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ienvenidos a Darkness Revival.Estais a punto de adentraros en Londres, año 1890, una época tan peligrosa como atrayente. La alta sociedad se mueve entre bailes oficiales, bodas, cabarets y fumaderos de opio. Las prostitutas y mendigos se ganan como pueden la vida, engañando, robando o estafando. Pero hay algo mucho mas oscuro en las calles de la ciudad del Támesis, más oscuro aún que el terrible Jack. Seres sobrenaturales como brujas, vampiros, metamorfos y malditos se esconden entre los miembros de la sociedad, temerosos de la sangrienta hermandad que les persigue: la Black Dagger Brotherhood. ¿Sobrevivirás? .
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Curiosity killed the cat (Benjamin)
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Darkness Revival :: West End :: Westminster :: Bond Street
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Curiosity killed the cat (Benjamin)
Desde que había descubierto aquellas auras alrededor de aquellas dos mujeres, Aisha se sentía más curiosa que nunca. Había tratado de volver a vislumbrarlas en otras mujeres e incluso en sus clientes, pero no lo había conseguido. Empezaba a temer que fuesen fruto de su imaginación, provocados por los fuertes inciensos que ambientaban el burdel. ¿Se estaba volviendo loca? No había hablado con nadie sobre aquello, ni siquiera con Saray, pues temía que la juzgasen o que la considerasen una demente.
Pese a todos esos miedos, no podía reprimir la curiosidad que había despertado en ella aquel extraño descubrimiento. Por ello, y aprovechando el día libre del que iba a disfrutar, decidió salir a pasear por Londres en busca de más auras como aquellas.
Aisha no poseía demasiados vestidos elegantes, pues gran parte de su armario estaba compuesto por piezas indias que escandalizarían a más de uno, pero por lo menos tenía prendas que tapaban lo suficiente. Eligió uno de color rojo con detalles negros, un regalo de las chicas cuando cumplió la mayoría de edad, y abandonó el Nimbooda sin tener un rumbo fijo.
Pronto, la joven bailarina se perdió entre el gentío de la ciudad en busca de algo a lo que no sabía muy bien como referirse. Le recordaban mucho a las sombras que proyectaban las figuras cuando el sol incidía sobre ellas, pero no eran exactamente eso. Por el momento, se dijo, las llamaré así. Sombras.
Así pasó Aisha la mañana. Caminaba unos metros, se detenía para mirar a su alrededor, y volvía a reanudar la marcha. No recorrió una distancia demasiada larga, pero si tuvo oportunidad de mirar a un gran número de personas, sin éxito. No había rastro de aquellas sombras.
A medida que sus pasos la alejaban del Soho, los vestidos de las mujeres y los trajes de los caballeros se iban tornando más elaborados, más pulcros, más caros. Estaba a punto de desistir con su búsqueda cuando un pequeño brillo llamó su atención.
Casi se sintió aliviada al comprobar como simplemente se trataba de eso, un brillo, y no iba acompañado de aquel desagradable sabor a sangre. No había vuelto a experimentarlo, por suerte, ya que era una experiencia que no le gustaría volver a repetir en su vida. Si es que había sido real, claro.
Apartando aquellos pensamientos, y guardando una prudente distancia con el dueño de aquella sombra, la joven bailarina siguió sus pasos unos metros, hasta que el hombre entró en uno de los establecimientos de aquella calle. “Ahora que estás aquí, ¿qué vas a hacer? ¿Cómo vas a preguntarle a ese hombre por qué tiene una sombra que brilla?” Cierto era que no podía abordar a aquel hombre porque: a) Era obvio que se trataba de alguien con una elevada posición en la escala social, y b) No sabía qué decirle.
No sabía como enfrentarse a aquella situación, por lo que aguardó al otro lado de los cristales de aquel escaparate, tratando de ver el interior del local sin demasiado éxito. Unas duras palabras sacaron a Aisha de su ensimismamiento, y dio un respingo, sobresaltada.
