La vida no ha de ser una obra de teatro [Evelyn Wolfe]

Se había levantado de buen humor. Su tiempo favorito era el invierno londinense. Le encantaba dormirse con el sonido de la lluvia golpeteando contra la ventana como una nana, combatir el frío frente a un buen fuego mientras leía, escuchar los violentos truenos de las tormentas y observar los rayos iluminar el cielo sin estrellas. Pero había algo en esas mañanas de verano de Londres que siempre le levantaban el ánimo. Y hoy era una de esas mañanas. Desayunó leyendo el periódico como le gustaba hacer siempre, prestando especial atención a las secciones sobre economía y política. Aunque pronto su mirada acabó perdiéndose por la ventana, observando a las chicas jóvenes engalanadas para un día más de temporada ¿tal vez el día en el que conseguirían su esperada petición de matrimonio? La voz de su siempre fiel mayordomo Connell le sacó de sus pensamientos, "¿Madame? Ha llegado un mensaje de vuestro hermano. No podrá asistir a la comida"-ella puso los ojos en blanco.

-Claro que no, el opio es mejor compañía que su hermana-hizo un gesto desdeñoso con la mano-da orden de que enganchen Connell, ya es hora de volver a ser vista en Londres. Además, hace un día precioso para un paseo ¿no te parece?-él sólo asintió y se inclinó antes de ir a cumplir con lo mandado mientras ella subía a cambiarse. Aunque cuando se encontró a solas con su armario sus labios se curvaron en una mueca de irritación. Todos sus vestidos eran negros de luto o eran de una temporada anterior. Un año alejada de la sociedad  había sido un crimen para su vestuario. Se vistió y arregló, aún molesta por no poder ir tan elegante y adecuada como le solía gustar ir y dio órden de que se avisara a los Black de que les haría una necesitada visita comunicándole a Connell su cambio de planes.

Todo en la casa de los Black estaba como lo recordaba. Como cualquier mujer que se preciara había sido una clienta asidua hasta hacía unos años aunque suponía que con la cantidad de trabajo que tenían los Black, su nombre ya no estaría en el libro de registros. Como para darle la razón de lo mucho que llevaba alejada, ni siquiera reconoció a la chica que la estaba esperando. Una Black sin duda pero ¿quién? Casi siempre había sido atendida por la señora Black aunque recordaba haber sido atendida una vez por una de las hijas... ¿Catherine?.

-Buenos días querida. Veo que el negocio de los Black sigue tan próspero como la última vez que estuve aquí-le sonrió, si algo había aprendido era a tener siempre una relación lo más cordial posible con su modista-va a tener que disculparme pero no la recuerdo-esperó a que la joven se presentara antes de hacerlo ella, escudriñándola de forma discreta, curiosa, sin perder el gesto ni el tono cordial.