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ienvenidos a Darkness Revival.Estais a punto de adentraros en Londres, año 1890, una época tan peligrosa como atrayente. La alta sociedad se mueve entre bailes oficiales, bodas, cabarets y fumaderos de opio. Las prostitutas y mendigos se ganan como pueden la vida, engañando, robando o estafando. Pero hay algo mucho mas oscuro en las calles de la ciudad del Támesis, más oscuro aún que el terrible Jack. Seres sobrenaturales como brujas, vampiros, metamorfos y malditos se esconden entre los miembros de la sociedad, temerosos de la sangrienta hermandad que les persigue: la Black Dagger Brotherhood. ¿Sobrevivirás? .
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Beggars Banquet -Lizzie Williams-
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Beggars Banquet -Lizzie Williams-
Beggars Banquet
Lizzie Williams ф 8:30 am ф Andenes
Lizzie Williams ф 8:30 am ф Andenes
“ | Say a prayer for the common foot soldier Spare a thought for his back breaking work Say a prayer for his wife and his children Who burn the fires and who still till the earth... |
Los ojos de la ciudad despertaban. Miles Somerset, duque de Beaufort, había pasado la noche, terminando cuentas y acabando el último negocio que acababa con la última deuda que su padre había dejado. Ya pagados todos los deudores, Miles podía volver a Gloucestershire para vivir la vida de un noble acomodado al menos en apariencia. Esa mañana luego de retirar el dinero y entregarlo directamente en mano de su acreedor, desayuno en el club Diogenes y se disponía a tomar el tren de las ocho de la mañana, para ir directamente a Kensinton.
Uno de los conocido de Miles en los tiempos de Eton, se casaba con una hermosa muchacha. La boda iba a celebrarse a primeros de septiembre y el Duque le había pedido a su amigo Gabriel Bronte, que le mandara de India algún regalo exótico para la pareja que residía en América, mas precisamente Boston. Apenas compro su boleto, se dio cuenta que el tren venía con retraso, por supuesto, ya que se trataba de la Compañía del Sudeste y, mientras esperaba pacientemente su llegada, se puso a leer el periódico de la mañana, donde estaban publicados algunos artículos provenientes de Canadá y de Estados Unidos.
En los andenes, la gente iba y venía. La involuntaria vida que se desarrollaba con una absurda monotonía. Como si Dios, manejara las piezas de las misma manera y aun así de formas diferentes. En toda su vida elegante y discreta, propia de una educación de Eton, jamás había soñado que pudiera llegar a sentir tantas cosas a la vez y con una intensidad tan arrolladora como si supiera que algo malo estaba por pasar, como si lo “Presintiera”…-Tonterías…-Murmuro para sí mismo cuando se dio cuenta que el tren tendría mas retraso.
Fue a la boletería y cambio su boleto por el de las 19 horas y se volvería a su casa en coche a Mayfair para cambiarse . Ese tren solía ser puntual y no podía dejar de pensar que algo estaba por pasar a su alrededor. De pronto hubo gritos femeninos y una gran aglomeración de gente se junto donde el tren debería haber pasado hacia por lo menos media hora. Un cadáver yacía sobre las vías herrumbrosas, casi desfigurado, mientras tanto los mendigos, se reían vaciando los bolsillos del aquella desdichada alma, que había encontrado la muerte aquella mañana.
Uno de los conocido de Miles en los tiempos de Eton, se casaba con una hermosa muchacha. La boda iba a celebrarse a primeros de septiembre y el Duque le había pedido a su amigo Gabriel Bronte, que le mandara de India algún regalo exótico para la pareja que residía en América, mas precisamente Boston. Apenas compro su boleto, se dio cuenta que el tren venía con retraso, por supuesto, ya que se trataba de la Compañía del Sudeste y, mientras esperaba pacientemente su llegada, se puso a leer el periódico de la mañana, donde estaban publicados algunos artículos provenientes de Canadá y de Estados Unidos.
En los andenes, la gente iba y venía. La involuntaria vida que se desarrollaba con una absurda monotonía. Como si Dios, manejara las piezas de las misma manera y aun así de formas diferentes. En toda su vida elegante y discreta, propia de una educación de Eton, jamás había soñado que pudiera llegar a sentir tantas cosas a la vez y con una intensidad tan arrolladora como si supiera que algo malo estaba por pasar, como si lo “Presintiera”…-Tonterías…-Murmuro para sí mismo cuando se dio cuenta que el tren tendría mas retraso.