-¡Oiga, usted! Si no va a entrar, no puede quedarse husmeando fuera. ¡Lárguese!
El dueño o un encargado del lugar había salido para echarla de allí, evidentemente contrariado, pero la joven no podía permitirse perder una oportunidad como aquella.
-¡Sólo un segundo, por favor! Me ha parecido ver a…
-¡Me importa poco, señorita! ¡Márchese o llamaré a las autoridades!
Aisha no tuvo más remedio que obedecer y alejarse unos metros bajo la atenta mirada de aquel hombre, y las de varios curiosos que se habían reunido allí atraídos por el escándalo. La determinación inundó en ese momento la cabeza de la joven, quien decidió que aguardaría un poco más semi oculta entre el gentío, tratando de volver a ver el brillo que tantos quebraderos de cabeza le habían creado.
Pese a todos esos miedos, no podía reprimir la curiosidad que había despertado en ella aquel extraño descubrimiento. Por ello, y aprovechando el día libre del que iba a disfrutar, decidió salir a pasear por Londres en busca de más auras como aquellas.
Aisha no poseía demasiados vestidos elegantes, pues gran parte de su armario estaba compuesto por piezas indias que escandalizarían a más de uno, pero por lo menos tenía prendas que tapaban lo suficiente. Eligió uno de color rojo con detalles negros, un regalo de las chicas cuando cumplió la mayoría de edad, y abandonó el Nimbooda sin tener un rumbo fijo.
Pronto, la joven bailarina se perdió entre el gentío de la ciudad en busca de algo a lo que no sabía muy bien como referirse. Le recordaban mucho a las sombras que proyectaban las figuras cuando el sol incidía sobre ellas, pero no eran exactamente eso. Por el momento, se dijo, las llamaré así. Sombras.
Así pasó Aisha la mañana. Caminaba unos metros, se detenía para mirar a su alrededor, y volvía a reanudar la marcha. No recorrió una distancia demasiada larga, pero si tuvo oportunidad de mirar a un gran número de personas, sin éxito. No había rastro de aquellas sombras.
A medida que sus pasos la alejaban del Soho, los vestidos de las mujeres y los trajes de los caballeros se iban tornando más elaborados, más pulcros, más caros. Estaba a punto de desistir con su búsqueda cuando un pequeño brillo llamó su atención.
Casi se sintió aliviada al comprobar como simplemente se trataba de eso, un brillo, y no iba acompañado de aquel desagradable sabor a sangre. No había vuelto a experimentarlo, por suerte, ya que era una experiencia que no le gustaría volver a repetir en su vida. Si es que había sido real, claro.
Apartando aquellos pensamientos, y guardando una prudente distancia con el dueño de aquella sombra, la joven bailarina siguió sus pasos unos metros, hasta que el hombre entró en uno de los establecimientos de aquella calle. “Ahora que estás aquí, ¿qué vas a hacer? ¿Cómo vas a preguntarle a ese hombre por qué tiene una sombra que brilla?” Cierto era que no podía abordar a aquel hombre porque: a) Era obvio que se trataba de alguien con una elevada posición en la escala social, y b) No sabía qué decirle.
No sabía como enfrentarse a aquella situación, por lo que aguardó al otro lado de los cristales de aquel escaparate, tratando de ver el interior del local sin demasiado éxito. Unas duras palabras sacaron a Aisha de su ensimismamiento, y dio un respingo, sobresaltada.
-¡Oiga, usted! Si no va a entrar, no puede quedarse husmeando fuera. ¡Lárguese!
El dueño o un encargado del lugar había salido para echarla de allí, evidentemente contrariado, pero la joven no podía permitirse perder una oportunidad como aquella.
-¡Sólo un segundo, por favor! Me ha parecido ver a…
-¡Me importa poco, señorita! ¡Márchese o llamaré a las autoridades!
