B
ienvenidos a Darkness Revival.Estais a punto de adentraros en Londres, año 1890, una época tan peligrosa como atrayente. La alta sociedad se mueve entre bailes oficiales, bodas, cabarets y fumaderos de opio. Las prostitutas y mendigos se ganan como pueden la vida, engañando, robando o estafando. Pero hay algo mucho mas oscuro en las calles de la ciudad del Támesis, más oscuro aún que el terrible Jack. Seres sobrenaturales como brujas, vampiros, metamorfos y malditos se esconden entre los miembros de la sociedad, temerosos de la sangrienta hermandad que les persigue: la Black Dagger Brotherhood. ¿Sobrevivirás? .
Últimos temas
T
he Darkness Revival ha sido creado por su administración: Princesa Beatriz, Princesa Victoria, Jack el Destripador, Inspector Abberline y Meg Giry. Skin creado y editado por Meg Giry con ayuda de tutoriales creados por usuarios de oursourcecode y Asistencia de foroactivo, y gráficos por Kattatonica a partir de imagenes de tumblr y pinterest. Queda terminantemente prohibida la copia total o parcial del código, así como su contenido. Todos los personajes que se desarrollen en el foro, a excepción de los cannon, pertenecen a sus propios creadores.The Darkness Revival by The Darkness Revival Staff is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
Sólo apta para negocios [Marcus]
2 participantes
Página 1 de 1.
Sólo apta para negocios [Marcus]
Aquella noche Azalea no tenía planeado dejarse caer por el musichall de la planta baja, si no que estaba recluida en su habitación-estudio de la segunda planta, estancia que en su día había sido la habitación del sargento y que, desde la primera mañana que se había despertado allí, supo que se apropiaría en algún momento. Tenía todas las luces encendidas y se hallaba tras la gran mesa de roble (también del sargento), donde tenía extendidas las cuentas que realizaba todos los meses, pero en realidad estaba un tanto abstraída, mirando sin ver, con el brazo apoyado en la rodilla y esta situada sobre la superficie de la silla, como la gustaba sentarse y, evidentemente nunca podía. De pronto oyó el tintineo de las joyas de alguien que se acercaba a sus puertas y se imaginó que sería una de las chicas. Abajo se oía revuelo y música habitual, por lo que no habría ocurrido ninguna desgracia demasiado notable y sería un problemilla sin importancia. Oyó llamar y la voz de Sarai al otro lado, acto seguido la ordenó pasar con sorpresa, pues ella era una de sus chicas más solicitadas y solía tener trabajo a esas horas. Cuando apareció tras las enormes puertas lacadas de blanco, aún llevaba su atuendo de bailarina oriental y todas sus joyas, así que algo la había interrumpido. Azalea la miró con media sonrisa y la ceja levantada, sin necesidad de decir nada. La chica entro y cerró tras de sí
-Sabes que no te molestaría si no fuera porque me parece un negocio potencial- Azalea confiaba en el criterio de aquella chica que había sido hermana de su mejor amiga y la que consideraba casi una hermana también, y siguió en silencio esperando a que se expresara- Es un caballero, joven, muy muy pálido pareciera que está enfermo. Dice que viene para hablar contigo, que tú puedes conseguir algo que él desea con fervor- por fin había conseguido captar el cien por cien de la atención de la india. Se levantó y se acercó a ella, apoyándose en la mesa por el otro lado
-¿Y cómo sabemos que no es un inspector de policía con miras a cerrarnos el negocio?- Sarai se encogió de hombros con las palmas hacia arriba