Fue a la boletería y cambio su boleto por el de las 19 horas y se volvería a su casa en coche a Mayfair para cambiarse . Ese tren solía ser puntual y no podía dejar de pensar que algo estaba por pasar a su alrededor. De pronto hubo gritos femeninos y una gran aglomeración de gente se junto donde el tren debería haber pasado hacia por lo menos media hora. Un cadáver yacía sobre las vías herrumbrosas, casi desfigurado, mientras tanto los mendigos, se reían vaciando los bolsillos del aquella desdichada alma, que había encontrado la muerte aquella mañana.
Miles Henry Somerset- Nobleza y Aristocracia
- Ocupacion : Medico
Localización : Londres
Re: Beggars Banquet -Lizzie Williams-
El pitido de un tren detenido a la entrada de la estación hizo que levantase la cabeza, alertada, volviendo a la realidad que me rodeaba. La gente se movía nerviosa a mi alrededor mientras yo sorbía un té con limón tranquilamente sentada en una silla de hierro forjado en la terracita de una delicada cafetería de la estación. Todos corrían hacia las vias mientras el ambiente se llenaba de gritos de terror y de espanto al descubrir el cuerpo. No pude evitar dejar escapar una sonrisa mientras dejaba la taza de porcelana en la mesa y me levantaba, recogiendome la falda del vestido para caminar en dirección a toda la muchedumbre que se había generado en torno a las vías del tren...
Habían tardado en encontrarlo más de lo que esperaba... Pero el revuelo que había causado era el esperado. El cadaver debía llevar ya tres o cuatro horas allí, producto de la caza que había efectuado la noche anterior. El resultado era una joven prostituta que no debía llegar a la veintena de años. Una muchacha que había decidido ir por el camino facil de la vida. Una muchacha que era frecuentada muy a menudo por uno miembro de la nobleza, casado y con hijos. Cada noche que los veía reunirse allí atras, en la parte trasera de la estación, permanecía oculta a la espera de un buen momento para
[justify]¿Qué era lo que me movía a hacer todo aquello?
Más de una vez me lo pregunté, queriendo buscar una razón más lógica de las que ya me daba. Pero... Todas me parecían igual de lógicas e igual de válidas. Alguien tenía que limpiar la ciudad de aquella lacra que la iba invadiendo poco a poco. Se expandían de una manera repugnante y algunos barrios de la ciudad estaban infestados de ellas. No podías salir por la noche sin cruzarte con varias de ellas. Era completamente asqueroso.
El pitido de un tren detenido a la entrada de la estación hizo que levantase la cabeza, alertada, volviendo a la realidad que me rodeaba. La gente se movía nerviosa a mi alrededor mientras yo sorbía un té con limón tranquilamente sentada en una silla de hierro forjado en la terracita de una delicada cafetería de la estación. Todos corrían hacia las vias mientras el ambiente se llenaba de gritos de terror y de espanto al descubrir el cuerpo. No pude evitar dejar escapar una sonrisa mientras dejaba la taza de porcelana en la mesa y me levantaba, recogiendome la falda del vestido para caminar en dirección a toda la muchedumbre que se había generado en torno a las vías del tren...
Habían tardado en encontrarlo más de lo que esperaba... Pero el revuelo que había causado era el esperado. El cadaver debía llevar ya tres o cuatro horas allí, producto de la caza que había efectuado la noche anterior. El resultado era una joven prostituta que no debía llegar a la veintena de años. Una muchacha que había decidido ir por el camino facil de la vida. Una muchacha que era frecuentada muy a menudo por uno miembro de la nobleza, casado y con hijos. Cada noche que los veía reunirse allí atras, en la parte trasera de la estación, permanecía oculta a la espera de un buen momento para atacar. Pero siempre se daba una situación que me lo impedía. Salvo aquella noche en la que el Lord tuvo que marcharse antes de tiepo y pude abalanzarme sobre la muchacha. Al menos, había disfrutado de su último encuentro con el Lord. Pero temo que no disfrutó tanto de sus siguientes momentos que la acontecieron, los cuales fueron en orden, fueron estrangulamiento, descuartizamiento y desmembración de alguno de sus miembros, los cuales quedaron esparcidos por las vías del tren.