Aisha no tuvo más remedio que obedecer y alejarse unos metros bajo la atenta mirada de aquel hombre, y las de varios curiosos que se habían reunido allí atraídos por el escándalo. La determinación inundó en ese momento la cabeza de la joven, quien decidió que aguardaría un poco más semi oculta entre el gentío, tratando de volver a ver el brillo que tantos quebraderos de cabeza le habían creado.
Re: Curiosity killed the cat (Benjamin)
“Una joven morena. Auras sobrenaturales. Brujas…”
Benjamin despertó bruscamente, el sol hacía tiempo que había salido y los rayos le daban directamente en la cara. La desagradable resaca martilleaba pesadamente sobre su cabeza. Quería comenzar un nuevo negocio, ver posibles beneficios en el futuro pero no… En su visión sólo había aparecido aquella muchacha. ¿Qué interés podía tener él en ella? A no ser que tuviera un título nobiliario, nada le unía a ella…
Se levantó con cierta inestabilidad y se acercó al balde que tenía sobre la mesa para echarse un poco de agua tibia sobre la nuca. Su frescor le despertó un poco, y le hizo volver a la realidad. Era tarde, muy tarde. Y había quedado con unos clientes muy importantes.
Se vistió como pudo, preocupándose por elegir ropa nueva y limpia. Se tomó un vaso de agua y mandó llamar al cochero. Indicó al sirviente la dirección y se montó en el carruaje sin demora, hacía apenas una hora que se había levantado, pero de verdad que era muy tarde.
Benjamin se recostó sobre la pared del carruaje y cerró los ojos, dejando que el traqueteo le arrullara un poco. La resaca permanecía, pero estaba tan acostumbrado ya a ella que era apenas una leve molestia. Cuando llegó cerca de Westmister, el joven Hammilton ordenó parar a su cochero para poder bajarse.
Quería tomar un poco de aire fresco y así despejarse. Comenzó a caminar por las calles con paso presuroso, casi sin prestar atención a lo que le rodeaba. De haber estado más orientado y con menos resaca, quizás se hubiera dado cuenta en que alguien le seguía pero no, Benjamin estaba demasiado ocupado como para fijarse en nadie más que no fuera él mismo y sus necesidades.
Entró en el bar en el que había quedado y saludó a los clientes. Los tres ocuparon una mesa, y comenzaron a beber. Aunque esta vez, Benjamin sólo tomó agua. No quería tener la cabeza embotada.
Tras un par de horas, y varios pares más de bebidas (las cuales pagó él), la reunión dio por terminada, y el joven, tras despedirse educadamente, salió del establecimiento para dirigirse a su casa.
Justo cuando cruzó un callejón, el joven se quedó paralizado ante lo que se encontró frente a él. ¡La chica de su visión! Benjamin la observó con curiosidad, y observó, no sin cierta tristeza, que aquella mujer no podía poseer un título nobiliario, su ropa no era nueva y parecía que llevaba allí fuera, sin entrar en ningún establecimiento, bastante tiempo.
Aún así, el joven Hammilton se acercó a ella. Sus visiones nunca solían mostrarle cosas inútiles, quizás aquella joven tuviera algo especial… Al dar un par de pasos más vio el aura y sonrió. Así que una bruja… ¿Eh? Bien, quizás pudiera aprender algo de ella.
-Señorita…- se quitó el sombrero educadamente y dio otro paso hacia ella- Disculpéme pero… ¿no nos hemos visto ya antes?
Benjamin despertó bruscamente, el sol hacía tiempo que había salido y los rayos le daban directamente en la cara. La desagradable resaca martilleaba pesadamente sobre su cabeza. Quería comenzar un nuevo negocio, ver posibles beneficios en el futuro pero no… En su visión sólo había aparecido aquella muchacha. ¿Qué interés podía tener él en ella? A no ser que tuviera un título nobiliario, nada le unía a ella…
Se levantó con cierta inestabilidad y se acercó al balde que tenía sobre la mesa para echarse un poco de agua tibia sobre la nuca. Su frescor le despertó un poco, y le hizo volver a la realidad. Era tarde, muy tarde. Y había quedado con unos clientes muy importantes.
