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ienvenidos a Darkness Revival.Estais a punto de adentraros en Londres, año 1890, una época tan peligrosa como atrayente. La alta sociedad se mueve entre bailes oficiales, bodas, cabarets y fumaderos de opio. Las prostitutas y mendigos se ganan como pueden la vida, engañando, robando o estafando. Pero hay algo mucho mas oscuro en las calles de la ciudad del Támesis, más oscuro aún que el terrible Jack. Seres sobrenaturales como brujas, vampiros, metamorfos y malditos se esconden entre los miembros de la sociedad, temerosos de la sangrienta hermandad que les persigue: la Black Dagger Brotherhood. ¿Sobrevivirás? .
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Siempre es un placer verte, hermanita (Evelyn Wolfe)
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Darkness Revival :: West End :: Westminster :: Bond Street
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Siempre es un placer verte, hermanita (Evelyn Wolfe)
Arthur se encontraba en la mierda. O mejor dicho, llevaba horas así. Todavía no se le habían pasado los efectos de la noche anterior, y si no fuera porque estaba sentado, se caería de culo al suelo. Apoyó la frente sobre su mano encima de la mesa, rezando porque se le pasase pronto. Una mesa hermosamente tallada, en una habitación enorme y pulcra. Cualquiera que le viera en aquel momento diría que no pertenecía a aquel lugar, pero él no era sus padres. Ocupaba su puesto, sí, y en aquel momento hasta su despacho...Pero no era lo mismo.
Los minutos pasaban, tortuosos. Estaba claro que Arthur en aquel lugar estaba haciendo un pobre paripé. Pero Evelyn había pedido (bueno, más bien exigido) verle aquel día y lo lógico es que fuera allí. En su lugar de trabajo. Aunque si no fuera por ella, a lo mejor no tendría donde acudir a trabajar a esas alturas.
Al menos aquella noche no había llegado al punto de ver doble y despertarse en algún sitio aleatorio. Éxito. Tal vez debería dejarlo. Más que nada porque las lagunas de memoria que sufría cada vez eran mayores.
"La edad"
Pero justo últimamente Evelyn parecía estar por ahí más y más. Nunca habían estado muy unidos. Arthur hacía su vida a su bola, y ella hacía lo mismo. Pero últimamente la veía hasta en la sopa.
"U otra cosa"
Suspiró. Se iba a quedar dormido, lo estaba viendo. Pidió a los sirvientes que prepararan unas taza con té. Tal vez así se le pasase aquel infierno.
Nada más llegar el té, le informaron que su hermana estaba allí. Antes de dar ningún permiso ya estaba viéndola atravesando la puerta del despacho. Por supuesto.
-Hola, Eve-usó su abreviatura aposta, como si fueran dos hermanos cercanos. Cuando en realidad, apenas eran nada. Pero la indolencia corría por sus venas como el opio hacía unas horas- Por favor, pasa- dijo grandilocuente, como si su hermana necesitara que le dijeran qué podía o no podía hacer. O como si no lo hubiera hecho ya- ¿Te apetece un té?
Ante todo buenas formas, ¿no?
Los minutos pasaban, tortuosos. Estaba claro que Arthur en aquel lugar estaba haciendo un pobre paripé. Pero Evelyn había pedido (bueno, más bien exigido) verle aquel día y lo lógico es que fuera allí. En su lugar de trabajo. Aunque si no fuera por ella, a lo mejor no tendría donde acudir a trabajar a esas alturas.
Al menos aquella noche no había llegado al punto de ver doble y despertarse en algún sitio aleatorio. Éxito. Tal vez debería dejarlo. Más que nada porque las lagunas de memoria que sufría cada vez eran mayores.
"La edad"
Pero justo últimamente Evelyn parecía estar por ahí más y más. Nunca habían estado muy unidos. Arthur hacía su vida a su bola, y ella hacía lo mismo. Pero últimamente la veía hasta en la sopa.