Me puse de puntillas sobre los tacones, como el resto de los presente, buscando captar con los ojos el origen del revuelo. Allí, entre las vías del tren, la joven cortesana, o lo que quedaba de ella, yacía mutilada y con las visceras esparcidas entre las piedras. Llevé una de mis manos enguantada a la boca y me giré, interpretando bien el papel de una mujer horrorizada ante tal visión. Salí de allí fingiendo estar asqueada cuando fui a toparme de frente con un Lord que había visto varias veces en las reuniones sociales. Me acerqué a él, con curiosidad, pues tenía grabadas en mi mente casi todas las caras de las personas de mejor clase de la ciudad.
-¿Lord Somerset? Qué casualidad encontrarle aquí y una lástima la amarga situación ha hecho que nos crucemos... -señalé levemente con la cabeza hacia las vías del tren donde los guardas de la estación se metían entre la gente para imponer orden y apartar a los curiosos. -Hace mucho tiempo que no le veo... ¿Tenía pensado partir hoy, señor? -inquirí mientras la muchedumbre empezaba a dispersarse y todo volvía a la normalidad, aunque los murmullos seguían yendo de boca en boca y todos mencionaban el nombre de alguien que en realidad, no existía.
Habían tardado en encontrarlo más de lo que esperaba... Pero el revuelo que había causado era el esperado. El cadaver debía llevar ya tres o cuatro horas allí, producto de la caza que había efectuado la noche anterior. El resultado era una joven prostituta que no debía llegar a la veintena de años. Una muchacha que había decidido ir por el camino facil de la vida. Una muchacha que era frecuentada muy a menudo por uno miembro de la nobleza, casado y con hijos. Cada noche que los veía reunirse allí atras, en la parte trasera de la estación, permanecía oculta a la espera de un buen momento para
[justify]¿Qué era lo que me movía a hacer todo aquello?
Más de una vez me lo pregunté, queriendo buscar una razón más lógica de las que ya me daba. Pero... Todas me parecían igual de lógicas e igual de válidas. Alguien tenía que limpiar la ciudad de aquella lacra que la iba invadiendo poco a poco. Se expandían de una manera repugnante y algunos barrios de la ciudad estaban infestados de ellas. No podías salir por la noche sin cruzarte con varias de ellas. Era completamente asqueroso.
El pitido de un tren detenido a la entrada de la estación hizo que levantase la cabeza, alertada, volviendo a la realidad que me rodeaba. La gente se movía nerviosa a mi alrededor mientras yo sorbía un té con limón tranquilamente sentada en una silla de hierro forjado en la terracita de una delicada cafetería de la estación. Todos corrían hacia las vias mientras el ambiente se llenaba de gritos de terror y de espanto al descubrir el cuerpo. No pude evitar dejar escapar una sonrisa mientras dejaba la taza de porcelana en la mesa y me levantaba, recogiendome la falda del vestido para caminar en dirección a toda la muchedumbre que se había generado en torno a las vías del tren...
Habían tardado en encontrarlo más de lo que esperaba... Pero el revuelo que había causado era el esperado. El cadaver debía llevar ya tres o cuatro horas allí, producto de la caza que había efectuado la noche anterior. El resultado era una joven prostituta que no debía llegar a la veintena de años. Una muchacha que había decidido ir por el camino facil de la vida. Una muchacha que era frecuentada muy a menudo por uno miembro de la nobleza, casado y con hijos. Cada noche que los veía reunirse allí atras, en la parte trasera de la estación, permanecía oculta a la espera de un buen momento para atacar. Pero siempre se daba una situación que me lo impedía. Salvo aquella noche en la que el Lord tuvo que marcharse antes de tiepo y pude abalanzarme sobre la muchacha. Al menos, había disfrutado de su último encuentro con el Lord. Pero temo que no disfrutó tanto de sus siguientes momentos que la acontecieron, los cuales fueron en orden, fueron estrangulamiento, descuartizamiento y desmembración de alguno de sus miembros, los cuales quedaron esparcidos por las vías del tren.