Se vistió como pudo, preocupándose por elegir ropa nueva y limpia. Se tomó un vaso de agua y mandó llamar al cochero. Indicó al sirviente la dirección y se montó en el carruaje sin demora, hacía apenas una hora que se había levantado, pero de verdad que era muy tarde.
Benjamin se recostó sobre la pared del carruaje y cerró los ojos, dejando que el traqueteo le arrullara un poco. La resaca permanecía, pero estaba tan acostumbrado ya a ella que era apenas una leve molestia. Cuando llegó cerca de Westmister, el joven Hammilton ordenó parar a su cochero para poder bajarse.
Quería tomar un poco de aire fresco y así despejarse. Comenzó a caminar por las calles con paso presuroso, casi sin prestar atención a lo que le rodeaba. De haber estado más orientado y con menos resaca, quizás se hubiera dado cuenta en que alguien le seguía pero no, Benjamin estaba demasiado ocupado como para fijarse en nadie más que no fuera él mismo y sus necesidades.
Entró en el bar en el que había quedado y saludó a los clientes. Los tres ocuparon una mesa, y comenzaron a beber. Aunque esta vez, Benjamin sólo tomó agua. No quería tener la cabeza embotada.
Tras un par de horas, y varios pares más de bebidas (las cuales pagó él), la reunión dio por terminada, y el joven, tras despedirse educadamente, salió del establecimiento para dirigirse a su casa.
Justo cuando cruzó un callejón, el joven se quedó paralizado ante lo que se encontró frente a él. ¡La chica de su visión! Benjamin la observó con curiosidad, y observó, no sin cierta tristeza, que aquella mujer no podía poseer un título nobiliario, su ropa no era nueva y parecía que llevaba allí fuera, sin entrar en ningún establecimiento, bastante tiempo.
Aún así, el joven Hammilton se acercó a ella. Sus visiones nunca solían mostrarle cosas inútiles, quizás aquella joven tuviera algo especial… Al dar un par de pasos más vio el aura y sonrió. Así que una bruja… ¿Eh? Bien, quizás pudiera aprender algo de ella.
-Señorita…- se quitó el sombrero educadamente y dio otro paso hacia ella- Disculpéme pero… ¿no nos hemos visto ya antes?
Benjamin Hammilton- Clase Alta
Re: Curiosity killed the cat (Benjamin)
Mentiría si dijera que no había estado observando los pasos de aquel hombre desde que salió del establecimiento hasta que le tuvo en frente. Sin embargo, no le miraba a él. Miraba aquel aura que le envolvía, que parecía caminar pegado a él y que lo único que hacía era arrojar más preguntas al cerebro de la ya confusa bailarina.
Durante un momento, Aisha se quedó paralizada. No escuchó las palabras de su nuevo interlocutor, y provocó un silencio incómodo entre eambos del que ella apenas fue consciente.
Sacudió la cabeza, haciendo que su melena oscura se agitase con sus movimientos y realizó la mejor reverencia que pudo hacer, sin doblar demasiado las rodillas. Nunca le había gustado sentirse inferior a nadie.
-Lamento...Lamento decirle que no.-Ahora que le tenía delante, no sabía qué decir o qué hacer. No era la clase de hombre que se pasaría por el Nimbooda, por lo que Aisha no podía utilizar esa excusa para hablar con él. Tendría que mentir sobre ella, y no sabía cuánto tiempo podría mantener esa farsa.-Sin embargo, su rostro sí me es familiar. Disculpe que le diga estas cosas. Ha sido un día ajetreado, y he debido de confundirle con otra persona.-Sabía que no era una buena forma de iniciar una conversación, pero había algo en él que no le inspiraba confianza.