"U otra cosa"
Suspiró. Se iba a quedar dormido, lo estaba viendo. Pidió a los sirvientes que prepararan unas taza con té. Tal vez así se le pasase aquel infierno.
Nada más llegar el té, le informaron que su hermana estaba allí. Antes de dar ningún permiso ya estaba viéndola atravesando la puerta del despacho. Por supuesto.
-Hola, Eve-usó su abreviatura aposta, como si fueran dos hermanos cercanos. Cuando en realidad, apenas eran nada. Pero la indolencia corría por sus venas como el opio hacía unas horas- Por favor, pasa- dijo grandilocuente, como si su hermana necesitara que le dijeran qué podía o no podía hacer. O como si no lo hubiera hecho ya- ¿Te apetece un té?
Ante todo buenas formas, ¿no?
Arthur Wolfe- Clase Alta
Re: Siempre es un placer verte, hermanita (Evelyn Wolfe)
Los papeles que le había entregado Azalea habían resultado ser mucho más importantes de lo que había pensado al principio nada más verlos y su ira hacia quien quisiera que se los había dejado olvidados no había hecho sino aumentar. Cuál no fue su sorpresa al enterarse de que quien se había dejado los papeles había sido su queridísimo desastre de hermano pequeño, Arthur. La única persona a la que no podía despedir de toda la maldita empresa. Se tuvo que convencer de que darle el susto sobrenatural que tenía pensado para el culpable tampoco era buena idea pero le costó y simplemente le hizo mandar un mensaje en el que especificaba que quería verle inmediatamente. Por suerte su hermano sí que había aprendido una cosa sobre ella y era que no toleraba que no se cumplieran sus órdenes.
Así que en cuanto se personó en las oficinas fue a verle. Su vestido azul marino se movía a su alrededor con sus largas zancadas haciéndola parecer, irónicamente, un cuervo humanoide y no era casualidad. Sabía que ese atuendo en particular la hacía intimidante y eso era precisamente lo que necesitaba. Esperaba que esa guisa fuera suficiente como para escarmentar a Arthur de una vez por todas.
Entró en su despacho (por supuesto sin llamar) y no dijo ni una palabra, permitiendo que unos largos e incómodos segundos se extendieran entre ellos en lo que le miraba de arriba abajo. Tenía un aspecto horrible. Estaba pálido y ojeroso, los ojos ligeramente inyectados en sangre, claros signos de una noche con mucho humo y poco sueño. Alzó una ceja cuando usó ese apelativo cariñoso que no se ajustaba a la relación entre los dos hermanos y se sentó frente a él tirándole a la mesa la carpeta con los susodichos documentos.
-¿Té hermano? ¿Se te ha pasado el sabor del whisky lo suficiente como para poder distinguir el sabor del té?-le preguntó con un tono casi dulce pero sus ojos clavados en él, fríos e impasibles a su cortesía. Señaló la carpeta con un movimiento de cabeza-¿te suenan? Tenías que llevarlos desde la fábrica de Henry a las oficinas. Fácil, simple, hasta un niño de teta habría sido capaz de hacerlo. Una tarea tan sencilla que había olvidado que había sido a ti a quien se la había encomendado. Cuál no sería mi sorpresa cuando ayer vino Azalea Raine a devolvérmelos porque alguien se los había dejado olvidados en su burdel-no hacía falta que le dijera quién era Azalea Raine. Su hermano era uno de sus mejores clientes y seguro que conocía a la madame india mucho mejor que ella.
-Te despediría hermano pero por desgracia no puedo hacerlo así que vas a tener que pagarme el susto de otra manera-durante un momento se había planteado recordarle lo importantísimos que eran esos documentos para sus negocios. Lo peligroso que habría sido que cayeran en malas manos. Pero habría sido en saco roto. Arthur no tenía sentido de la supervivencia empresarial.
