Night is comming, and it's full of terrors... [Charlotte]

La noche parecía presurosa por lanzarse sobre la bella ciudad de Londres. Dorado y rojo brillaba el sol cada vez más bajo, y una fría neblina comenzaba a descender desde las alturas, aunque todavía no se hubiese apoderado de las calles en aquella zona.
Envuelto en su capa y custodiado por su sombra, cada vez más alargada y difusa, el elegante caballero vestido de inmaculado negro, con sombrero de copa y bastón contemplaba la Torre de Londres.
El imponente edificio, utilizado durante siglos como prisión aunque no hubiese sido concebido para cumplir dicho propósito, podía decirse que había albergado a los "criminales" (puede que unos cuantos fuesen hasta culpables) más famosos, ya que cuando uno u otro conflicto acaecía, la familia real del momento solía terminar allí encerrada.
Aquella era, sin duda, una de las partes históricas de Londres que más le gustaban al caballero de negro; tétrica y magnífica, tenía un aquel atrayente como el de los cuentos de miedo que podía hacer sacar a cualquiera su vena macabra. Sin embargo, no era aquello por lo que contemplaba aquel lugar en meditativo silencio, erguido quedamente al otro lado del puente que conectaba con el emplazamiento del castillo.

Arthur sabía que todavía unos cuantos criminales estaban encerrados entre los altos muros de la Torre, pero de lo que todavía no estaba seguro era de su... peligrosidad. Un asunto como el que le hacía hacerse esas preguntas era peliagudo... complicado a más no poder. ¿Cómo hacer las preguntas correctas a las personas que saben cuando dichas personas sospecharían al instante del inquisidor?
- Una incógnita interesante... -murmuró para sí el hechicero, apoyándose ligeramente sobre su bastón.
El hecho era que necesitaba de un asesino... a ser posible de un asesino terrible. Desde luego había oído hablar del tal "Jack el Destripador", como todo el mundo... la policía andaba como loca tratando de encontrarle, y aquél era el problema: era demasiado esquivo. Quizás si obtuviese algún resto biológico de él como un pelo o similar podría rastrearlo en segundos, pero otro hecho innegable era que no contaba con esos materiales, así que el asesino en serie podía estar tranquilo con respecto a Arthur D. Gladstone cuanto menos. Pero qué bueno habría sido poder echarle el guante a él...
Descartándolo, quedaban criminales de poca monta en las cárceles, y quizás alguno lo bastante pérfido en el interior de aquellos muros que observaba con atención.
Ahora, teniendo eso en cuenta, llegaba el momento de la decisión primordial: ¿arriesgarse e infiltrarse en el castillo sin tener pruebas de que en verdad algo de su interior podía interesarle o aguardar y tratar de hacer alguna averiguación para no perder el tiempo y evitar el exponerse a la posibilidad de ser descubierto?

Normalmente Arthur era un personaje cauteloso; solía informarse adecuadamente mucho antes de realizar cualquier acción, más si dicha acción precisaba del uso de magia. Pero en este caso podía haber variantes... después de todo los riesgos estaban por doquier; tanto informarse como actuar tenían sus posibles contratiempos.
Dudando y meditando sobre las múltiples posibilidades que se le presentaban, el señor Gladstone se colocó los guantes mientras el Astro Rey moría en el horizonte en mitad de una calle cada vez menos poblada, sus elegantes cejas arqueándose mientras los afilados ojos bajo ellas prácticamente parecían traspasar de lado a lado la piedra que se interponía en su camino.