¿Es que ningún propietario de aquellas auras iba a ser una persona normal? Había conocido a una maniática, a una mujer demasiado enigmática, y después le había visto a él.-Yo... Trabajo en una de las sastrerías que se encuentran en Bond Street, y uno de nuestros clientes se dejó algo olvidado allí ayer por la tarde.Creía que era usted, pero evidentemente, he debido de confundirme.
Ahí estaba la mentira. Quizás, si fingía provenir de aquella zona tan elegante, el hombre no se daría la vuelta y se largaría por el aburrimiento. No sabía decir muy bien cual había sido el motivo para decir aquello, pero su instinto le decía que era lo mejor que podía hacer en aquel momento.
Durante un momento, Aisha se quedó paralizada. No escuchó las palabras de su nuevo interlocutor, y provocó un silencio incómodo entre eambos del que ella apenas fue consciente.
Sacudió la cabeza, haciendo que su melena oscura se agitase con sus movimientos y realizó la mejor reverencia que pudo hacer, sin doblar demasiado las rodillas. Nunca le había gustado sentirse inferior a nadie.
-Lamento...Lamento decirle que no.-Ahora que le tenía delante, no sabía qué decir o qué hacer. No era la clase de hombre que se pasaría por el Nimbooda, por lo que Aisha no podía utilizar esa excusa para hablar con él. Tendría que mentir sobre ella, y no sabía cuánto tiempo podría mantener esa farsa.-Sin embargo, su rostro sí me es familiar. Disculpe que le diga estas cosas. Ha sido un día ajetreado, y he debido de confundirle con otra persona.-Sabía que no era una buena forma de iniciar una conversación, pero había algo en él que no le inspiraba confianza.
¿Es que ningún propietario de aquellas auras iba a ser una persona normal? Había conocido a una maniática, a una mujer demasiado enigmática, y después le había visto a él.-Yo... Trabajo en una de las sastrerías que se encuentran en Bond Street, y uno de nuestros clientes se dejó algo olvidado allí ayer por la tarde.Creía que era usted, pero evidentemente, he debido de confundirme.
Ahí estaba la mentira. Quizás, si fingía provenir de aquella zona tan elegante, el hombre no se daría la vuelta y se largaría por el aburrimiento. No sabía decir muy bien cual había sido el motivo para decir aquello, pero su instinto le decía que era lo mejor que podía hacer en aquel momento.
Re: Curiosity killed the cat (Benjamin)
Cuando la joven se sacudió el pelo, Benjamin no pudo evitar fijarse en su belleza. Pelo negro, ojos grandes y sinceros, boca… El joven brujo sacudió la cabeza y apartó aquellos pensamientos. ¿Qué le pasaba? Por una vez, había perdido el hilo de la conversación. No es que el joven no se fijara en la belleza pero… ¿cómo explicarlo? Solía fijarse en bellezas con… con más poder económico por así decirlo.
-Oh, me habré equivocado- se encogió de hombros y se quedó unos segundos en silencio. Simplemente mirándola. No quería irse de allí, había encontrado una bruja que bueno, quizás le pudiera ayudar con sus negocios. Simplemente con ver su ropa y su incomodidad ante aquella situación, Benjamin podía asegurar que a la joven la vendría bien algo de dinero- Oh, una lástima. Pensaba que tenía algo que me interesaba- mostró una sonrisa seductora y dio un paso hacia ella- ¿Bond Street?- frunció el ceño, tratando de hacer memoria- Me temo que nunca he estado allí, por lo que no puede ser mío- constató lo obvio, sí- Pero… Es una lástima dejar la conversación de forma tan abrupta, ¿verdad?
Ladeó la cabeza y mostró una sonrisa algo ladina. Quería conocer a la joven, descubrir sus poderes y averiguar por qué sus visiones le habían mostrado a la susodicha. No era tan complicado, ¿no?