Así que en cuanto se personó en las oficinas fue a verle. Su vestido azul marino se movía a su alrededor con sus largas zancadas haciéndola parecer, irónicamente, un cuervo humanoide y no era casualidad. Sabía que ese atuendo en particular la hacía intimidante y eso era precisamente lo que necesitaba. Esperaba que esa guisa fuera suficiente como para escarmentar a Arthur de una vez por todas.
Entró en su despacho (por supuesto sin llamar) y no dijo ni una palabra, permitiendo que unos largos e incómodos segundos se extendieran entre ellos en lo que le miraba de arriba abajo. Tenía un aspecto horrible. Estaba pálido y ojeroso, los ojos ligeramente inyectados en sangre, claros signos de una noche con mucho humo y poco sueño. Alzó una ceja cuando usó ese apelativo cariñoso que no se ajustaba a la relación entre los dos hermanos y se sentó frente a él tirándole a la mesa la carpeta con los susodichos documentos.
-¿Té hermano? ¿Se te ha pasado el sabor del whisky lo suficiente como para poder distinguir el sabor del té?-le preguntó con un tono casi dulce pero sus ojos clavados en él, fríos e impasibles a su cortesía. Señaló la carpeta con un movimiento de cabeza-¿te suenan? Tenías que llevarlos desde la fábrica de Henry a las oficinas. Fácil, simple, hasta un niño de teta habría sido capaz de hacerlo. Una tarea tan sencilla que había olvidado que había sido a ti a quien se la había encomendado. Cuál no sería mi sorpresa cuando ayer vino Azalea Raine a devolvérmelos porque alguien se los había dejado olvidados en su burdel-no hacía falta que le dijera quién era Azalea Raine. Su hermano era uno de sus mejores clientes y seguro que conocía a la madame india mucho mejor que ella.
-Te despediría hermano pero por desgracia no puedo hacerlo así que vas a tener que pagarme el susto de otra manera-durante un momento se había planteado recordarle lo importantísimos que eran esos documentos para sus negocios. Lo peligroso que habría sido que cayeran en malas manos. Pero habría sido en saco roto. Arthur no tenía sentido de la supervivencia empresarial.
Re: Siempre es un placer verte, hermanita (Evelyn Wolfe)
Su hermana estaba tan intimidante como siempre. Le miró como siempre, y le habló igual. Como si no fuera más que un insecto en aquel lugar. Y eso que él era el primogénito y ella nada más que una simple mujer. Pero tenía un algo que Arthur en aquel momento tampoco podía explicar. Y ese algo la parecía colocarla por encima de él, y de todo el mundo.
Pero la verdad era que no, no se le había pasado el efecto de nada. De hecho la oferta del té era mera cortesía, porque Arthur sabía que si osaba tomar algo lo vomitaría al instante. Y creía que en aquel momento no era... Muy buena idea. Bastante tenía con el dolor de cabeza martilleando con cada palabra de su hermana.
-¿Azalea Raine? Creo que no he tenido el placer de conocer a esa señorita-esa mentira tan obvia merecía una de sus sonrisas. Y un tortazo de Evelyn. La verdad es que acababa de cometer una gran cagada, y no tenía idea de cómo iba a salir de aquella.
-¿Pagarte el susto? No te ponga así, Eve-aquella vez no se dio cuenta de que tal vez aquel diminutivo podía molestarla- Sólo es una carpeta. Sé que mi amiga no va a meter las narices donde no la llaman. Vale, ya sé que la he cagado...¡No volverá a ocurrir! Ya sabes que puedes confiar en mí. A fin de cuentas somos familia.
Ahí ya, por fin, se atrevió a mirarla a los ojos. Porque vale sí, la había liado. Era un poco desastre. Pero ella parecía olvidarse de que estaban en el mismo barco, por algún motivo.