-No lo sabemos con seguridad. Pero por la facha que gasta, se está muriendo. Le vas a poder enganchar opiáceos a precio de oro- Azalea reflexionaba, con un brazo cruzado en el vientre y el otro apoyado sobre el mismo con la mano en la barbilla. Realmente no es que necesitara desesperadamente el dinero, pero siempre llegaban la épocas flacas en algún momento y las drogas se vendían solas. Pero le daba terror que descubrieran su arsenal de mercancías, pues eso no habría manera de enmascararlo y además hundiría a la empresa de los socios del sargento. Bien, todo era intentarlo y tratar de salvar la situación en caso de que se pusiera muy mal. Tomó del brazo a Sarai y le dijo en voz baja
-Bueno pues bajaré y le tantearé. Si de verdad es como dices, hemos hecho el negocio que nos pagará las Navidades, que es la época más baja. Si no, nos hacemos las tontas y dijimos que entendimos que se refería a alguna de nuestras chicas o algo así. En fin, distrae a los policías y militares que anden metiendo la nariz hoy aquí, utiliza a sus favoritas- Sarai asintió pensativa y la detuvo antes de abrir la puerta y salir
-Mejor quédate, llevan toda la noche preguntando por ti, así que más de uno se quejará si te ve bajar ahora. Lo le entretendré un poco para que te arregles- dijo guiñando el ojo, y con una sonrisa de complicidad, Azalea cerró la puerta. Con un suspiró miró el reloj: la una d ela madrugada, y se miró al espejo. Llevaba un precioso shari de top y falda negros con adornos plateados, y no tenía tiempo de enredarse otro, por lo que cogió un mantón de seda roja con ribetes parecido que le quedaba a las mil maravillas con el conjunto. No llevaba muchas joyas, tan sólo los pendientes y las gargantilla, por lo que corrió a ponerse unas pulseras y un tobillera. Atusó un poco su larguísima trenza justo antes de que Sarai llamara a la puerta.
-El señor Lawrence, memsaab- dijo presentándole. Realmente de un primer vistazo parecía muy saludable, si no fuera por aquella cara tan pálida, demasiado incluso para un inglés. Era alto, robusto y muy bien vestido (aunque había visto a nobles arruinados aún mejor vestidos) pero sí que parecía muy pulcro y olía bastante bien, cosa que para Azalea era muy importante en un hombre y siempre detectaba los olores, aunque tendría que acercarse más al tal señor Lawrence para distinguir los suyos. Colocó su enigmática sonrisa y su mirada baja mientras realizaba una reverencia perfecta, como si hubiese nacido en Kensington Palace en vez de en un palacio de Bombay.
-Señor Lawrence, es todo un placer- dijo tendiéndole su mano tatuada de henna- No estoy segura de que sea usted asiduo de mi Palacio del Azahar, así que... ¿a qué debo tal honor?- preguntó con su voz aterciopelada para la ocasión
-Sabes que no te molestaría si no fuera porque me parece un negocio potencial- Azalea confiaba en el criterio de aquella chica que había sido hermana de su mejor amiga y la que consideraba casi una hermana también, y siguió en silencio esperando a que se expresara- Es un caballero, joven, muy muy pálido pareciera que está enfermo. Dice que viene para hablar contigo, que tú puedes conseguir algo que él desea con fervor- por fin había conseguido captar el cien por cien de la atención de la india. Se levantó y se acercó a ella, apoyándose en la mesa por el otro lado
-¿Y cómo sabemos que no es un inspector de policía con miras a cerrarnos el negocio?- Sarai se encogió de hombros con las palmas hacia arriba
-No lo sabemos con seguridad. Pero por la facha que gasta, se está muriendo. Le vas a poder enganchar opiáceos a precio de oro- Azalea reflexionaba, con un brazo cruzado en el vientre y el otro apoyado sobre el mismo con la mano en la barbilla. Realmente no es que necesitara desesperadamente el dinero, pero siempre llegaban la épocas flacas en algún momento y las drogas se vendían solas. Pero le daba terror que descubrieran su arsenal de mercancías, pues eso no habría manera de enmascararlo y además hundiría a la empresa de los socios del sargento. Bien, todo era intentarlo y tratar de salvar la situación en caso de que se pusiera muy mal. Tomó del brazo a Sarai y le dijo en voz baja