-Podíamos… Podíamos ir a algún sitio más recogido para…- se encogió de hombros- conocernos mejor. Por cierto, me llamo Benjamin Hammilton. ¿Cómo se llama usted?- la miró a los ojos y aguardó unos segundos en silencio. ¿Decir la verdad o no? Se decidió por el sí- No quiero asustarla ni nada. No pretendo nada conseguir nada inaceptable de usted.
Simplemente quiero…- ladeó la cabeza- Saber por qué tienes esa aura que le sigue… Es decir, conocer cuáles son sus poderes.
Lo dijo de sopetón, sin rodeos. Era mejor así. De tal forma, vería mejor su primera reacción, y sabría cómo continuar con dicha charla.
-Oh, me habré equivocado- se encogió de hombros y se quedó unos segundos en silencio. Simplemente mirándola. No quería irse de allí, había encontrado una bruja que bueno, quizás le pudiera ayudar con sus negocios. Simplemente con ver su ropa y su incomodidad ante aquella situación, Benjamin podía asegurar que a la joven la vendría bien algo de dinero- Oh, una lástima. Pensaba que tenía algo que me interesaba- mostró una sonrisa seductora y dio un paso hacia ella- ¿Bond Street?- frunció el ceño, tratando de hacer memoria- Me temo que nunca he estado allí, por lo que no puede ser mío- constató lo obvio, sí- Pero… Es una lástima dejar la conversación de forma tan abrupta, ¿verdad?
Ladeó la cabeza y mostró una sonrisa algo ladina. Quería conocer a la joven, descubrir sus poderes y averiguar por qué sus visiones le habían mostrado a la susodicha. No era tan complicado, ¿no?
-Podíamos… Podíamos ir a algún sitio más recogido para…- se encogió de hombros- conocernos mejor. Por cierto, me llamo Benjamin Hammilton. ¿Cómo se llama usted?- la miró a los ojos y aguardó unos segundos en silencio. ¿Decir la verdad o no? Se decidió por el sí- No quiero asustarla ni nada. No pretendo nada conseguir nada inaceptable de usted.
Simplemente quiero…- ladeó la cabeza- Saber por qué tienes esa aura que le sigue… Es decir, conocer cuáles son sus poderes.
Lo dijo de sopetón, sin rodeos. Era mejor así. De tal forma, vería mejor su primera reacción, y sabría cómo continuar con dicha charla.
Benjamin Hammilton- Clase Alta
Re: Curiosity killed the cat (Benjamin)
La mentira que Aisha había ideado cada vez era más frágil, y casí podía ver cómo se hacía añicos delante de sus narices. Se consideraba a sí misma una buena mentirosa, pues toda bailarina y meretiz debía serlo, pero había algo en aquel hombre que la llevaba a tartamudear y a sonar poco convincente con sus respuestas.
-Lamento la confusión, pero como comprenderá, al cabo del día recibimos muchos clientes, y a veces me es imposble recordar todas las caras.-La sonrisa que esbozó pretendía ser agradable, pero Aisha no estaba muy segura de cuál sería el resultado. Sin embargo, sus últimas palabras no habían sido del todo una mentira, pues era cierto que jamás recordaría la cara de todos los hombres con los que había estado.
No pudo evitar fruncir el ceño, sorprendida, cuando aquel hombre mostró un interés extraño en ella.-Sí, supongo que sería una lástima.-¿A dónde querría llegar con todo aquello? Sus ropas no la delataban como una meretriz, y él no parecía ir en busca del cariño que alguien como ella podría darle. Entonces, ¿a qué se debía aquel interés?
Cuando pronunció su nombre, ella lo repitió mentalmente en su cabeza varias veces. Si iba a mantener una conversación con alguien como él, que parecía una persona de bastante poder adquisitivo, ella debía estar a la altura.
