluso a la ópera o el teatro. Encontró un par de vestidos que le parecían hasta ponibles, y renovó todo su arsenal de medias de seda y guantes. En elegir los colores, los retoques de costura y el empaquetado de todo ello se le fue gran parte de la mañana y se hallaba satisfecha de haber podido pensar en otra cosa que no fuera la naturaleza de su hija y el peligro que la misma representaba. Mientras pagaba, notó una presencia al otro lado del escaparate, alguien que la miraba. Pero al girarse, la sombra desapareció.
Inquieta de nuevo, salió rápido de la tienda para encontrar un coche de caballos que la llevara al Soho cuando vio una figura ante ella. Una figura muy conocida, que le impedía el paso . Hubiese sido imposible no reconocerlo, era como si todos los fantasmas de su vida se presentasen allí a la vez, sólo faltaban sus padres. Javert seguía siendo el mismo. Con aquella expresión de derrota, de sarcasmo ante la vida, los profundos ojos marrones, su pelo oscuro y su piel tan blanquísima, como la de su hija Ceanna. El miedo recorrió a la india. Javert venía a por la niña, y estaba segura ahora que sabía lo que sabía, pero no sería ella la que se lo fuera a permitir. No podía hacer nada más que mirar intensamente a Javert, en una mezcla entre el odio, el rencor y el amor más incondicional. Su alma se debatía entre tirar los paquetes que llevaba y lanzarse a los brazos de aquel hombre, decirle que las noches sin él habían sido un abismo de tristeza, que le necesitaba para vivir y que nunca pensó que pudiera amar de aquella manera, o bien tirarlos y pegarle un puñetazo y echarle en cara que la hubiese dejado tirada sin ninguna explicación, con el corazón roto y una vida creciendo en su vientre. De todo eso solo le salió un
-Javert... déjame irme, por favor. Déjame en paz, bastante he sufrido ya
Re: Ni olvido ni perdón [Javert]
El olor a pintura fresca, vino y opio inunda la pequeña habitación donde se encuentran el artista y la modelo. Él, frente a un lienzo en el que crea trazos con la velocidad y la precisión de un maestro, y ella, desnuda observando con una mirada mezcla entre la pureza más virginal y la lasciva de quien quiere descubrir un mundo tan prohibido como atrayente.
Sin embargo, Javert se limita a estudiar con la meticulosidad de un médico cada centímetro de piel de la modelo mientras se asegura de que tal perfección queda reflejada en el lienzo haciendo justicia a su belleza. Llevan horas allí y aún no ha encontrado la inspiración necesaria para satisfacer su perfeccionismo casi enfermizo dado a que su cabeza, pese a tener la capacidad de perderse en diversos mundos a la vez, se centraba únicamente en un pensamiento. << ¿Será ella quien esté en peligro? >> Había recibido al amanecer con un sueño premonitorio en el que se encontraba con las manos tintadas de sangre y mil figuras sombrías sin rostro señalándole y bramando por su culpa. Por su castigo.
¿Se trataba de algo que había hecho, o de algo que haría? Cuando tenía premoniciones sobre sí mismo solían estar relacionadas con gente a la que amaba, y a estos los contaba con los dedos de una mano y le sobraban tres. Resignado da una nueva calada a la pipa mientras rasga el lienzo con sus manos ante la atónita mirada de la joven rubia.
- Hemos terminado por hoy, tengo que salir. Encima de la cama tienes algo de dinero, compra lago de comer, mañana seguimos.
La chica era su nueva amante pero no sentía por ella mayor aprecio que el que sentía por alguna de sus obras. Javert creía en el amor como impulsador del mundo, de los corazones humanos, pero desde hacía años estaba cayendo una y otra vez en un círculo vicioso y de autodestrucción del que sentía vergüenza. Aquella joven de la que prácticamente no recordaba el nombre estaba enamorada de él, había dejado sus estudios, su familia por él y sin embargo no la amaba, ni lo haría jamás. << A veces pienso que me estoy convirtiendo en un hombre más. >> Meditó asqueado mientras se colocaba la cazadora de cuero y salía por la puerta de su humilde hogar.