-Bueno pues bajaré y le tantearé. Si de verdad es como dices, hemos hecho el negocio que nos pagará las Navidades, que es la época más baja. Si no, nos hacemos las tontas y dijimos que entendimos que se refería a alguna de nuestras chicas o algo así. En fin, distrae a los policías y militares que anden metiendo la nariz hoy aquí, utiliza a sus favoritas- Sarai asintió pensativa y la detuvo antes de abrir la puerta y salir
-Mejor quédate, llevan toda la noche preguntando por ti, así que más de uno se quejará si te ve bajar ahora. Lo le entretendré un poco para que te arregles- dijo guiñando el ojo, y con una sonrisa de complicidad, Azalea cerró la puerta. Con un suspiró miró el reloj: la una d ela madrugada, y se miró al espejo. Llevaba un precioso shari de top y falda negros con adornos plateados, y no tenía tiempo de enredarse otro, por lo que cogió un mantón de seda roja con ribetes parecido que le quedaba a las mil maravillas con el conjunto. No llevaba muchas joyas, tan sólo los pendientes y las gargantilla, por lo que corrió a ponerse unas pulseras y un tobillera. Atusó un poco su larguísima trenza justo antes de que Sarai llamara a la puerta.
-El señor Lawrence, memsaab- dijo presentándole. Realmente de un primer vistazo parecía muy saludable, si no fuera por aquella cara tan pálida, demasiado incluso para un inglés. Era alto, robusto y muy bien vestido (aunque había visto a nobles arruinados aún mejor vestidos) pero sí que parecía muy pulcro y olía bastante bien, cosa que para Azalea era muy importante en un hombre y siempre detectaba los olores, aunque tendría que acercarse más al tal señor Lawrence para distinguir los suyos. Colocó su enigmática sonrisa y su mirada baja mientras realizaba una reverencia perfecta, como si hubiese nacido en Kensington Palace en vez de en un palacio de Bombay.
-Señor Lawrence, es todo un placer- dijo tendiéndole su mano tatuada de henna- No estoy segura de que sea usted asiduo de mi Palacio del Azahar, así que... ¿a qué debo tal honor?- preguntó con su voz aterciopelada para la ocasión
Re: Sólo apta para negocios [Marcus]
Mientras me dirijo a mi destino, mi cabeza no para de dar vueltas a la situación en la que me encuentro. ¿Hasta este punto de desesperación he llegado? Me pregunto mientras mis pasos se siguen dirigiendo hacia un lugar muy concreto del barrio de Mayfair. Al menos no he perdido mi buen gusto, es un consuelo saber que pese a que estoy condenado a desplazarme durante la noche por mi ciudad, sigo visitando lugares con clase y estilo. Ciertamente, es una cosa poco recomendable puesto que puedo encontrarme a alguno de mis viejos compañeros de juergas de la infancia, lo que nos conducirá al royo de siempre. 2¿Qué te ha pasado? ¿De verdad estás bien? Estamos preocupados por ti, sea lo que sea te apoyaremos...”
“Como si alguno se imaginara remotamente en el monstruo en el que se había convertido su antiguo amigo” Es esta nostalgia extrema de mi antiguo yo quien me ha traído hacia estas puertas, el miedo a herirlos que me hace apartarme de toda la gente a la que amo, progresivamente, la última será mi hermana por supuesto, la más dolorosa, sin duda.
Me introduzco en el refinado burdel evitando en todo momento cruzar la mirada con el resto de hombres que están siguiendo la misma ruta que yo. La ventaja de los prostíbulos es que es un lugar en el que hombres, vampiros, y a saber qué más criaturas con las que no he tenido el “privilegio” de tratar, comparten un mismo objetivo: No querer llamar la atención. Me encuentro a mi paso con varios hombres que buscan al igual que yo instintivamente las esquinas donde la oscuridad proporciona un abrigador manto de anonimato.
