Un bonito paseo [Libre]

Era una tranquila tarde de verano y tras una semana bastante complicada terminé por convencer a mi madre para tener un descanso en mi minuciosa agenda. Tras enviar una notificación a los establos reservé la tarde del día siguiente para montar en mi yegua. Después de tanto tiempo apenas recordaba el color negro de su pelaje, que tanto se parecía al mío, o el tacto de su piel casi aterciopelado. La ropa de montar estaban preparadas desde el día anterior ya en el galán de mi habitación.
Las horas del día pasaron lentamente hasta que llegó la hora del té. La expectación ante volver a sentirme libre golpeaban mi corazón una vez tras otra, sin permitirme pensar en otra cosa. El carruaje estaba preparado para cuando bajé con el traje sin polisón, aunque sí con corsé. No era nada recargado, pero era justo la sencillez de la propia confección lo que conseguían la elegancia de la pieza. No dudé al despedirme de mis padres antes de salir de casa y con los guantes y la fusta en la mano terminé de colocar el sombrero para salir a la calle en dirección a la libertad, a la única libertad que tenía.
En el parque todo estaba listo, Matilda, la cuidadora de Casandra (mi yegua),  ya estaba allí con ella perfectamente ensillada y en mejor estado de lo que la recordaba. La luz hacía que el pelaje pareciera como el terciopelo negro. No me molesté en decir más que lo necesario para comprobar que todo estaba en orden antes de montar. Coloqué la falda para que quedara perfecta y no se fuera a mover, más como un acto repetitivo que me habían acabado imponiendo más que algo propiamente mío. Lo cierto es que tenía que verme grácil en aquel momento, Casandra había iniciado el paso lento por los caminos de tierra y mi figura, aunque no perfectamente grácil, se alzaba sobre la silla de amazona con la tranquilidad de saber que mientras estuviera montando no tendría más problemas. No era Beatrice Black mientras montaba, sólo era alguien disfrutando de un tiempo para sí misma. Nada de matrimonios, nada de tareas y más tareas aburridas que para nada me servirían en la vida.

© hekate