Pasa horas caminando, intentando ordenar sus pensamientos y centrándose en el que debería hacer a continuación, ¿debería hablar con su hermana? Temía asustarla inútilmente… y a ella << A ella no quiero verla, no podría volver a salir de la oscura trampa que es su mirada. >> Sin embargo el sentimiento de culpa que le invadía al pensar que por culpa suya pudiera pasarle algo era demasiado fuerte como para ignorarlo.
Además de que en el fondo de su alma ardía en deseos de volver a perderse entre el brillo de sus ojos casi inhumanos.
Cuando por fin toma la decisión, la suerte (o la desdicha) le sonríe y se encuentra con que la mujer que ocupa sus pensamientos se haya ante él. << No ha cambiado nada, sigue atrayendo la mirada de todos los que la rodean y ni siquiera se lo propone. >> Azalea se encontraba en una zona de un poder adquisitivo que Javert no recordaba estuviera a su alcance, y una punzada de celos le hirió el pecho al comprender que solo había una posibilidad por la que una cortesana hubiera aumentado su capacidad monetaria. << Esto tiene que acabar. >> Espera a que la mujer abandone la tienda escondido entre la multitud, y cuando lo hizo se acercó a ella con intención de no permitirle alejarse de él.
Las primeras palabras de la india le dejan perplejo, pero no tarda mucho en responder.
- Sufrir, ¿tu? - Echando un vistazo a su alrededor, sonríe socarrón antes de proseguir.– Al parecer es todo lo contrario, las cosas te van muy bien, querida. Te recordaba algo más austera.
Sin embargo, Javert se limita a estudiar con la meticulosidad de un médico cada centímetro de piel de la modelo mientras se asegura de que tal perfección queda reflejada en el lienzo haciendo justicia a su belleza. Llevan horas allí y aún no ha encontrado la inspiración necesaria para satisfacer su perfeccionismo casi enfermizo dado a que su cabeza, pese a tener la capacidad de perderse en diversos mundos a la vez, se centraba únicamente en un pensamiento. << ¿Será ella quien esté en peligro? >> Había recibido al amanecer con un sueño premonitorio en el que se encontraba con las manos tintadas de sangre y mil figuras sombrías sin rostro señalándole y bramando por su culpa. Por su castigo.
¿Se trataba de algo que había hecho, o de algo que haría? Cuando tenía premoniciones sobre sí mismo solían estar relacionadas con gente a la que amaba, y a estos los contaba con los dedos de una mano y le sobraban tres. Resignado da una nueva calada a la pipa mientras rasga el lienzo con sus manos ante la atónita mirada de la joven rubia.
- Hemos terminado por hoy, tengo que salir. Encima de la cama tienes algo de dinero, compra lago de comer, mañana seguimos.
La chica era su nueva amante pero no sentía por ella mayor aprecio que el que sentía por alguna de sus obras. Javert creía en el amor como impulsador del mundo, de los corazones humanos, pero desde hacía años estaba cayendo una y otra vez en un círculo vicioso y de autodestrucción del que sentía vergüenza. Aquella joven de la que prácticamente no recordaba el nombre estaba enamorada de él, había dejado sus estudios, su familia por él y sin embargo no la amaba, ni lo haría jamás. << A veces pienso que me estoy convirtiendo en un hombre más. >> Meditó asqueado mientras se colocaba la cazadora de cuero y salía por la puerta de su humilde hogar.
Pasa horas caminando, intentando ordenar sus pensamientos y centrándose en el que debería hacer a continuación, ¿debería hablar con su hermana? Temía asustarla inútilmente… y a ella << A ella no quiero verla, no podría volver a salir de la oscura trampa que es su mirada. >> Sin embargo el sentimiento de culpa que le invadía al pensar que por culpa suya pudiera pasarle algo era demasiado fuerte como para ignorarlo.
Además de que en el fondo de su alma ardía en deseos de volver a perderse entre el brillo de sus ojos casi inhumanos.