Me puse de puntillas sobre los tacones, como el resto de los presente, buscando captar con los ojos el origen del revuelo. Allí, entre las vías del tren, la joven cortesana, o lo que quedaba de ella, yacía mutilada y con las visceras esparcidas entre las piedras. Llevé una de mis manos enguantada a la boca y me giré, interpretando bien el papel de una mujer horrorizada ante tal visión. Salí de allí fingiendo estar asqueada cuando fui a toparme de frente con un Lord que había visto varias veces en las reuniones sociales. Me acerqué a él, con curiosidad, pues tenía grabadas en mi mente casi todas las caras de las personas de mejor clase de la ciudad.
-¿Lord Somerset? Qué casualidad encontrarle aquí y una lástima la amarga situación ha hecho que nos crucemos... -señalé levemente con la cabeza hacia las vías del tren donde los guardas de la estación se metían entre la gente para imponer orden y apartar a los curiosos. -Hace mucho tiempo que no le veo... ¿Tenía pensado partir hoy, señor? -inquirí mientras la muchedumbre empezaba a dispersarse y todo volvía a la normalidad, aunque los murmullos seguían yendo de boca en boca y todos mencionaban el nombre de alguien que en realidad, no existía.
Jack.
Inspector Abberline- Ambientación
Re: Beggars Banquet -Lizzie Williams-
Miles estaba siempre ajeno a la maraña de personajes de Londres. No por creerse mas, si no porque siempre que venia a la gran ciudad se sentía un extraño. Londres siempre había sido un caos para el...La pobreza y el desamparo de los menos privilegiados no le llegaba pero si lo afectaba bastante. Su madre había cultivado en el la caridad y gracias a ella, siempre donaba algun dinero a algun hospital, pero eso era todo lo que el iba a hacer. Suspiro profundamente al pitido del tren detenido, gracias a que habían encontrado el cuerpo examine de una joven cortesana, de las mas bajas. Se pregunto entonces porque tanta saña, porque tanto odio...porque tanta maldad hacia alguien que se solo ganaba la vida. Podría entenderlo como hombre? o como ser humano? quiza con un poco de los dos...y ni siquiera estaba cerca de la respuesta.
Dejando las hipótesis filosóficas de lado, Miles miro su reloj de bolsillo sabiendo que no iba a poder tomar a esa hora, el tren. Con lo que duraría la investigacion policial, iba a tener que tomar otro transporte. Observo como la gente se formaba alrededor de la tragedia, alimentando el morbo por lo que había hecho Jack. El querido Jack.
En lo poco que había leído de lo publicado por los investigadores, Jack era un profesional. Y la Scotland Yard estaba completamente perdida, sin pistas ni paraderos de quien seria aquel ser tan diabólico como para abrir en canal a una mujer que se ganaba la vida con las ansias de otros. Algunos hombres necesitaban salir del una relación segura para probar otros placeres. Pensaba que hasta era un poco lógico si pensabas que mayoría de los matrimonios de su propia clase social en general eran arreglados para garantizar una renta y un modo de vida acomodada, pero raramente había amor y mas raramente fidelidad.
Los profundos ojos celestes de Miles se cerraron en una linea y tuvo que ponerse los lentes al notar que un rayo de sol salia de entre las nubes bajas de la niebla y le daba directamente en la cara.
Mientras estaba enfrascado en la tarea de ponerse sus lentes oscuros, volviendo a la rutina de buscar un lugar tranquilo para leer, la vio a ella. Ella era la viuda de un hombre llamado John Williams. Su padre lo conocía bien. Era uno de los médicos personales de Victoria y decían que era muy bueno, habia estado en su clase como medico asesor, dando charlas y ofreciendo consejos a los nuevos médicos formados, pero un día desapareció.
Ella era una mujer altamente educada y de buenos modales, Una mujer que no decía mucho, pero cuando lo hacia era certera y modulada. Miles sonrió levemente y la saludo con cortesía. -Señora Williams. siempre un placer, por muy amarga que fuera. -Guardo su reloj en el bolsillo de su chaleco y se puso el periodico debajo del brazo. -Es verdad, hace bastante que no tengo el placer de hablar con usted y disfrutar su charla. -Le señalo discretamente el camino -Si lo estaba, iba a Kensinton, pero me asaltaron las ganas de tomar te. Me acompaña? O la estoy reteniendo de sus tareas diarias?- Le llamaba la atencion su rostro peculiar, su cuerpo espigado y sus ojos...A Ojos desconocidos era extraña, a sus ojos, extra terrenal.