Pero la verdad era que no, no se le había pasado el efecto de nada. De hecho la oferta del té era mera cortesía, porque Arthur sabía que si osaba tomar algo lo vomitaría al instante. Y creía que en aquel momento no era... Muy buena idea. Bastante tenía con el dolor de cabeza martilleando con cada palabra de su hermana.
-¿Azalea Raine? Creo que no he tenido el placer de conocer a esa señorita-esa mentira tan obvia merecía una de sus sonrisas. Y un tortazo de Evelyn. La verdad es que acababa de cometer una gran cagada, y no tenía idea de cómo iba a salir de aquella.
-¿Pagarte el susto? No te ponga así, Eve-aquella vez no se dio cuenta de que tal vez aquel diminutivo podía molestarla- Sólo es una carpeta. Sé que mi amiga no va a meter las narices donde no la llaman. Vale, ya sé que la he cagado...¡No volverá a ocurrir! Ya sabes que puedes confiar en mí. A fin de cuentas somos familia.
Ahí ya, por fin, se atrevió a mirarla a los ojos. Porque vale sí, la había liado. Era un poco desastre. Pero ella parecía olvidarse de que estaban en el mismo barco, por algún motivo.
Arthur Wolfe- Clase Alta
Re: Siempre es un placer verte, hermanita (Evelyn Wolfe)
Su hermano no había terminado de hablar cuando trajeron el té y Evelyn dio las gracias sin mirar al porteador haciendo que este desapareciera rápidamente. No hacía falta ser un genio para sentir la tensa atmósfera de la habitación. Se estiró para servirse un poco de té y miró a su hermano calculadoramente, pensando si servírselo pero a juzgar por su aspecto sólo el olor ya le estaba dando náuseas. Aquella alfombra era demasiado bonita y demasiado cara como para que Arthur le vomitara encima así que le hizo el favor de apartarle la bandeja de delante de la cara, bebiendo un sorbo de la taza. Chasqueó los dedos con un gesto ofendido, rozando el asco cuando Arthur se atrevió a negar conocer a Azalea Raine.
-Ni se te ocurra Arthur. No estoy de humor para tus tonterías infantiloides. Ambos sabemos donde te gastas la herencia del abuelo-del abuelo. No de su padre que había sido una sanguijuela poco más inteligente que su hermano, tal vez por eso Arthur tenía buena memoria de él y ella no podía más que despreciarle. Bebió calmadamente sin apartar sus ojos del rostro de su hermano mientras Arthur se deshacía en patéticas excusas que ya había oído mil veces. Si le dieran un penique por cada vez que su hermano le había dicho "no volverá a ocurrir" o cualquiera de sus variaciones sería más rica que la Reina de Inglaterra. Mientras el pequeño de los Wolfe parloteaba, ella fantaseaba con la idea de metamorfosear sus brazos en los de alguna criatura más fuerte que ella y estrangularle lentamente.
Pero sus últimas palabras calaron profundo en Evelyn. Somos familia. Eso era lo que decía su abuela que en paz descansase. La familia era lo primero sin importar qué ocurriera. Su sabia abuela, probablemente la única persona a la que había querido en sus veintisiete años de vida junto con su abuelo. Dejó la taza sobre la mesa y carraspeó, recostándose en el asiento mientras hacía acopio de paciencia permitiendo unos segundos de silencio sólo para deleitarse en el nerviosismo de Arthur.
-En primer lugar, quienquiera que sea no es tu amiga. Es una prostituta. Es asunto tuyo si quieres creer que les importas a esas mujeres durante el tiempo que les compras pero una vez pase ese tiempo que no se te olvide quién eres tú y quiénes son ellas-de la amistad al amor había un paso y lo último que le faltaba era que su hermano se perdiera por una mujer del Nimbooda-segundo, creo que te has formado la errónea idea de que te estaba pidiendo que me pagaras el susto. No te lo pido Arthur, te lo ordeno. El jueves por la noche habrá una reunión empresarial importante, es informal así que se celebrará en un club de caballeros al que yo no puedo acceder por razones obvias-ya lo había intentado una vez en su forma de cuervo y aquel sitio era desquiciantemente hermético.