“Pregunta por la dueña” me habían dicho en el puerto tras una pequeña discusión y una generosa recompensa puesta en las manos del comerciante del carguero. En otros tiempos me habría cuidado mucho de relacionarme con gente de esa condición: contrabandistas, rufianes, puede que ladrones. Esos negocios hubieran puesto mi vida en peligro y el honor familiar. Ahora, poco importaba, ningún hombre de negocios conocía al padre de familia de los Lawrence y en cuanto a mi seguridad ¿Acaso existe algún hombre en los puertos capaz de rivalizar con un vampiro? Personalmente, lo dudo.
Observo curioso a las bailarinas y cortesanas, aún sorprendido de que nadie se haya molestado en visitarme. Pese a que probablemente ocupe la esquina más recóndita del local, me he preocupado de encender una vela que dé a entender que aquel rincón está ocupado. El toque oriental de las jóvenes, los aromas, la decoración... me agradan bastante. Nunca fui un entusiasmado de la cultura India, siempre he estado mucho más apegado a mi bella y vieja Europa, pero si todo fuera distinto, si todo hubiera sido normal, probablemente hubiera gastado varios años de mi vida como delegado de la compañía comercial en la India. Si todo fuera normal... una corta frase que encierra mi maldición y mi futuro perdido. No obstante, dejo de darle vueltas a mis problemas crónicos porque, finalmente, alguien se digna a prestarme atención, no sin mirarme de arriba a abajo. Para aquellas meretrices morenas, mi rostro terriblemente pálido puede echarles hacia atrás, aunque sigo sin ser nada feo, afortunadamente para ellas, hoy no visitaba un burdel para pedir lo que solían ofrecer. Como si no tuviera todo el tiempo del mundo, en mi terriblemente lóngeva existencia, le abordo sin rodeos:
-Desearía ver a la dueña del local.
-No se encuentra disponible- responde la joven, crispando mis nervios. Tras hacer un pequeño mohín, insisto en mis demandas.
-La regenta es una mujer hábil, ha sabido levantar un burdel admirable, no dudo entonces de que sabrá ver un negocio cuando lo tiene ante sus narices. Dile que soy el señor Lawrence.
Ante la algo cortante réplica que le dediqué, la joven se retira con una reverencia y sube rápidamente las escaleras. Me alegro de que todo marche como está previsto aunque no me deleito en la gloria presente, bien sé que la miel en la boca se puede convertir en cenizas en unos pocos minutos. Este intervalo es lo que tarda la joven en volver para invitarme a subir. Subo los escalones
todo lo rápido que sus pasos me permiten y entro en la habitación. En ella me espera una de las mujeres más guapas que he visto. Nunca hubiera podido negar que es India, sus ojos ligeramente rasgado y su tez morena así como su vestimenta acreditaban esto. Lo que le hacía tan bella era el contraste entre sus ojos verdes y su tez morena. Me tendió la mano cubierta de tatuajes que besé ligeramente. Tras este protocolario gesto empiezo a hablar sin que me intimide ni lo solos que parecemos estar, ni la belleza de mi acompañante.
- Lamento no conocer su nombre para saludarla adecuadamente, mi señora, pero si sé algo que se comenta en los muelles del puerto. Dicen que si uno necesita ciertas drogas debe venir aquí, donde no le estafarán. Perdone que no me ande con rodeos, la noche es larga y mi casa está lejos ¿Se equivocan los marineros o puedo encontrar aquí lo que deseo?
“Como si alguno se imaginara remotamente en el monstruo en el que se había convertido su antiguo amigo” Es esta nostalgia extrema de mi antiguo yo quien me ha traído hacia estas puertas, el miedo a herirlos que me hace apartarme de toda la gente a la que amo, progresivamente, la última será mi hermana por supuesto, la más dolorosa, sin duda.