No supo decir cómo, pero estaba segura de que le había dicho la verdad. Quizás había sido en la forma en la que había entornado los ojos al presentarse, o en el tono de voz que había usado, pero lo cierto era que aquello no era una mentira, así que decidió ser igual de sincera.-Mi nombre es Aisha Siddhart.-La gente de clase alta siempre se presentaba con nombre y apellido, por lo que ella decidió imitarle.-Un placer conocerle, Benjamin.
Para lo que no estaba preparada era para la revelación que tuvo lugar segundos después de las presentaciones.¿Acababa de decir que ella tenía un aura? ¿Como él? ¡Incluso le había preguntado cuales eran sus poderes! La bailarina estaba cada vez más cerca de volverse loca, pero también de encontrar una respuesta definitiva a sus dudas. Él no era un farsante, eso desde luego, ya que era evidente en el aura que ella podía ver con total claridad alrededor de su figura.-Yo iba a hacerle la misma pregunta a usted, Benjamin. ¿Qué tiene de especial poseer un aura? ¿Y por qué todas son diferentes?.-Intentaba fingir que sabía perfectamente de lo que estaba hablando, cuando la realidad era otra bien distina. Había empezado aquello con una mentira, y tendría que terminarlo de la misma manera.
-Lamento la confusión, pero como comprenderá, al cabo del día recibimos muchos clientes, y a veces me es imposble recordar todas las caras.-La sonrisa que esbozó pretendía ser agradable, pero Aisha no estaba muy segura de cuál sería el resultado. Sin embargo, sus últimas palabras no habían sido del todo una mentira, pues era cierto que jamás recordaría la cara de todos los hombres con los que había estado.
No pudo evitar fruncir el ceño, sorprendida, cuando aquel hombre mostró un interés extraño en ella.-Sí, supongo que sería una lástima.-¿A dónde querría llegar con todo aquello? Sus ropas no la delataban como una meretriz, y él no parecía ir en busca del cariño que alguien como ella podría darle. Entonces, ¿a qué se debía aquel interés?
Cuando pronunció su nombre, ella lo repitió mentalmente en su cabeza varias veces. Si iba a mantener una conversación con alguien como él, que parecía una persona de bastante poder adquisitivo, ella debía estar a la altura.
No supo decir cómo, pero estaba segura de que le había dicho la verdad. Quizás había sido en la forma en la que había entornado los ojos al presentarse, o en el tono de voz que había usado, pero lo cierto era que aquello no era una mentira, así que decidió ser igual de sincera.-Mi nombre es Aisha Siddhart.-La gente de clase alta siempre se presentaba con nombre y apellido, por lo que ella decidió imitarle.-Un placer conocerle, Benjamin.
Para lo que no estaba preparada era para la revelación que tuvo lugar segundos después de las presentaciones.¿Acababa de decir que ella tenía un aura? ¿Como él? ¡Incluso le había preguntado cuales eran sus poderes! La bailarina estaba cada vez más cerca de volverse loca, pero también de encontrar una respuesta definitiva a sus dudas. Él no era un farsante, eso desde luego, ya que era evidente en el aura que ella podía ver con total claridad alrededor de su figura.-Yo iba a hacerle la misma pregunta a usted, Benjamin. ¿Qué tiene de especial poseer un aura? ¿Y por qué todas son diferentes?.-Intentaba fingir que sabía perfectamente de lo que estaba hablando, cuando la realidad era otra bien distina. Había empezado aquello con una mentira, y tendría que terminarlo de la misma manera.
Re: Curiosity killed the cat (Benjamin)
Benjamin abrió los ojos, realmente sorprendido. ¿De verdad no sabía nada de todo aquello? ¿No conocía sus poderes y habilidades? Porque preguntar que qué tenía de especial poseer un aura… De repente, el joven Hammilton observó a su interlocutora con otros ojos. Vale, era una mujer de la clase baja pero si le enseñaba a utilizar sus poderes, cualesquiera que estos fueran y ella, a cambio le ayudaba con lo que quería… Podría hacer grandes cosas.