-Quiero que vayas y te comportes. Quiero que entables conversación y que te enteres de tanto como puedas. No firmes nada ni te comprometas a nada pero si te ofrecen acuerdos, que te los ofrecerán, escúchalos y recuérdalos y los discutiremos más tarde-sería tan aburrido como sonaba y de no haber estado tan preocupada por la capacidad de su hermano de hacer lo que debía habría estado contenta de no tener que ir ella-vas de espía Arthur así que estate atento. Juega al billar, fuma si quieres, riéles las gracias a los peces gordos y da buena cuenta del alcohol si lo deseas pero por favor, no te avergüences. Recuerda que si lo haces el primero que sufrirá es tu apellido-tiró por el apellido porque sabía que la empresa le daba igual. El apellido le podía recordar a su difunta madre y eso le ablandaría-¿alguna duda?
-Ni se te ocurra Arthur. No estoy de humor para tus tonterías infantiloides. Ambos sabemos donde te gastas la herencia del abuelo-del abuelo. No de su padre que había sido una sanguijuela poco más inteligente que su hermano, tal vez por eso Arthur tenía buena memoria de él y ella no podía más que despreciarle. Bebió calmadamente sin apartar sus ojos del rostro de su hermano mientras Arthur se deshacía en patéticas excusas que ya había oído mil veces. Si le dieran un penique por cada vez que su hermano le había dicho "no volverá a ocurrir" o cualquiera de sus variaciones sería más rica que la Reina de Inglaterra. Mientras el pequeño de los Wolfe parloteaba, ella fantaseaba con la idea de metamorfosear sus brazos en los de alguna criatura más fuerte que ella y estrangularle lentamente.
Pero sus últimas palabras calaron profundo en Evelyn. Somos familia. Eso era lo que decía su abuela que en paz descansase. La familia era lo primero sin importar qué ocurriera. Su sabia abuela, probablemente la única persona a la que había querido en sus veintisiete años de vida junto con su abuelo. Dejó la taza sobre la mesa y carraspeó, recostándose en el asiento mientras hacía acopio de paciencia permitiendo unos segundos de silencio sólo para deleitarse en el nerviosismo de Arthur.
-En primer lugar, quienquiera que sea no es tu amiga. Es una prostituta. Es asunto tuyo si quieres creer que les importas a esas mujeres durante el tiempo que les compras pero una vez pase ese tiempo que no se te olvide quién eres tú y quiénes son ellas-de la amistad al amor había un paso y lo último que le faltaba era que su hermano se perdiera por una mujer del Nimbooda-segundo, creo que te has formado la errónea idea de que te estaba pidiendo que me pagaras el susto. No te lo pido Arthur, te lo ordeno. El jueves por la noche habrá una reunión empresarial importante, es informal así que se celebrará en un club de caballeros al que yo no puedo acceder por razones obvias-ya lo había intentado una vez en su forma de cuervo y aquel sitio era desquiciantemente hermético.
-Quiero que vayas y te comportes. Quiero que entables conversación y que te enteres de tanto como puedas. No firmes nada ni te comprometas a nada pero si te ofrecen acuerdos, que te los ofrecerán, escúchalos y recuérdalos y los discutiremos más tarde-sería tan aburrido como sonaba y de no haber estado tan preocupada por la capacidad de su hermano de hacer lo que debía habría estado contenta de no tener que ir ella-vas de espía Arthur así que estate atento. Juega al billar, fuma si quieres, riéles las gracias a los peces gordos y da buena cuenta del alcohol si lo deseas pero por favor, no te avergüences. Recuerda que si lo haces el primero que sufrirá es tu apellido-tiró por el apellido porque sabía que la empresa le daba igual. El apellido le podía recordar a su difunta madre y eso le ablandaría-¿alguna duda?