Me introduzco en el refinado burdel evitando en todo momento cruzar la mirada con el resto de hombres que están siguiendo la misma ruta que yo. La ventaja de los prostíbulos es que es un lugar en el que hombres, vampiros, y a saber qué más criaturas con las que no he tenido el “privilegio” de tratar, comparten un mismo objetivo: No querer llamar la atención. Me encuentro a mi paso con varios hombres que buscan al igual que yo instintivamente las esquinas donde la oscuridad proporciona un abrigador manto de anonimato.
“Pregunta por la dueña” me habían dicho en el puerto tras una pequeña discusión y una generosa recompensa puesta en las manos del comerciante del carguero. En otros tiempos me habría cuidado mucho de relacionarme con gente de esa condición: contrabandistas, rufianes, puede que ladrones. Esos negocios hubieran puesto mi vida en peligro y el honor familiar. Ahora, poco importaba, ningún hombre de negocios conocía al padre de familia de los Lawrence y en cuanto a mi seguridad ¿Acaso existe algún hombre en los puertos capaz de rivalizar con un vampiro? Personalmente, lo dudo.
Observo curioso a las bailarinas y cortesanas, aún sorprendido de que nadie se haya molestado en visitarme. Pese a que probablemente ocupe la esquina más recóndita del local, me he preocupado de encender una vela que dé a entender que aquel rincón está ocupado. El toque oriental de las jóvenes, los aromas, la decoración... me agradan bastante. Nunca fui un entusiasmado de la cultura India, siempre he estado mucho más apegado a mi bella y vieja Europa, pero si todo fuera distinto, si todo hubiera sido normal, probablemente hubiera gastado varios años de mi vida como delegado de la compañía comercial en la India. Si todo fuera normal... una corta frase que encierra mi maldición y mi futuro perdido. No obstante, dejo de darle vueltas a mis problemas crónicos porque, finalmente, alguien se digna a prestarme atención, no sin mirarme de arriba a abajo. Para aquellas meretrices morenas, mi rostro terriblemente pálido puede echarles hacia atrás, aunque sigo sin ser nada feo, afortunadamente para ellas, hoy no visitaba un burdel para pedir lo que solían ofrecer. Como si no tuviera todo el tiempo del mundo, en mi terriblemente lóngeva existencia, le abordo sin rodeos:
-Desearía ver a la dueña del local.
-No se encuentra disponible- responde la joven, crispando mis nervios. Tras hacer un pequeño mohín, insisto en mis demandas.
-La regenta es una mujer hábil, ha sabido levantar un burdel admirable, no dudo entonces de que sabrá ver un negocio cuando lo tiene ante sus narices. Dile que soy el señor Lawrence.
Ante la algo cortante réplica que le dediqué, la joven se retira con una reverencia y sube rápidamente las escaleras. Me alegro de que todo marche como está previsto aunque no me deleito en la gloria presente, bien sé que la miel en la boca se puede convertir en cenizas en unos pocos minutos. Este intervalo es lo que tarda la joven en volver para invitarme a subir. Subo los escalones
todo lo rápido que sus pasos me permiten y entro en la habitación. En ella me espera una de las mujeres más guapas que he visto. Nunca hubiera podido negar que es India, sus ojos ligeramente rasgado y su tez morena así como su vestimenta acreditaban esto. Lo que le hacía tan bella era el contraste entre sus ojos verdes y su tez morena. Me tendió la mano cubierta de tatuajes que besé ligeramente. Tras este protocolario gesto empiezo a hablar sin que me intimide ni lo solos que parecemos estar, ni la belleza de mi acompañante.
- Lamento no conocer su nombre para saludarla adecuadamente, mi señora, pero si sé algo que se comenta en los muelles del puerto. Dicen que si uno necesita ciertas drogas debe venir aquí, donde no le estafarán. Perdone que no me ande con rodeos, la noche es larga y mi casa está lejos ¿Se equivocan los marineros o puedo encontrar aquí lo que deseo?