Cuando por fin toma la decisión, la suerte (o la desdicha) le sonríe y se encuentra con que la mujer que ocupa sus pensamientos se haya ante él. << No ha cambiado nada, sigue atrayendo la mirada de todos los que la rodean y ni siquiera se lo propone. >> Azalea se encontraba en una zona de un poder adquisitivo que Javert no recordaba estuviera a su alcance, y una punzada de celos le hirió el pecho al comprender que solo había una posibilidad por la que una cortesana hubiera aumentado su capacidad monetaria. << Esto tiene que acabar. >> Espera a que la mujer abandone la tienda escondido entre la multitud, y cuando lo hizo se acercó a ella con intención de no permitirle alejarse de él.
Las primeras palabras de la india le dejan perplejo, pero no tarda mucho en responder.
- Sufrir, ¿tu? - Echando un vistazo a su alrededor, sonríe socarrón antes de proseguir.– Al parecer es todo lo contrario, las cosas te van muy bien, querida. Te recordaba algo más austera.
Javert Chevalier- Clase Media
- Ocupacion : Pintor
Localización : Londres, en el Soho
Re: Ni olvido ni perdón [Javert]
El agudo dolor que atenazaba su corazón sin tregua al oír aquellas palabras despiadadas del hombre que había amado, que amaba, que probablemente siempre amaría, le recordó el por qué había querido huir de él, el por qué no podía entregarse a su brazos como querría. Si quererlo, y lamentándolo mucho, dos lágrimas rebasaron sus ojos y descendieron sus mejillas, y ni si quiera pudo detenerlas porque llevaba en los brazos los paquetes, cosa que, por otro lado, le beneficiaba para que Javert no viera el temblor de sus manos
-¿De veras? ¿es que no me has visto nunca vestida con algo que no sea un shari para no llamar la atención por la calle? Si que te importaba poco- había disparado eso a bocajarro y sin mirar, sin pensar en el doble sentido de lo que Javert ofrecía. Evidentemente, el negocio había crecido mucho en seis años, pero es él no tenía por qué saberlo, la había abandonado y nada que tuviera que ver con ella le importaría, o eso esperaba, pues la parte más racional de su cerebro estaba clamando alerta roja por Ceanna. El caso es que Javert había hecho sus propias deducciones (como siempre) y le estaba preguntando indirectamente si había encontrado un nuevo dueño, uno que pagara mejor, o que directamente pagara, cosa que él no había hecho. La ira se apoderaba poco a poco de sus pensamientos, y de nuevo dos lágrimas recorrieron su faz- ¿Qué sabrás tu de mi sufrimiento? ¿qué sabrás tu de mí y qué te importa? Hace seis años me desperté una mañana y no estabas allí. Desde entonces hasta ahora hubiera podido hacer lo que yo hubiese querido, olvidarte por ejemplo, pero no he podido. Así que deja tu aire intelectual y esa actitud de poder ver através de las paredes y no hagas conjeturas sobre mí, perdiste ese derecho- pero Javert seguía impidiéndole el paso.
Le miró con detenimiento. Los seis años le habían convertido de un joven alocado a un hombre atormentado, como siempre había estado en realidad, solo que su tormento se acentuaba con cada marca del cansancio y de la mala vida en su piel, Azalea sabía bien lo que era eso, lo había visto en Raine, lo había visto en las prostitutas de puerto a las que ofrecía entrar al Nimbooda para echar una mano. Pero sobretodo veía ese resquemor, esa sombra sobre los ojos de por sí oscuros de Javert, que vio los últimos días antes de que se fuera. Su cabeza volvió a Ceanna
-Ahora déjame irme, por favor
-¿De veras? ¿es que no me has visto nunca vestida con algo que no sea un shari para no llamar la atención por la calle? Si que te importaba poco- había disparado eso a bocajarro y sin mirar, sin pensar en el doble sentido de lo que Javert ofrecía. Evidentemente, el negocio había crecido mucho en seis años, pero es él no tenía por qué saberlo, la había abandonado y nada que tuviera que ver con ella le importaría, o eso esperaba, pues la parte más racional de su cerebro estaba clamando alerta roja por Ceanna. El caso es que Javert había hecho sus propias deducciones (como siempre) y le estaba preguntando indirectamente si había encontrado un nuevo dueño, uno que pagara mejor, o que directamente pagara, cosa que él no había hecho. La ira se apoderaba poco a poco de sus pensamientos, y de nuevo dos lágrimas recorrieron su faz- ¿Qué sabrás tu de mi sufrimiento? ¿qué sabrás tu de mí y qué te importa? Hace seis años me desperté una mañana y no estabas allí. Desde entonces hasta ahora hubiera podido hacer lo que yo hubiese querido, olvidarte por ejemplo, pero no he podido. Así que deja tu aire intelectual y esa actitud de poder ver através de las paredes y no hagas conjeturas sobre mí, perdiste ese derecho- pero Javert seguía impidiéndole el paso.