Re: Siempre es un placer verte, hermanita (Evelyn Wolfe)
Arthur seguía con la mirada las tazas de té, y agradeció en silencio cuando Evelyn alejó la bandeja de él. Se quedó callado mientras su hermana bebía, intentando tomar el poder sobre su estómago mientras. Él no estaba en condiciones de aguantar aquella charla, y ella no estaba por aguantarle a él. Iba a ser un día muy largo.
-Haces que suene todo tan mal...-Arthur se rascó la cabeza. Vale sí, era la herencia de su abuelo...¿y qué? ¿Acaso no podía usarlo como le viniera en gana? Quienes no podían usar el dinero eran a los muertos, a fin de cuentas. Pero no iba a darle más ideas a su hermana. Aunque suponía que lo que más molestaba a su hermana no es que realizara los mismos gastos que llevaba realizando desde que aprendió a pedir, si no que fuera precisamente en el Nimbooda.
Las palabras de su hermana resonaron como un látigo. Su cara tardó un poco más en ponerse roja antes de tomar una expresión...más bien inexpresiva. Evitó su mirada, intentando ser sutil, por miedo a que su hermana viera que tal vez estuviera pensando en...Alguna persona.
-No hables de lo que no sabes-le advirtió con dureza. ¿Qué iba a saber ella de su relación con las chicas del Nimbooda? ¿Y por qué parecía que tenía que dar explicaciones para todo, o ser sermoneado cual crío?
La miró con el ceño fruncido mientras seguía hablando. Dando órdenes, más bien. Como si le gustase que le controlaran...
-Oh vaya, cualquier diría que no tienes un pene ahí escondido...-soltó, sarcástico y totalmente sin pensar. Y en vez de parar, prosiguió. No sin antes plantar sus piernas encima del escritorio, como si así dijera quién mandaba allí- Que de todas formas, ¿quién está al mando de ésto? ¿Quién puede, si le da la puta gana, cerrar o abrir los tratos que le vengan en gana? ¿Y quién eres tú para decirme lo que tengo que hacer?
Ya está. Había estallado. Tal vez era la resaca, que le había hecho intolerante a todo. A fin de cuentas, su hermana manejaba el cotarro mejor que él. ¿Pero ninguneado por aquella arpía? No era el mejor día para eso.
-Haces que suene todo tan mal...-Arthur se rascó la cabeza. Vale sí, era la herencia de su abuelo...¿y qué? ¿Acaso no podía usarlo como le viniera en gana? Quienes no podían usar el dinero eran a los muertos, a fin de cuentas. Pero no iba a darle más ideas a su hermana. Aunque suponía que lo que más molestaba a su hermana no es que realizara los mismos gastos que llevaba realizando desde que aprendió a pedir, si no que fuera precisamente en el Nimbooda.
Las palabras de su hermana resonaron como un látigo. Su cara tardó un poco más en ponerse roja antes de tomar una expresión...más bien inexpresiva. Evitó su mirada, intentando ser sutil, por miedo a que su hermana viera que tal vez estuviera pensando en...Alguna persona.
-No hables de lo que no sabes-le advirtió con dureza. ¿Qué iba a saber ella de su relación con las chicas del Nimbooda? ¿Y por qué parecía que tenía que dar explicaciones para todo, o ser sermoneado cual crío?
La miró con el ceño fruncido mientras seguía hablando. Dando órdenes, más bien. Como si le gustase que le controlaran...
-Oh vaya, cualquier diría que no tienes un pene ahí escondido...-soltó, sarcástico y totalmente sin pensar. Y en vez de parar, prosiguió. No sin antes plantar sus piernas encima del escritorio, como si así dijera quién mandaba allí- Que de todas formas, ¿quién está al mando de ésto? ¿Quién puede, si le da la puta gana, cerrar o abrir los tratos que le vengan en gana? ¿Y quién eres tú para decirme lo que tengo que hacer?