Dejando las hipótesis filosóficas de lado, Miles miro su reloj de bolsillo sabiendo que no iba a poder tomar a esa hora, el tren. Con lo que duraría la investigacion policial, iba a tener que tomar otro transporte. Observo como la gente se formaba alrededor de la tragedia, alimentando el morbo por lo que había hecho Jack. El querido Jack.
En lo poco que había leído de lo publicado por los investigadores, Jack era un profesional. Y la Scotland Yard estaba completamente perdida, sin pistas ni paraderos de quien seria aquel ser tan diabólico como para abrir en canal a una mujer que se ganaba la vida con las ansias de otros. Algunos hombres necesitaban salir del una relación segura para probar otros placeres. Pensaba que hasta era un poco lógico si pensabas que mayoría de los matrimonios de su propia clase social en general eran arreglados para garantizar una renta y un modo de vida acomodada, pero raramente había amor y mas raramente fidelidad.
Los profundos ojos celestes de Miles se cerraron en una linea y tuvo que ponerse los lentes al notar que un rayo de sol salia de entre las nubes bajas de la niebla y le daba directamente en la cara.
Mientras estaba enfrascado en la tarea de ponerse sus lentes oscuros, volviendo a la rutina de buscar un lugar tranquilo para leer, la vio a ella. Ella era la viuda de un hombre llamado John Williams. Su padre lo conocía bien. Era uno de los médicos personales de Victoria y decían que era muy bueno, habia estado en su clase como medico asesor, dando charlas y ofreciendo consejos a los nuevos médicos formados, pero un día desapareció.
Ella era una mujer altamente educada y de buenos modales, Una mujer que no decía mucho, pero cuando lo hacia era certera y modulada. Miles sonrió levemente y la saludo con cortesía. -Señora Williams. siempre un placer, por muy amarga que fuera. -Guardo su reloj en el bolsillo de su chaleco y se puso el periodico debajo del brazo. -Es verdad, hace bastante que no tengo el placer de hablar con usted y disfrutar su charla. -Le señalo discretamente el camino -Si lo estaba, iba a Kensinton, pero me asaltaron las ganas de tomar te. Me acompaña? O la estoy reteniendo de sus tareas diarias?- Le llamaba la atencion su rostro peculiar, su cuerpo espigado y sus ojos...A Ojos desconocidos era extraña, a sus ojos, extra terrenal.
Miles Henry Somerset- Nobleza y Aristocracia
- Ocupacion : Medico
Localización : Londres
Re: Beggars Banquet -Lizzie Williams-
Contemplé el semblante del señor Somerset unos largos segundos en busca de algún pequeño indicio que me denotara que estaba aterrado por la situación que se estaba aconteciendo en la estación, mas para mi desgracia, no la hallé. El Lord no era uno de esos mendigos de la calle, ni mucho menos, y sin duda no era tan sencillo escandalizarlo con un hecho como el macabro asesinato acometido. Supuse que aquella alta sociedad se estaba empezando a aclimatar a mis crímenes, sabiendo que a ellos nunca les iba a tocar, pues pese a la negligencia del cuerpo de Scotland Yard al menos habían logrado deducir qué clase de personas corrían peligro de ser asesinadas por Jack y quienes no.
Le estreché la mano unos segundos, un gesto decidido, fuerte, aunque no demasiado. -Me temo que no coincidimos desde la fiesta que organizó la señora Martins en su casa de campo el verano pasado.. - recordé vagamente aquel día. Demasiado calor y demasiados insectos atraidos por dicho calor. Todas las señoras y damas vestidas con atuendos veraniegos, de colores claros, blanquecinos, sentadas en ricas mesitas en el jardín, tomando el té y platicando de temas sin relevante importancia para mí gusto mientras los hombres montaban a caballo y demostraban sus habilidosas dotes en el juego del polo. Un entretenimiento harto agradable para la vista los primeros diez minutos, quince a lo sumo. Después acababa perdiendo todo interes. Sin embargo recuerdo que pude disfrutar de una agradable conversación con el señor Somerset, un Lord curioso como no muchos en lo que hoy en día se consideraba la nobleza.