Le miró con detenimiento. Los seis años le habían convertido de un joven alocado a un hombre atormentado, como siempre había estado en realidad, solo que su tormento se acentuaba con cada marca del cansancio y de la mala vida en su piel, Azalea sabía bien lo que era eso, lo había visto en Raine, lo había visto en las prostitutas de puerto a las que ofrecía entrar al Nimbooda para echar una mano. Pero sobretodo veía ese resquemor, esa sombra sobre los ojos de por sí oscuros de Javert, que vio los últimos días antes de que se fuera. Su cabeza volvió a Ceanna
-Ahora déjame irme, por favor
Re: Ni olvido ni perdón [Javert]
No podía creer lo que estaba escuchando, aquella mujer se atrevía a culparle a él de que la que a todas luces había sido una relación idílica se hubiera convertido en un desengaño cruel. Él, quien había abandonado toda esperanza, quien se había dejado caer en los brazos de Baco una y otra vez con el fin de olvidar la mirada casi divina de aquella cortesana, que, con cada parpadeo le arrebataba una parte de su alma.
Él era una víctima, y le indignaba que Azalea no pudiera al menos reconocerlo << ¿Qué es eso de que no me ha olvidado? ¡Si cada noche tiene un amante nuevo! >>. Sin embargo, se guarda las duras palabras que pasan por su mente dado que ha sido culpa suya que esa conversación tuviera lugar asaltándola en mitad de la calle. Como cabía esperar varios curiosos observan la escena al notar en el ambiente la tensión, por lo que Javert se apresura a bajar el tono de su voz y a acercarse a la mujer, caminando junto a ella como si nada ocurriera.
- Me he acercado hasta ti por pura cortesía, Azalea. No creas ni por un instante que deseo estar junto a tu lado más tiempo del estrictamente necesario, no después de que me usaras como si fuera un mero titirite.. – Sus palabras suenan frías pese a que intenta tranquilizarse y no dejarse llevar por los sentimientos. Algo realmente difícil en alguien tan flamígero como el pintor. – Pronto algo va a cruzarse en tu camino, algo con lo que no podrás lidiar, no sola al menos. – Era mentira, por supuesto. Su sueño bien podría tener que ver con cualquier otra cosa, pero deseaba que ella se sintiera dependiente de él. Que le necesitara tanto como él la necesitaba a ella. – Tienes dos opciones: Escucharme y protegerte, o seguir viviendo como si esta conversación no hubiera tenido lugar arriesgándote a sufrir las consecuencias. Tú decides.
Tenía un plan para lograr su doble propósito: Protegerla si era necesario, y tenerla cerca, pero para ello Azalea debía caer por sí misma en sus redes.
Él era una víctima, y le indignaba que Azalea no pudiera al menos reconocerlo << ¿Qué es eso de que no me ha olvidado? ¡Si cada noche tiene un amante nuevo! >>. Sin embargo, se guarda las duras palabras que pasan por su mente dado que ha sido culpa suya que esa conversación tuviera lugar asaltándola en mitad de la calle. Como cabía esperar varios curiosos observan la escena al notar en el ambiente la tensión, por lo que Javert se apresura a bajar el tono de su voz y a acercarse a la mujer, caminando junto a ella como si nada ocurriera.