Ya está. Había estallado. Tal vez era la resaca, que le había hecho intolerante a todo. A fin de cuentas, su hermana manejaba el cotarro mejor que él. ¿Pero ninguneado por aquella arpía? No era el mejor día para eso.
Arthur Wolfe- Clase Alta
Re: Siempre es un placer verte, hermanita (Evelyn Wolfe)
Se clavó las uñas tan fuertemente en las palmas de las manos que no supo cómo era posible que no le sangraran. Aunque de haberlo hecho ni siquiera se habría dado cuenta probablemente. El esfuerzo de no lanzarse ahí y ahora contra él era difícil. Habría disfrutado de ver como su cara se transfiguraba de terror al ver cómo sus brazos cambiaban de forma como lo había hecho la cara de Henry segundos antes de matarlo. Pero no, debía contenerse por el bien de la empresa. Se dio unos segundos para tomar aire y calmarse antes de mirarle de forma tan fingidamente sorprendida como era capaz de poner dada la situación.
-Oh, no, tienes razón. Tú eres el dueño, tú eres el hombre de la casa-carraspeó y puso una sonrisa melosa, la clase de sonrisa que ponían las niñas el día que las presentaban en sociedad queriendo agradar a todo el mundo aunque su único propósito en ese momento era que Arthur se diera cuenta del error que había cometido-entonces y viendo que te vas a encargar tú ¿qué vas a hacer con respecto a la propuesta de los Fitzhugh? Ah y recuerda que el señor Herbert necesita su respuesta antes del martes, seguro que lo tienes todo bajo control. También habría que revisar la inversión que hicimos en las Indias pero no debería preocuparme, estoy convencida de qué sabes cuánto invertimos y en qué y cuándo y cuál ha sido la trayectoria de la inversión a día de hoy ¿verdad?-su sonrisa melosa desapareció para volver a ser el gesto duro y desafiante que había sido antes-¿cuánto crees que durarías sin mí Arthur? ¿Cuánto? ¿Cuánto antes de que los buitres de los accionistas echaran a perder esta compañía en sus propios bolsillos? ¿Cuánto antes de que acabaras en la calle? Yo tengo el dinero de Henry como futuro pero ¿y tú?-era mentira, todo el dinero de su marido lo había reinvertido pero eso su hermano probablemente no lo sabría-¿cuánto antes de que te presentaras en el Nimbooda sin un penique y te echaran a la calle? A lo mejor eso haría que te entrara en la cabeza que si se abren de piernas por ti es porque les pagas-se echó hacia atrás con un suspiro, pellizcándose el puente de la nariz para tranquilizarse y alzó las manos en forma de bandera blanca. Intentaría hablar con él como un adulto y si no funcionaba volvería a darle órdenes como a los perros.
-Mira Arthur, estoy encantada de llevar esta empresa. Es mi vida. Y no me importa llevarla sola, de verdad que no. Lo único que te pido a cambio son un par de cosas, que vayas a unas reuniones a las que yo no puedo ir y que te cases. Por el bien de la empresa como ya hice yo en su día. Esta compañía necesita un heredero y creo que ha quedado demostrado que yo no puedo dárselo-otra mentira. Si no se había quedado embarazada era porque no había querido pero era más fácil manipular a Arhur si hacía que sintiera pena por ella. Incluso se llevó una mano al vientre y apartó la mirada como si fuera a llorar-así que es tu responsabilidad. Tu única responsabilidad he de añadir. A diferencia de otras hermanas y madres no te voy a obligar a casarte con alguien, quiero que la escojas tú. Que sea rica y con un apellido importante y a partir de ahí coge a la que quieras-se echó hacia delante un poco intentando sonar más suave y pausada que dominante como le salía de forma natural-de hecho no te pido ni que vivas con ella siquiera. Cásate con ella, consuma el matrimonio, dale un par de hijos que aseguren la compañía y después puedes volver al Nimbooda y si tu mujer se queja yo misma la haré callar te lo prometo. No te dará problemas, tienes mi palabra-le estaba dando vía libre para hacer lo que le diera la gana sin ninguna responsabilidad más que la de acostarse con una mujer de su elección ¿acaso no podía ver que le estaba ofreciendo el futuro que cualquier hombre podría desear? ¿Podía ser tan obtuso de no verlo?