Marcus Lawrence
Re: Sólo apta para negocios [Marcus]
Azalea se quedó pensando por un minuto en lo bueno que era vivir con dinero. Podías ir la grano sin que te diera miedo nada, porque tu reputación te salvaba, y sabía que ella no diría nada porque no le beneficiaba en absoluto. Pero el asunto era que Azalea había ganado mucho dinero también, y sabía como manejarlo en su favor, podía permitirse rechazar un negocio, aunque algo le decía que aquel hombre tan misterioso era un buen trato. Sin embargo, bien había entendido que le instinto, si bien jugaba una parte importante, no lo podía ser todo en esta vida. ¿Pero cómo averiguar si aquel señor Lawrence no era un policía camuflado? Suspiró y se puso a rodearle, sensualmente y con una mirada que invitaba a seguirla de cerca con los ojos
-¿De veras eso dicen los marineros?- dijo como sorprendida- Qué cosas más feas, pensé que le habrían hablado de mí en otros sentidos... aunque esos pobres diablos no pudieran pagar ni un minuto conmigo- rió con sarcasmo y alzó los ojos- casi nadie puede en realidad...- volvió a ponerse frente a Lawrence, bastante más cerca que antes, clavando sus ojos verdes en él
-Entiendo, señor Lawrence, que tenga usted prisa. Pero entienda usted que si fuera un policía y estuviera acusándome de vender drogas, no me daría tiempo a pestañear antes de que me colgaran de la horca y echaran a todas mi bellas chicas a la calle- suspiró y se recostó en el diván y tomó su pipa de kahimi de marfil. Ya tenía dentro de la hierba y se limitó a encenderla. Le ofreció sitio al lado y acto seguido dio una calada a la aromática droga- Pruebe de esto, milord. Si fuera un policía en acto de servicio, no lo haría, es ilegal ¿verdad?- en realidad si lo haría, pero le afectaría mucho más que a cualquier otra persona. Sin embargo, si de verdad era un adicto, aquello solo le relajaría un poco y le refrescaría los pulmones como le estaba pasando a Azalea en aquel mismo instante, mientras dejaba la pipa en manos del extraño. Justo en aquel breve instante pudo sentir el tacto de su manos, como si hubiese rozado la mismísima nieve de invierno, pero dura como el metal pulido. Algo dio un salto en su interior del susto, pero lo supo disimular mientras se preguntaba qué tendría de especial aquel hombre tan melancólico, que parecía enfermo y profundamente triste "Como Javert" pensó "si es que me llaman cuando son así, no aprendo"
-¿De veras eso dicen los marineros?- dijo como sorprendida- Qué cosas más feas, pensé que le habrían hablado de mí en otros sentidos... aunque esos pobres diablos no pudieran pagar ni un minuto conmigo- rió con sarcasmo y alzó los ojos- casi nadie puede en realidad...- volvió a ponerse frente a Lawrence, bastante más cerca que antes, clavando sus ojos verdes en él
-Entiendo, señor Lawrence, que tenga usted prisa. Pero entienda usted que si fuera un policía y estuviera acusándome de vender drogas, no me daría tiempo a pestañear antes de que me colgaran de la horca y echaran a todas mi bellas chicas a la calle- suspiró y se recostó en el diván y tomó su pipa de kahimi de marfil. Ya tenía dentro de la hierba y se limitó a encenderla. Le ofreció sitio al lado y acto seguido dio una calada a la aromática droga- Pruebe de esto, milord. Si fuera un policía en acto de servicio, no lo haría, es ilegal ¿verdad?- en realidad si lo haría, pero le afectaría mucho más que a cualquier otra persona. Sin embargo, si de verdad era un adicto, aquello solo le relajaría un poco y le refrescaría los pulmones como le estaba pasando a Azalea en aquel mismo instante, mientras dejaba la pipa en manos del extraño. Justo en aquel breve instante pudo sentir el tacto de su manos, como si hubiese rozado la mismísima nieve de invierno, pero dura como el metal pulido. Algo dio un salto en su interior del susto, pero lo supo disimular mientras se preguntaba qué tendría de especial aquel hombre tan melancólico, que parecía enfermo y profundamente triste "Como Javert" pensó "si es que me llaman cuando son así, no aprendo"
Re: Sólo apta para negocios [Marcus]
Bueno sobre otras cosas también cuentan historias, bastante influidas por la fantasía supongo y por supuesto que exageradas – digo lanzando una media evasiva a sus palabras, intentando evitar entrar en un juego en el que sin duda la dueña de aquel lugar quería introducirle. Cada paso de la dama a su alrededor estaba medido al detalle, evitando alejarse de mi mirada interesada en aquel círculo que parecía una invitación a la lujuria. No obstante sospechaba que no eran más que apariencias, que a la hora de la verdad, aquella mujer no estaría dispuesta a venderme su cuerpo, eso era algo que ella reservaba a sus muchachas parecía ser. Sin embargo, en otros tiempos fui un hombre optimista y, aún en mi extraño estado actual, me resulta imposible resistirme al coqueteo.