- Me he acercado hasta ti por pura cortesía, Azalea. No creas ni por un instante que deseo estar junto a tu lado más tiempo del estrictamente necesario, no después de que me usaras como si fuera un mero titirite.. – Sus palabras suenan frías pese a que intenta tranquilizarse y no dejarse llevar por los sentimientos. Algo realmente difícil en alguien tan flamígero como el pintor. – Pronto algo va a cruzarse en tu camino, algo con lo que no podrás lidiar, no sola al menos. – Era mentira, por supuesto. Su sueño bien podría tener que ver con cualquier otra cosa, pero deseaba que ella se sintiera dependiente de él. Que le necesitara tanto como él la necesitaba a ella. – Tienes dos opciones: Escucharme y protegerte, o seguir viviendo como si esta conversación no hubiera tenido lugar arriesgándote a sufrir las consecuencias. Tú decides.
Tenía un plan para lograr su doble propósito: Protegerla si era necesario, y tenerla cerca, pero para ello Azalea debía caer por sí misma en sus redes.
Javert Chevalier- Clase Media
- Ocupacion : Pintor
Localización : Londres, en el Soho
Re: Ni olvido ni perdón [Javert]
Volvió a perderse. Volvió a hacerlo y volvió a perderlo todo por él. Ella había necesitado a Javert más de lo que se imaginaba, más de lo que recordaba, y sus palabras seguían siendo cuchillos rajando su corazón. Dos lágrimas resbalaron su cara mientras le seguía a un callejón y bufó cuando oyó lo de la cortesía
-A buena hora vienes a tenerla. ¿Dónde estaba cuando te fuiste al amanecer y no volviste a aparecer? No, Javert, la cortesía guárdatela para las que subas a tu apartamento durante más de seis meses. Si alguien fue un títere fui yo.- se apoyó en la pared y no entendía bien el fin de aquella conversación. Necesitaba ver a su hija, apretarla muy fuertemente contra su pecho para olvidar el peligro y el amor desmedido hacia el francés.
Pero entonces empezó a desvariar. ¿Se referiría a Jack el Destripador? ¿es que acaso seguía pensando que era una puta de puerto y que no sabía cuidar de sí misma? las palabras de Evelyn Wolfe acudieron a su cabeza, así como aquellas pesadillas que le asaltaban por la noche, igual que a su niña. Tomó aire y se masajeó las sienes
-¿De qué diablos estás hablando? Mira, Javert, no se por qué haces esto, ni a qué te refieres, pero el único que me hizo daño fuiste tú- las lágrimas volvieron a acudir a sus ojos, esta vez incontrolables- ¿Quieres protegerme? ¿Por qué?- tiró los paquetes al suelo y empujó el pecho de Javert, desconsolada- ¿Por qué? ¿no me odias tanto?- con las manos en el pecho de Javert estaba más cerca de él, así que se quedó mirando hacia arriba, hacia su rostro, tan cerca como no habían estado en años. Se quedó así, desconcertada esperando una señal del cielo, de la tierra o el infierno para que le dijera qué tenía que hacer
-A buena hora vienes a tenerla. ¿Dónde estaba cuando te fuiste al amanecer y no volviste a aparecer? No, Javert, la cortesía guárdatela para las que subas a tu apartamento durante más de seis meses. Si alguien fue un títere fui yo.- se apoyó en la pared y no entendía bien el fin de aquella conversación. Necesitaba ver a su hija, apretarla muy fuertemente contra su pecho para olvidar el peligro y el amor desmedido hacia el francés.
Pero entonces empezó a desvariar. ¿Se referiría a Jack el Destripador? ¿es que acaso seguía pensando que era una puta de puerto y que no sabía cuidar de sí misma? las palabras de Evelyn Wolfe acudieron a su cabeza, así como aquellas pesadillas que le asaltaban por la noche, igual que a su niña. Tomó aire y se masajeó las sienes
-¿De qué diablos estás hablando? Mira, Javert, no se por qué haces esto, ni a qué te refieres, pero el único que me hizo daño fuiste tú- las lágrimas volvieron a acudir a sus ojos, esta vez incontrolables- ¿Quieres protegerme? ¿Por qué?- tiró los paquetes al suelo y empujó el pecho de Javert, desconsolada- ¿Por qué? ¿no me odias tanto?- con las manos en el pecho de Javert estaba más cerca de él, así que se quedó mirando hacia arriba, hacia su rostro, tan cerca como no habían estado en años. Se quedó así, desconcertada esperando una señal del cielo, de la tierra o el infierno para que le dijera qué tenía que hacer
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