Paseo a caballo [Alice]

por Charlotte L. Nightingale Mar Ago 05, 2014 7:59 am

-Pero Alice... ¡Yo no he montado en un caballo en mi vida!- respondió, ligeramente asustada. Ya había desistido de llamarla señorita Brontë, más que nada por la mirada de pocos amigos que Alice le ponía cada vez que lo hacía.
Contempló al precioso animal que tenía cerca de ella. En su troupé, viajaban en carromatos tirados por caballos, pero no los montaban, los dirigían desde el carromato, puesto que los pobres no podían soportar el peso del humano sobre su lomo sumado al del carromato de madera.
No tenía miedo a los caballos, de hecho, le aprecían uno de los animales más hermosos que había contemplado, con esas largas crines, esa figura fuerte e imponente.... Pero tenía miedo a montarlos. A no hacerlo bien y que el caballo se encabritase y la tirase al suelo. Tenía miedo de hacerse daño y no volver a actuar si salía malherida.

-¿Está segura de que es una buena idea? -se giró hacia ella, con una sonrisa que denotaba el nerviosismo del que era presa por dentro. A decir verdad, siempre había querido montar a caballo. Pero todo había sido de repente en ese momento. Alice le había propuesto salir a dar un paseo y ella, lejos de pensar que sería un paseo a caballo, había aceptado sin dudarlo. Jamás se atrevería a negarle una petición o su compañía a aquella agradable mujer, dado que era la única, y su mejor amiga, que tenía. Suspiró unos segundos, acercándose al animal y estiró la mano, acariciando la cabeza del caballo negro que tenía ante ella. Era un hermoso ejemplar, negro como el carbón, con tan solo una mancha blanca en la frente conocida como star. Era alto y musculoso, con una crin larga a la par que cuidada que se movía con gracia ante cada movimiento de cabeza del caballo.

Bajó la mano despacio por el cuello del animal, notando bajo su piel la calmada respiración del caballo, las gruesas venas que recorrían la piel como sogas y se mordió el labio inferior. Contempló su própio reflejo en aquellos oscuros y profundos ojos. Un contraste enorme. -Vale Caronte -susurró solo para que el caballo pudiera oírlo- Si tú no tienes miedo... yo tampoco... - acarició cariñosamente el morro del caballo, quien relinchó como si la hubiera entendido, sacudiendo la cabeza, haciendo bailar su crin y dando un par de relinchos, como si estuviera esperando ansioso el paseo.