-Oh, no, tienes razón. Tú eres el dueño, tú eres el hombre de la casa-carraspeó y puso una sonrisa melosa, la clase de sonrisa que ponían las niñas el día que las presentaban en sociedad queriendo agradar a todo el mundo aunque su único propósito en ese momento era que Arthur se diera cuenta del error que había cometido-entonces y viendo que te vas a encargar tú ¿qué vas a hacer con respecto a la propuesta de los Fitzhugh? Ah y recuerda que el señor Herbert necesita su respuesta antes del martes, seguro que lo tienes todo bajo control. También habría que revisar la inversión que hicimos en las Indias pero no debería preocuparme, estoy convencida de qué sabes cuánto invertimos y en qué y cuándo y cuál ha sido la trayectoria de la inversión a día de hoy ¿verdad?-su sonrisa melosa desapareció para volver a ser el gesto duro y desafiante que había sido antes-¿cuánto crees que durarías sin mí Arthur? ¿Cuánto? ¿Cuánto antes de que los buitres de los accionistas echaran a perder esta compañía en sus propios bolsillos? ¿Cuánto antes de que acabaras en la calle? Yo tengo el dinero de Henry como futuro pero ¿y tú?-era mentira, todo el dinero de su marido lo había reinvertido pero eso su hermano probablemente no lo sabría-¿cuánto antes de que te presentaras en el Nimbooda sin un penique y te echaran a la calle? A lo mejor eso haría que te entrara en la cabeza que si se abren de piernas por ti es porque les pagas-se echó hacia atrás con un suspiro, pellizcándose el puente de la nariz para tranquilizarse y alzó las manos en forma de bandera blanca. Intentaría hablar con él como un adulto y si no funcionaba volvería a darle órdenes como a los perros.
-Mira Arthur, estoy encantada de llevar esta empresa. Es mi vida. Y no me importa llevarla sola, de verdad que no. Lo único que te pido a cambio son un par de cosas, que vayas a unas reuniones a las que yo no puedo ir y que te cases. Por el bien de la empresa como ya hice yo en su día. Esta compañía necesita un heredero y creo que ha quedado demostrado que yo no puedo dárselo-otra mentira. Si no se había quedado embarazada era porque no había querido pero era más fácil manipular a Arhur si hacía que sintiera pena por ella. Incluso se llevó una mano al vientre y apartó la mirada como si fuera a llorar-así que es tu responsabilidad. Tu única responsabilidad he de añadir. A diferencia de otras hermanas y madres no te voy a obligar a casarte con alguien, quiero que la escojas tú. Que sea rica y con un apellido importante y a partir de ahí coge a la que quieras-se echó hacia delante un poco intentando sonar más suave y pausada que dominante como le salía de forma natural-de hecho no te pido ni que vivas con ella siquiera. Cásate con ella, consuma el matrimonio, dale un par de hijos que aseguren la compañía y después puedes volver al Nimbooda y si tu mujer se queja yo misma la haré callar te lo prometo. No te dará problemas, tienes mi palabra-le estaba dando vía libre para hacer lo que le diera la gana sin ninguna responsabilidad más que la de acostarse con una mujer de su elección ¿acaso no podía ver que le estaba ofreciendo el futuro que cualquier hombre podría desear? ¿Podía ser tan obtuso de no verlo?
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