-No, en absoluto, señor Somerset. Me temo que el tren que iba a tomar se va a retrasar como el resto y hasta la tarde no podré marchar. Planeaba hacer una visita a la hermana de mi marido, que en paz descanse. Reside en las afueras de la ciudad, a tan solo una hora en tren.. - puntualicé, aunque era mentira. La mujer sí vivía a las afueras de la ciudad, pero no iba a verla, ni tenía intención alguna de volver a juntarme con la familia del traidor de mi marido. Todos ellos, tras su "repentino" fallecimiento, mostraron sus verdaderas caras tratando de rapiñar y agarrar algo de lo que la herencia me había dejado. - Así que aceptaré gustosa el placer de su compañía- respondí con un amable y sincera sonrisa, siguiendo los del Lord.
Era alguien con quien me gustaba mantener una buena conversación, siempre con comentarios inteligentes, temas de buen gusto sobre los que debatir y que sin duda alguna, proporcionaba horas y horas de agradable charla, lo cual no se podía decir de muchos Lores, siempre hablando de dinero, riquezas y demás temas materialistas.
Salimos de la estación, donde aún había varios grupos de gente, aglomerada ante las vías. Pasé por su lado, contemplando con una cruel sonrisa interior como la policía cargaba con una camilla de madera, con el cadáver tapado. Solo lo miré de reojo. No le atribuí más importancia de la que ya le había dado. -¿Algún lugar que le llame más la atención para tomar un té, señor? Puedo recomendarle una muy buena terraza en la esquina de la siguiente calle.. - caminé a su lado a paso medio, contemplando su porte serio, elegante. Un buen hombre del que una mujer estaría más que orgullosa de tener a su lado. -Y cuénteme, Lord Somerset. ¿Qué ha sido de usted en todo este tiempo?
Le estreché la mano unos segundos, un gesto decidido, fuerte, aunque no demasiado. -Me temo que no coincidimos desde la fiesta que organizó la señora Martins en su casa de campo el verano pasado.. - recordé vagamente aquel día. Demasiado calor y demasiados insectos atraidos por dicho calor. Todas las señoras y damas vestidas con atuendos veraniegos, de colores claros, blanquecinos, sentadas en ricas mesitas en el jardín, tomando el té y platicando de temas sin relevante importancia para mí gusto mientras los hombres montaban a caballo y demostraban sus habilidosas dotes en el juego del polo. Un entretenimiento harto agradable para la vista los primeros diez minutos, quince a lo sumo. Después acababa perdiendo todo interes. Sin embargo recuerdo que pude disfrutar de una agradable conversación con el señor Somerset, un Lord curioso como no muchos en lo que hoy en día se consideraba la nobleza.
-No, en absoluto, señor Somerset. Me temo que el tren que iba a tomar se va a retrasar como el resto y hasta la tarde no podré marchar. Planeaba hacer una visita a la hermana de mi marido, que en paz descanse. Reside en las afueras de la ciudad, a tan solo una hora en tren.. - puntualicé, aunque era mentira. La mujer sí vivía a las afueras de la ciudad, pero no iba a verla, ni tenía intención alguna de volver a juntarme con la familia del traidor de mi marido. Todos ellos, tras su "repentino" fallecimiento, mostraron sus verdaderas caras tratando de rapiñar y agarrar algo de lo que la herencia me había dejado. - Así que aceptaré gustosa el placer de su compañía- respondí con un amable y sincera sonrisa, siguiendo los del Lord.
Era alguien con quien me gustaba mantener una buena conversación, siempre con comentarios inteligentes, temas de buen gusto sobre los que debatir y que sin duda alguna, proporcionaba horas y horas de agradable charla, lo cual no se podía decir de muchos Lores, siempre hablando de dinero, riquezas y demás temas materialistas.
Salimos de la estación, donde aún había varios grupos de gente, aglomerada ante las vías. Pasé por su lado, contemplando con una cruel sonrisa interior como la policía cargaba con una camilla de madera, con el cadáver tapado. Solo lo miré de reojo. No le atribuí más importancia de la que ya le había dado. -¿Algún lugar que le llame más la atención para tomar un té, señor? Puedo recomendarle una muy buena terraza en la esquina de la siguiente calle.. - caminé a su lado a paso medio, contemplando su porte serio, elegante. Un buen hombre del que una mujer estaría más que orgullosa de tener a su lado. -Y cuénteme, Lord Somerset. ¿Qué ha sido de usted en todo este tiempo?
Inspector Abberline- Ambientación
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