-Bueno, mi señora, probablemente yo me encuentre entre los afortunados así que no debería tentarme. Los jóvenes ricos no solemos tener reparos en gastar nuestro dinero en efímeros placeres.
Algo me decia que si realmente se pudieran pagar los servicios de aquella mujer morena, el placer no sería ni mucho menos efímero, sino que me acompañaría en mis recuerdos durante partes de mi insospechadamente larga vida. Aun así, la mujer parece tener otras prioridades. Me invita a sentarme a aquel diván invitándome a fumar una pipa, para probar que no soy policía. Sospecho que lo que aquel instrumento tiene podría haberme tumbado en los años de juventud, mas desde que soy un vampiro, como duele decirlo, me he dado cuenta de que tengo una enorme resistencia a las bebidas alcohólicas y todo tipo de drogas.
Su invitación a sentarme con ella en el divan me asombra tanto como me agrada. Hubiera sido tan fácil como que ella fumara de pie y me ofreciera la pipa en el instante. Quizás es una muestra de pura cortesía ante mi previsible desmayo por el poder de la droga. Sea como sea ocupo un lugar cercano a ella aunque con algunas reticencias. Al darme la pipa toca mi piel, solo con ver su cara ya sé que se ha extrañado por la frialdad de mi temperatura. También se hubiera dado cuenta si no me hubiera tocado, noto la diferencia de calor entre los dos cuerpos, de la tórrida temperatura que transmite mi cuerpo a la completa ausencia de calidez del mío.
No se me ha olvidado el juego entre nosotros, ni mucho menos. Pese al frío que transmito hay algo en su mirada que denota un fuerte interés, acrecentado por este hecho. Si mi corazón volviera a latir, probablemente se aceleraría. ¿Tenía aquella mujer india alguna respuesta a mi enfermedad o estado? ¿Habría conocido a otros como yo? Los pensamientos rebotan en mi consciencia con insistencia, pero sé que algo puede calmarlos en un instante. No rechazo el contacto impuesto por la proximidad en el diván de ambos, sino que incluso lo busco y rodeo por unos segundos su cadera antes de inspirar el humo y soltarlo tras unos segundos en mi boca... directamente en su cara. Lo que en otros tiempos hubiera acompañado por una sonrisa, lo hice con mi expresión adusta habitual por miedo a que involuntariamente se mostraran mis colmillos.
- Creo que deberías de dejar de pensar que los policias no hacen cosas ilegales en acto de servicio para próximos negocios. Por cierto, esta segunda confesión unido al gusto que demuestro por lo que se encuentra en esta pipa supongo que son pruebas suficientes de mi no militancia en el cuerpo ¿ Podemos hablar con franqueza ahora?
-Bueno, mi señora, probablemente yo me encuentre entre los afortunados así que no debería tentarme. Los jóvenes ricos no solemos tener reparos en gastar nuestro dinero en efímeros placeres.