No, mejor. Podrían hacer grandes cosas. Los dos juntos.
Benjamin nunca había sido un hombre egoísta, era avaricioso, sí, pero sabía premiar a sus colaboradores cómo merecían, y si Aisha resultaba ser de utilidad… Les podía venir muy bien a los dos.
-Ya veo, ya…-el joven se llevó la mano a la barbilla y sonrió de medio lado- ¿No sabe nada de las auras? Déjame adivinar… comenzó a verlas desde hace unas semanas. Sin previo aviso- ahí no estaba utilizando sus poderes, simplemente estaba narrando lo que le ocurrió a él. Su vida, sin previo aviso, se volvió mucho más interesante y la de Aisha lo haría también, estaba seguro- Permíteme que le explique todo- se acercó a su lado y le cogió caballerosamente por el brazo. Era un gesto atrevido, pero no quería que saliese huyendo cuando comenzase a contarle todo aquello- Se lo contaré… de camino al bar. ¿Me acompaña?
Tras sonreír levemente, el joven guio a Aisha a través de las abarrotadas calles londinenses. Aquí y allá, la gente se paraba para observarles, pero a él no le importaba. Tenía una fuente de oro a su lado.
-Aisha…- ladeó la cabeza para observarla mejor- No sabéis nada de esto, ¿verdad? Y todo es tan nuevo que os fascina y asusta a partes iguales…- alzó los ojos al recordar su propia experiencia- Quizás, bueno… Debería contarle todo poco a poco. Pero empezaré por lo más importante para no dar rodeos inútiles- se paró bruscamente y se colocó frente a ella, de manera que los ojos de ambos estaban unidos- Esto es verdad… Se lo prometo. El motivo por el que ve todas esas auras es porque…- tomó aliento- es una bruja…Y no todas son iguales porque hay diferentes tipos de brujos, diferentes poderes.
Guardó silencio y aguardó, con calma, la reacción de su acompañante.
No, mejor. Podrían hacer grandes cosas. Los dos juntos.
Benjamin nunca había sido un hombre egoísta, era avaricioso, sí, pero sabía premiar a sus colaboradores cómo merecían, y si Aisha resultaba ser de utilidad… Les podía venir muy bien a los dos.
-Ya veo, ya…-el joven se llevó la mano a la barbilla y sonrió de medio lado- ¿No sabe nada de las auras? Déjame adivinar… comenzó a verlas desde hace unas semanas. Sin previo aviso- ahí no estaba utilizando sus poderes, simplemente estaba narrando lo que le ocurrió a él. Su vida, sin previo aviso, se volvió mucho más interesante y la de Aisha lo haría también, estaba seguro- Permíteme que le explique todo- se acercó a su lado y le cogió caballerosamente por el brazo. Era un gesto atrevido, pero no quería que saliese huyendo cuando comenzase a contarle todo aquello- Se lo contaré… de camino al bar. ¿Me acompaña?
Tras sonreír levemente, el joven guio a Aisha a través de las abarrotadas calles londinenses. Aquí y allá, la gente se paraba para observarles, pero a él no le importaba. Tenía una fuente de oro a su lado.
-Aisha…- ladeó la cabeza para observarla mejor- No sabéis nada de esto, ¿verdad? Y todo es tan nuevo que os fascina y asusta a partes iguales…- alzó los ojos al recordar su propia experiencia- Quizás, bueno… Debería contarle todo poco a poco. Pero empezaré por lo más importante para no dar rodeos inútiles- se paró bruscamente y se colocó frente a ella, de manera que los ojos de ambos estaban unidos- Esto es verdad… Se lo prometo. El motivo por el que ve todas esas auras es porque…- tomó aliento- es una bruja…Y no todas son iguales porque hay diferentes tipos de brujos, diferentes poderes.
Guardó silencio y aguardó, con calma, la reacción de su acompañante.
Benjamin Hammilton- Clase Alta
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