Algo me decia que si realmente se pudieran pagar los servicios de aquella mujer morena, el placer no sería ni mucho menos efímero, sino que me acompañaría en mis recuerdos durante partes de mi insospechadamente larga vida. Aun así, la mujer parece tener otras prioridades. Me invita a sentarme a aquel diván invitándome a fumar una pipa, para probar que no soy policía. Sospecho que lo que aquel instrumento tiene podría haberme tumbado en los años de juventud, mas desde que soy un vampiro, como duele decirlo, me he dado cuenta de que tengo una enorme resistencia a las bebidas alcohólicas y todo tipo de drogas.
Su invitación a sentarme con ella en el divan me asombra tanto como me agrada. Hubiera sido tan fácil como que ella fumara de pie y me ofreciera la pipa en el instante. Quizás es una muestra de pura cortesía ante mi previsible desmayo por el poder de la droga. Sea como sea ocupo un lugar cercano a ella aunque con algunas reticencias. Al darme la pipa toca mi piel, solo con ver su cara ya sé que se ha extrañado por la frialdad de mi temperatura. También se hubiera dado cuenta si no me hubiera tocado, noto la diferencia de calor entre los dos cuerpos, de la tórrida temperatura que transmite mi cuerpo a la completa ausencia de calidez del mío.
No se me ha olvidado el juego entre nosotros, ni mucho menos. Pese al frío que transmito hay algo en su mirada que denota un fuerte interés, acrecentado por este hecho. Si mi corazón volviera a latir, probablemente se aceleraría. ¿Tenía aquella mujer india alguna respuesta a mi enfermedad o estado? ¿Habría conocido a otros como yo? Los pensamientos rebotan en mi consciencia con insistencia, pero sé que algo puede calmarlos en un instante. No rechazo el contacto impuesto por la proximidad en el diván de ambos, sino que incluso lo busco y rodeo por unos segundos su cadera antes de inspirar el humo y soltarlo tras unos segundos en mi boca... directamente en su cara. Lo que en otros tiempos hubiera acompañado por una sonrisa, lo hice con mi expresión adusta habitual por miedo a que involuntariamente se mostraran mis colmillos.
- Creo que deberías de dejar de pensar que los policias no hacen cosas ilegales en acto de servicio para próximos negocios. Por cierto, esta segunda confesión unido al gusto que demuestro por lo que se encuentra en esta pipa supongo que son pruebas suficientes de mi no militancia en el cuerpo ¿ Podemos hablar con franqueza ahora?
Marcus Lawrence
Temas similares
» Cuestión de negocios [Aldis Whelan]
» Registro de Malditos (Sólo para Malditos)
» Registro de la Hermandad (Sólo para la Hermandad)
» Registro de Vampiros (Sólo para Vampiros)
» ¿Que negocios?
» Registro de Malditos (Sólo para Malditos)
» Registro de la Hermandad (Sólo para la Hermandad)
» Registro de Vampiros (Sólo para Vampiros)
» ¿Que negocios?
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Lun Nov 30, 2015 2:53 pm por Invitado
» Fading Rain [Evelyn Wolfe]
Dom Nov 15, 2015 5:42 pm por Evelyn Wolfe
» Ausencia vampírica
Miér Nov 11, 2015 7:00 pm por Leonardo Alighieri
» La Duquesa
Miér Nov 04, 2015 3:11 pm por Victoria S. Chasseur
» ¿Cómo matarías al de arriba?
Dom Nov 01, 2015 9:49 pm por Victoria S. Chasseur
» Devonshire (Privado)
Dom Nov 01, 2015 8:51 pm por Mary Anne D'Uberville
» Quizás podamos ayudarnos (Evelyn)
Dom Nov 01, 2015 1:48 pm por Benjamin Hammilton
» I don't know you, but I want to || Arthur
Miér Oct 28, 2015 8:03 pm por Arthur Wolfe
» Krory Milium || Afiliación Hermana
Mar Oct 27, 2015 12:22 pm por Invitado
» Club de lectura [Alarik von Kleist]
Mar Oct 27, 2015 10:30 am por Mia Marlowe